Capítulo 42 | Primera parte

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La Casa

YOONGI

Solo los imbéciles creen que existe la perfección. Ese era mi pensamiento antes de conocer a Harleen. Ahora, la verdad, no sé si yo estaba equivocado o si me he vuelto uno de esos imbéciles. Como sea, no me quejo.

Follar a Harleen es perfecto. Verla bailar mientras cocina es perfecto. Escuchar sus fallidos intentos al pronunciar palabras en coreano es perfecto. Besarla sin temor a que sea el último beso es perfecto. Su entusiasmo es perfecto.

—¿En serio? —duda ante mi última respuesta positiva.

Hace un par de horas almorzamos y luego, como no teníamos nada para hacer, Harleen propuso que fuéramos de compras. Nuestra primera parada fue un supermercado, donde conseguimos un par de productos que necesitábamos, pero no demoramos mucho allí. En cambio, ya llevamos más de media hora en el segundo destino: una tienda de indumentaria.

—Da igual, Mantequilla —vacilo—. Solo es ropa.

La sudadera que sostiene delante de mí, y que se aseguró que fuera de mi talla, es como cualquier otra. No sé por qué parece sorprendida.

—Pero, es blanca —enfatiza.

Escaneo una segunda vez la prenda en sus manos. Esta parece abrigada, por lo que cumpliría con su objetivo principal: protegerme del frío.

—¿Y? —urjo.

Ella alza una ceja.

—Creí que quizá no te gustaría. Siempre eliges ropa oscura —acota mientras señala mi vestimenta actual.

Me encojo de hombros.

—No la elijo por el color. Solo... me da igual. Es ropa —insisto.

—Entonces ¿te puedo elegir más ropa blanca?

Su mirada se dirige a un estante con camisetas de tonalidades claras y noto sus ojos brillar con emoción.

—Tampoco necesito tanto —gruño—. Toma. Compra lo que quieras. Mientras, iré a la farmacia.

Le tiendo un par de billetes, pero ella cabecea.

—La ropa será un regalo de mi parte. ¿Nos encontramos afuera? —añade luego.

Asiento y, sin más, guardo el dinero en el bolsillo trasero de mi pantalón y salgo de la tienda.

Puesto que minutos atrás vi una farmacia enfrente, no tardo en dirigirme en esa dirección. Me desocupo rápido. Sin embargo, me reencuentro con Harleen diez minutos después, ya que ella se demora en la tienda.

Sale de allí con dos bolsas más, aparte de la del supermercado, pero mi atención no va a estas mientras camina hacia mí sino a su rostro. Su sonrisa es grande y divertida.

Verla disfrutar es perfecto.

—¡Ya tengo todo! También te compré un par de bóxers —dice genuinamente emocionada al llegar a mí—. ¿Tú conseguiste lo que ibas a comprar?

En respuesta, alzo mi mano con las dos cajas.

Ella, como si no se hubiera percatado antes de estas, abre los ojos con arrebato.

—¡Yoongi! —exclama en voz baja—. Dios. Guárdalas en la bolsa. Aquí —dice señalándome el interior de una.

Sus mejillas han enrojecido y ahora mira alrededor como si temiese que alguien nos viera.

—No es nada malo —digo con el ceño fruncido.

—Son condones —sisea aún con la bolsa abierta—. Guárdalos.

CHERNÓBIL | YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora