Capítulo 31 | Primera parte

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Una promesa

HARLEEN

Cuando llamé a Yoongi por móvil a las dos de la mañana, para decirle que me encontraba en mi casa, me prometí que sería la última vez. Su «te necesito, Mantequilla» hizo estragos en mí; y, aunque supe que en realidad él quería mi ayuda y no exactamente a mí, accedí a que viniera.

Entonces él llegó, se plantó frente a mí con sus ojos repletos de emociones que no pude identificar pero que sí dejaron entrever desesperación, y perdí todo tipo de control sobre mí misma.

Empezamos en el sofá y no tardamos en trasladarnos a la cama, donde Yoongi se mantuvo firme respecto a no besarme en la boca. Sin embargo, cada vez que sus labios estuvieron cerca de mi cuerpo, no dudó en acariciarme la piel con estos.

A diferencia de muchas otras veces, se está tomando su tiempo para recorrerme. La velocidad de sus embestidas, ahora que está sobre mí, es más lenta. Él ha logrado regular su respiración a pesar de que sigue entrando y saliendo de mí. Y no ha abierto los ojos desde que me tendió en la cama minutos atrás.

Y por esto es que yo, también a diferencia de muchas otras veces, me estoy permitiendo mirarlo.

Yoongi tenía la frente perlada de sudor cuando se corrió dentro de mí en el sofá, pero ahora pareciera que solo el nacimiento de su cabello está húmedo. Aunque el esfuerzo físico es mucho menor que antes, sus facciones están tensas. Creo que los sonidos graves y ásperos que escapan de su boca, como si se desprendiesen de su garganta por fuerza mayor, no se deben a sus pausados movimientos pélvicos sino a lo mucho que se está conteniendo.

Él está esforzándose para durar más tiempo.

Y yo... yo estoy esforzándome en pensar para evitar perderme en el momento, en las emociones, en todo lo que está implícito en este simple y a la vez complejo acto.

Estamos follando, sí, pero se siente diferente.

Este Yoongi es diferente.

Joder. ¿Cómo es que, cada vez que aparece en mi vida, vislumbro una nueva faceta de él?

Contengo la respiración cuando, de un momento para otro, Yoongi deja de balancearse. Está afuera ahora. Suspendido sobre mí, con ambos brazos a mis costados para no ponerme todo su peso encima, la única parte de nuestros cuerpos que se tocan son nuestros pechos.

Jadeo en el momento que deja caer su frente contra la mía y su aliento, cálido y entrecortado, golpea mis labios.

—Elíjeme —creo, entonces, que dice.

Pero no le doy demasiada importancia a ello porque ahora solo ansío tenerlo nuevamente en mi interior; así que, arrastro mis manos desde su espalda hasta su trasero y lo empujo hacia abajo, obligándolo a enterrarse en mí.

Y luego, por segunda vez en lo que va de la noche, llego a la cima del placer.

Con toda la dureza de Yoongi en mi interior, me siento desfallecer. Más aún, cuando en vez de retirarse, él se hunde más y más, encajándose entre mis piernas de tal modo que no queda ni un milímetro entre su piel y la mía.

Las contracciones de mis músculos internos hacen que la erección de Yoongi se sienta enorme, intrusiva y jodidamente perfecta.

Él se corre segundos después, mientras mis espasmos aún son intensos. Mis caderas se sacuden, llevándome a arquear la espalda y echar la cabeza para atrás.

Creo que pierdo la consciencia durante unos minutos. Sin embargo, cuando vuelvo a abrir los ojos me encuentro con que Yoongi sigue encima, por lo que asumo que solo han pasado segundos, segundos maravillosamente placenteros.

CHERNÓBIL | YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora