011

1K 92 7
                                    

Rosé POV

El fin de semana fue aburrido. Me sentía inquieta ante mi nuevo descubrimiento con respecto a la manager y lo que estaba comenzando a sentir por ella. Es por eso que intenté mantener mi mente ocupada todo el tiempo. Decidí hacer una limpieza general en el estudio; limpié la cocina, el baño y mi habitación hasta que quedó todo reluciente. También ordené mi armario y me dediqué a clasificar la ropa que continuaría usando y aquella que regalaría. El domingo aproveché de visitar a la abuela y a Jennie. Preparamos unas galletas mientras les contaba un poco de mi primera semana en el trabajo, obviando por supuesto las partes que incluían a la manager. La hora se pasó volando entre risas y conversaciones absurdas. A eso de las diez la abuela fue a acostarse porque dijo que ya no estaba tan joven para aguantar nuestras locuras. Con Jennie nos dedicamos a limpiar y ordenar la cocina casi en silencio, lo cual no era habitual en nosotras. 

—¿Está todo bien?—preguntó dejando los platos en la secadora. La miré curiosa ya que no entendía a qué se refería. Ella dio un largo suspiro, se dirigió al sillón y dio unas palmaditas a su lado para indicarme que me sentara junto a ella—Haz intentado ocultarlo muy bien ante la abuela, pero te conozco. Algo te está molestando.

—Hm... —Era terrible mintiendo así que ni siquiera intenté hacerlo. Si alguien me conocía mejor que nadie, esa era Jennie. Me senté a su lado y comencé a jugar con mis dedos sin saber cómo explicarle el lío que era mi mente—Creo que me enamoré—solté sin más. Jennie abrió tanto la boca que pensé que llegaría al suelo. Estaba sin palabras.

—Roseanne Park... es la primera vez que escucho esas palabras salir de tu boca.

—Nunca me había sentido así Jennie. Al principio pensé que estaba literalmente enferma porque mi corazón latía de forma errante cada vez que nos cruzábamos. Mi boca se siente seca y a veces olvido hasta cómo respirar cuando está cerca. 

—¿Quién es? ¿Es alguien del trabajo? Cuéntamelo todo—exigió mientras se cruzaba de piernas para estar completamente frente a mí. Toda su atención estaba dirigida a mí. Empecé a mover los dedos de forma nerviosa mientras sentía mi cara enrojecer con cada segundo.

—Es... la manager. Lalisa Manobal—dije con un hilo de voz y Jennie se cubrió la boca con ambas manos, totalmente impactada.

—Sabía que se trataba de alguien del trabajo pero jamás se me ocurrió que sería esa diosa griega—Asintió con la cabeza pensativa y me pidió detalles por lo que no tuve más remedio que contarle todo con lujo de detalles para que quedara satisfecha. Jennie hizo una mueca cuando le conté de la relación que mantenía con la presidenta, pero no hizo ningún comentario hasta que acabé de narrarle todo.

—¿No podías elegir algo más fácil para tu primer amor?—preguntó Jennie mirándome con un poco de pesar. Ella sabía que la situación era complicada.

—No sé qué hacer Jennie. Creo que simplemente debería tratar de deshacerme de estos sentimientos antes de que sea demasiado tarde—le comenté sintiendo un nudo en la garganta. 

—Rosé... ¿no crees que ya cruzaste esa línea?—preguntó tomando mis manos entre las suyas. Sin esperar respuesta continuó. —Escucha con atención, aún no tenemos certeza de que ella está en una relación con esa tal Irene ¿verdad? Por lo que sabemos bien podría tener solo encuentros sexuales con ella y nada más.

Puse mala cara al pensar en esa idea pero no podía descartarlo. Quizá había más personas que tenían las mismas prácticas que Jennie.

—¿Crees que tengo una oportunidad?—pregunté.

—¡Rosé, pero mírate!—dijo Jennie con una amplia sonrisa—Eres un ángel sexy, cualquiera entregaría su alma al diablo con tal de pasar una noche contigo. No lo digo sólo porque sea tu amiga. Realmente creo que la persona que esté contigo será la más afortunada del puto planeta.

—Gracias Jennie—respondí conmovida por sus palabras y le di un fuerte abrazo que ella recibió con gusto—¿Qué hago entonces?

—Por ahora sigue siendo tú misma e intenta averiguar más sobre la relación que tiene con Irene. Oh, y debes ser sexy—agregó.

—¿Ser... sexy?—¿Cómo diablos uno lograba eso? Tragué duro, insegura de poder hacerlo.

—Sí. Acércate a ella tanto como puedas, hazle cumplidos e intenta tocarla casualmente cada vez que tengas oportunidad. El resto será pan comido; tu inocencia es sexy e imposible de resistir.

—¿En serio es así?—cuestioné no del todo segura. Jennie me aseguró que todo saldría bien y continuamos hablando hasta que se hizo muy tarde.

—Mierda—dijo Jennie mirando su reloj— ¿Por qué no te quedas a dormir, rubia? Es tarde y hoy no tomé prestado un auto para llevarte a casa.

—No puedo quedarme pero tomaré un taxi así que todo estará bien—la tranquilicé.

—De acuerdo, avísame cuando llegues a casa ¿está bien?

Me dio un abrazo y me dejó en la puerta de su casa. Las calles estaban casi desiertas así que me despedí y caminé hasta el paradero donde normalmente había taxis. Para mi mala suerte no había ninguno y no podía quedarme esperando porque ya era bastante tarde. Decidí que lo mejor sería caminar. Me gustaba caminar y podía aprovechar la oportunidad para pensar en todo lo que había dicho mi mejor amiga. 

What does Chaelisa say?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora