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Lisa POV.

Estaba sentada en uno de los sillones de Jisoo con una gran taza de café en mis manos. Me dolía la cabeza y el cuerpo después de haber dormido por segunda noche consecutiva en un sillón. Después de lo que había sucedido con Irene había decidido esconderme en la casa de Jisoo. Y digo esconderme porque realmente es lo que estaba haciendo; no me sentía capaz de darle la cara a Rosé después de lo que pasó. No contestaba sus llamadas y ni siquiera leía los mensajes que me llegaban porque no sabía cómo responder. Apenas había llegado a casa de mi mejor amiga me dediqué a vaciar parte de su bar y ahora pagaba las consecuencias. No le había contado a Jisoo lo que había sucedido aunque ella sospechaba que era algo que involucraba a Irene. A pedido mío, llamó a Rosé para informarle que estaba bien pero que no volvería a casa hasta el día de mañana. Mientras ella hablaba con Rosé yo escuchaba atenta cada respuesta que le daba. 

Rosie Posie ¿Qué tal todo?—saludó animadamente pero pronto su expresión cambió a preocupación—No suenas del todo bien ¿segura que todo va bien?—aquello llamó por completo mi atención e intenté escuchar su respuesta.

Chica... bebe un poco de té con miel para aliviar tu malestar—aconsejó y dio un suspiro. Le hice unas cuantas señas para que me explicara qué le había pasado pero solo logré que me enseñara el dedo corazón. 

Rosie escucha... este... Lisa tuvo una situación y creo que no volverá hasta mañana a casa—comentó mirándome con mala cara—Pero ella quiere que te quedes en casa cuidando de los gatitos, así que siéntete como en casa y disfruta de todas sus comodidades ¿de acuerdo?

Sí. Pero no te preocupes, ella está bien. Es sólo que debe atender algo de manera urgente. No te preocupes por ella ¿de acuerdo? Si te sientes sola puedo ir a hacerte compañía, sólo dímelo.

No tienes nada que agradecerme Rosie—comentó—Si necesitas algo sólo llámame ¿si?—se despidió y finalmente colgó el teléfono. 

—¿Qué sucede? ¿Le pasó algo a Rosé?—quise saber de inmediato. 

—No se escuchaba bien. Sonaba desanimada, aunque dijo que era porque le dolía la garganta pero no estoy segura de que sea eso—comentó Jisoo encogiéndose de hombros y comencé a jugar con mis manos de manera nerviosa ¿Se sentiría mal? Si estaba enferma probablemente no se cuidaría y no podía pedirle a Jennie que la fuese a vigilar porque de acuerdo a lo que Jisoo me contó, Jennie estaba fuera de Seúl y no volvería hasta el lunes. 

—¿Crees que esté enferma?

—No lo sé. No lo creo, sólo sonaba desanimada. Probablemente extraña a la idiota de su novia que desapareció sin decirle una palabra—me recriminó.

—Jisoo... Es sólo que no me siento preparada para enfrentarla—suspiré.

—Lo sé. Lo repetiste mil veces ayer pero aún no sé por qué—dijo con seriedad—¿Vas a decirme o tendré que adivinar?—Jisoo no era la mejor adivinando así que decidí ahorrarnos tiempo.

—Ayer besé a Irene—confesé sintiéndome una mierda mientras lo decía—Fui a encararla por el rumor y de alguna manera terminamos besándonos—miré a Jisoo y ella miraba la taza de café entre sus manos y dio un largo suspiro. 

—No puedo decir que no me lo imaginaba. Me alegra que al menos sólo se haya tratado de un beso—dijo mirándome finalmente a los ojos y vio algo en ellos que la hizo dudar—¿O hubo algo más?

—No, pero...—me restregué los ojos con mi mano libre y expliqué lo mejor que pude lo que estaba pasando por mi cabeza—Irene dijo lo mismo que tú. Sobre que aún tengo sentimientos por ella. Al principio estaba convencida que no era así, pero ahora... la verdad... no estoy segura.

—¿Y dónde deja eso a Rosé?

—No lo sé. Tengo miedo de herirla. No estoy segura de qué es lo que siento por Rosé, no sé si soy capaz de hacerla feliz aunque deseo hacerlo porque ella sí me hace muy feliz. Pero creo que no es justo para ella el que aún tenga sentimientos por Irene... pero no quiero perderla.

—Básicamente estás diciendo que no quieres estar con ella pero tampoco quieres dejarla ir—repuso Jisoo mirándome con mala cara—¿Te das cuenta de lo egoísta que te hace eso?

—Lo sé, lo sé—dije con frustración—Soy una mierda, lo sé.

—No eres una mierda pero a veces te comportas como una—corrigió Jisoo—No soy experta en el tema, pero creo que debes preguntarte cuál ausencia te duele más... si es Rosé o Irene. Y debes tomar pronto esa decisión porque tienes una buena chica a tu lado que está sufriendo tu ausencia y que cada día se enamora más de ti.

—¿Y si no puedo hacerla feliz?

—¿Por qué no la harías feliz? Ella ya es feliz contigo ¿Acaso estás ciega? Si decides que quieres estar con Rosé y sólo con Rosé entonces debes cortar de raíz lo que tienes con Irene. Haz eso y serás libre. Libre de amar a quién quieras y libre de hacer feliz a quién desees.

—¿Es amor lo que siento por Rosé?—pregunté. 

—Eso es algo que sólo tú puedes responder—Jisoo se sentó a mi lado y me dio palmaditas en la espalda. Sabía que Jisoo tenía razón, necesitaba aclarar mis sentimientos de una vez si no quería lastimar a Rosé. 

Pasé el día en casa de Jisoo. Dormí la mayor parte del día y cuando no lo hacía me quedaba pensando en Rosé. Una parte de mí quería verla, la extrañaba. La otra tenía miedo de qué hacer o decir cuando estuviese frente a ella. Sabía que debía decirle la verdad pero también sabía que eso la lastimaría y eso era lo último que quería hacer. 

El domingo por fin decidí volver a casa. No podía esconderme para siempre, había desaparecido casi dos días sin decirle palabra a Rosé. Puse el código de acceso con nerviosismo y entré esperando lo mejor. Busqué en la sala de estar y la cocina pero todo estaba vacío y no se escuchaba ningún ruido. Apenas eran las 10 así que supuse que tal vez seguiría dormida. Busqué en mi habitación pero estaba vacía. Busqué en la habitación de invitados pero también estaba vacía. Recorrí completamente la casa y no había rastro de Rosé ni de los gatitos. Suspiré completamente derrotada; Rosé se había marchado. Tomé nuevamente las llaves del auto y me disponía a salir del edificio cuando el conserje me detuvo. 

—Señorita Lisa—saludó.

—Oh.... buen día—saludé. 

—Señorita Lisa, espero que no haya habido problemas con la visita de ante noche—dijo él con un tono preocupado. Me detuve completamente y lo miré confundida.

—¿Visita?

—La señorita Irene se presentó el día viernes e ingresó a pesar de que le expliqué que usted no se encontraba en casa. Estuvo cerca de veinte minutos y luego se marchó—explicó preocupado. 

—¿Sabes si mi... huésped seguía estaba en casa cuando ella vino?—pregunté preocupada. 

—Oh si, la señorita Rosé estaba en casa. Se marchó el sábado por la mañana y llevaba a un par de gatitos muy lindos—comentó sonriente. Asentí con la cabeza, comenzaba a preguntarme qué le habría dicho Irene a Rosé ¿Acaso le habría contado todo? Ese era el peor escenario posible. Suspiré, le agradecí al conserje por la información y rápidamente me dirigí a mi auto. Necesitaba llegar con Rosé lo antes posible. 

Conduje al límite de velocidad permitida hasta que llegué frente a su estudio. Bajé del auto con el corazón latiéndome a mil por hora. Subí las escaleras de dos en dos hasta que estuve frente a su puerta. Me armé de valor, toqué dos veces la puerta y esperé... esperé a ver lo que el destino me tenía preparado. 



What does Chaelisa say?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora