Capítulo 8

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Estar bien

YOONGI

Muchos creen que para conseguir lo que uno quiere se debe tener contactos. Si bien creo que esto facilita muchos las cosas, Minho me enseñó que en nuestro trabajo puede ser perjudicial; es por esto que, desde que él no está, he preferido mantener la menos cantidad de contactos posibles. Y los que tengo son de fiar, como Seokjin.

Cuando detengo la moto fuera de su casa, en los suburbios de Castacana, son apenas las cuatro de la mañana. Es una noche tranquila, sin viento ni lluvia, pero no puedo sentarme aquí y esperar a que amanezca para llamar a su puerta. Es más seguro conducir de noche por las rutas, ya que es menos la cantidad de gente con la que me cruzo.

Suelto un suspiro cuando, luego de mi primer llamado, escucho pasos al otro lado de la puerta. Kwon Seokjin aparece segundos después.

Vestido con un pijama largo, con rayas verticales de color azul y blanco, se ve más inofensivo de lo que es.

—¿Puedo pasar? —pregunto antes de siquiera saludarlo.

No es que quiera ser descortés, pero prefiero no estar a la vista de cualquier persona, así sea temprano y las calles estén desiertas.

Él abre más la puerta, ya sin expresión somnolienta, y me deja entrar. Cuando escucho el «clic» de la puerta cerrándose a mis espaldas, estoy en medio de la sala. Giro y veo que Seokjin ya se encuentra mirándome con interés.

—Necesito tu ayuda —le digo sin muchas vueltas.

Y no espero a que pregunte con qué para hacerle un breve resumen de lo que ha sucedido y de lo que pretendo obtener con su colaboración.

Hace dos semanas, Seokjin supo que nos encontrábamos en Castacana. Fue luego de secuestrar a Taehyung, y de que se me ocurriera ir a la vieja casa de Minho para escondernos, que tuvimos que acudir a este mismo lugar. Él, después de todo, fue quien se hizo cargo de la casa durante estos años que estuvo deshabitada. Nos dio las llaves sin pedir explicación alguna, acción que agradecí, pero ya no puedo ocultarle los detalles.

Afortunadamente, basta que le resuma la situación para que él asienta.

—Entonces ¿solo debo conseguir información de la policía de Belmonte? —inquiere a modo de conclusión.

—Y llamarme si crees que es importante —confirmo.

Seokjin vuelve a asentir y yo le doy mi número de móvil para que me llame si lo cree necesario. Yo, como tengo acostumbrado, no guardo su número pero sí lo memorizo. Esto es lo que Hyesoo, RM y yo hacemos: memorizar toda la información importante. Ya que, según Minho, la mente es el mejor lugar para guardar este tipo de cosas.

—Entendido. Lo haré.

Su aceptación inmediata me permite volver a respirar con tranquilidad, y no solo porque ahora habrá un nexo más entre la policía y yo, sino también porque una parte de mí no estaba segura de que Seokjin accediera.

Él, antes de ser un importante chef en Castacana, fue un adolescente perdido como yo. El hombre que me adoptó es la razón por la cual ahora Seokjin está bien económicamente y puede vivir de lo que ama. Minho le ayudó a salir de Corea del Sur e instalarse en Zendar cuatro años atrás. Él le dio una mano en su peor momento. Sin embargo, la vez anterior me pareció verlo tan cómodo con su nueva vida aquí que temí que no quisiera volver a sus viejos hábitos.

Debí imaginar, de todos modos, que Seokjin aceptaría. Al fin y al cabo, le he pedido ayuda para sacarnos de un lío que comenzó con Hyesoo, la hija de quien prácticamente le salvó la vida.

CHERNÓBIL | YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora