Capítulo 45 | Segunda parte

258 50 15
                                    

Está por amanecer y yo apenas he pegado un ojo en toda la noche, no por falta de sueño sino porque he estado pensando en mis próximas acciones.

Después de que Yoongi se durmió, como a la hora de que nuestra conversación había llegado a su fin, permanecí aferrada a él como si apartarme incluso un milímetro pudiera hacer que desapareciera.

Incluso ahora, luego de cuatro horas, sigo temiendo lo mismo. Pero debo soltarlo y levantarme. Por su bien, por su felicidad.

Debo hacer lo que pretendo antes de que él despierte, porque sé que si abriera los ojos y me vieran en este instante no me permitiría salir, al menos no para lo que tengo planeado.

Voy a ponerle fin a esto. Voy a hacer lo que debí haber hecho años atrás, pero que no me animé por temor.

La diferencia entre antes y ahora es que tengo algo por lo que luchar. Tengo a Yoongi.

Si bien el miedo no ha menguado desde que abandoné Weakland siete años atrás, más miedo tengo de perder a la única persona en el mundo que amo con locura.

Con el corazón doliéndome, me aparto de Yoongi. Soy tan sigilosa como puedo al quitar mis manos de su pecho, pero no puedo evitar presionar un suave beso en su mandíbula antes de retirarme por completo.

El Yoongi de un mes atrás se hubiese sobresaltado ante el mínimo movimiento, pero este apenas se inmuta, y lo agradezco.

Una vez sentada al borde de la cama, cierro los ojos e inhalo profundo.

—Puedo. Yo puedo —musito para mis adentros.

Solo que, al ponerme de pie y mirar a Yoongi aún dormido, mis piernas flaquean.

Lo que estoy a punto de hacer puede terminar con dos finales muy diferentes. El peor podría hacer que este fuese mi último día con Yoongi.

Una parte de mí quiere que aleje la mirada de él, porque verlo hace que mi corazón duela horrores, pero otra parte sabe que mirarlo es el incentivo que necesito para moverme, para seguir con mi plan, para acabar con esto.

—Suficiente, Harleen —me digo tras haber grabado la imagen de Yoongi en mis retinas.

Su rostro sigue hinchado, y sus hematomas lucen más oscuros, pero yo intento recordar su rostro tal como cuando lo conocí, con tantas imperfecciones que lo hacían ver perfecto, tan humano, duro y expresivo a la vez.

Me muerdo el interior de mi mejilla para ahogar un sollozo.

Y luego, porque sé que debo actuar antes de que el sol despunte para evitar ser detenida por él, me doy prisa en vestirme. Escoger la ropa me lleva segundos y colocármela apenas un minuto. Sin embargo, vacilo al meter una de mis manos al último cajón de mi armario.

Más aún, cuando las puntas de mis dedos tocan una superficie fría y metálica.

Contengo la respiración por un segundo, pero rápidamente tomo una decisión al respecto.

Agarro el arma con firmeza y la saco de allí.

Podría necesitarla.

Si bien he llevado un arma durante años en la cintura de mi pantalón, esta vez se siente diferente. Es diferente. Esta pistola no pertenece a la policía, no es mi arma reglamentaria, sino una que adquirí luego de mis primeras prácticas de tiro. Es simple pero confío en que, si llegase el momento, podría ser efectiva.

Quiero poder protegerme. Y también poder proteger a Yoongi.

Más firme que segundos antes, me aseguro de que el cargador esté lleno y el seguro puesto. Solo entonces, la coloco en la cintura de mi pantalón y me vuelvo para mirar a Yoongi.

CHERNÓBIL | YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora