Capítulo 13

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Falso amor

HARLEEN

El equipo de operaciones especiales al que pertenecí rara vez entraba en verdadera acción. A decir verdad, la mayor parte del tiempo la pasábamos desempolvando archivos viejos y volviéndolos a estudiar en vista de las nuevas pistas, si es que había. Las únicas veces que tuve que montar la parte trasera de una furgoneta para ser parte de una operación especial fue porque otras jurisdicciones necesitaban refuerzo. Los agentes de La posada del rey fuimos simples refuerzos.

Así que, ahora que salgo a la calle todos los días y veo con mis propios ojos los delitos que se comenten, se podría decir que no me aburro tanto. Es cierto que la taza de delincuencia es baja aquí, pero el solo hecho de desplazarnos en coche de una punta a la otra del pueblo me saca de la monotonía. Al menos, de la monotonía del trabajo.

—Y decías que un trago de más no te iba a hacer nada.

Quito la mirada de la ventanilla, donde la he tenido durante los últimos treinta minutos, y miro a mi compañero de viaje. Hopper sigue con la vista fija al frente.

—Tu resaca es monumental, Dunn —alarga esbozando media sonrisa.

Podría decirle que mi silencio tiene que ver más con mi cansancio que con los efectos del alcohol, pero prefiero guardar silencio. Esto es lo que he hecho desde que nos encontramos hoy a la mañana.

—Lo curioso es que, aunque te ves exhausta, hay algo en ti que... deslumbra. Ya sabes, como si estuvieras feliz.

En cuanto noto que Hopper está por mirarme, regreso mis ojos a la ventanilla, al exterior del coche, al paisaje que nos rodea.

Hoy, por primera vez en mi vida, llegué tarde al trabajo. Fueron apenas diez minutos de retraso, pero nadie los pasó desapercibido en la comisaría. De cualquier modo, MacArthur no hizo mucho lío; él solo dijo que me pondría un par de horas extras en los próximos días. No me parece tan mal castigo considerando lo bien que lo pasé horas antes de mi primer turno.

Mi estómago hormiguea y luego se pone duro al recordar la llegada inesperada de Yoongi a la seis de la mañana. Me sorprendió, sí, pero fue más lo que me excitó.

Dejarlo durmiendo en mi cama a las ocho, luego de dos horas en que apenas nos detuvimos para coger aire, fue difícil pero necesario. Él parecía necesitar horas de sueño y yo venir a trabajar.

Menos mal que no llegué media hora tarde a la comisaría porque, sino, me hubiera perdido este largo viaje con Hopper. Así como llegué, fuimos notificados de un robo a mitad de camino entre la ciudad de Castacana y nuestro pueblo, y tuvimos que partir.

Ahora que ya visitamos la tienda que fue robada y tomamos la denuncia personalmente, estamos de regreso. Fue una hora de ida y una de vuelta, de lo cual no me quejo, pero Hopper y yo no obtuvimos nada, ni siquiera una pista de quién pudo haber cometido el delito. La tienda solitaria en el camino tenía un cristal roto, que asumimos fue estropeado con una roca que encontramos en el interior, y faltaba un par de bebidas alcohólicas. Puesto que no había cámaras instaladas dentro ni en los alrededores, no pudimos prometerle la recuperación de los productos al dueño.

Pude haber faltado a trabajar. Pude haber dicho que me encontraba descompuesta; Hopper hubiera podido respaldar esto alegando que salimos la noche anterior. Pude haberme quedado tendida en la cama junto a Yoongi.

—¿Sabes? Eres la mejor compañera de patrullaje del mundo.

No sé de dónde saca Hopper tantas cosas positivas para decir en el día. Yo apenas puedo dedicarme un par de halagos a mí misma en toda la semana.

CHERNÓBIL | YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora