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Rosé POV.

No sé qué me poseyó cuando le propuse a Lisa bañarnos juntas. Apenas hice aquella sugerencia noté como sus ojos se volvían más oscuros... intensos y deseosos. No es que yo no lo estuviese; cuando ella comenzó a desvestirse sé que la devoré con la mirada. Incluso relamí mis labios como una completa pervertida. Ahora nos encontrábamos ambas en la ducha terminando de quitarnos completamente la arena de nuestro cuerpo y cabello. Lisa había comenzado a enjabonar mi cuerpo con sus manos y me tocaba con delicadeza. Se tomó su tiempo cuando masajeó mis senos y tuve que hacer un gran esfuerzo para no gemir ante su tacto. Ella sonrió victoriosa al verme disfrutar de su toque y con una de sus manos rodeó mi cintura acercándome más a ella.

—Eres irresistible, Rosé—susurró cerca de mi oído y comenzó a besar mi cuello. Recliné mi cabeza hacia un lado dándole completo acceso a este mientras acariciaba su pequeña cintura con mis manos. Las suyas por otro lado no dejaban de acariciar mis senos. Sin poder resistir, la tomé del rostro y besé sus labios con necesidad. Nuestras lenguas danzaban en perfecta sincronía. En ese momento Lisa dejó uno de mis senos y comenzó a descender tocando mi entrepierna. Aquello me puso en alerta y expectante ante lo que haría a continuación. Mientras seguíamos besándonos, ella comenzó a acariciar con delicadeza mi zona más sensible; sus expertos dedos acariciaban mi centro provocándome un increíble placer.

—Estás tan mojada... y no tiene nada que ver con la ducha—susurró mirándome divertida antes de comenzar a besar mis senos. Su lengua jugaba con mis pezones erectos y chupaba con tal devoción que creía que me vendría en cualquier momento. Dos de sus dedos se abrieron paso dentro de mi y fue imposible no gemir ante tal exquisita invasión—Eso es nena... gime para mí—dijo con la voz tan ronca que sentí que me excitaba aún más. Volví a besarla como si mi vida dependiera de ello. Mientras sus dedos estaban dentro de mí, ella frotaba mi clítoris con su palma haciendo muy difícil la misión de mantenerme en pie.

—Ah.... Lisa...—gemí en su boca.

—¿Vas a correrte?—preguntó y sólo fui capaz de asentir con la cabeza. Pasé mis brazos alrededor de su cuello y me aferré a ella cuando aceleró el ritmo de sus dedos expertos. Ella me sujetó contra la pared para ayudarme a mantenerme de pie mientras volvía a besarme. Sentía como mi vientre se contraía y luego estallaba en el más exquisito clímax. Mis gemidos quedaron atrapados en la boca de Lisa, quien de a poco retiró los dedos de mi interior.

—Tienes una mirada satisfecha—comentó con una sonrisa arrogante—Y me hace feliz saber que fui yo quien puso esa mirada en ti.  

—Eres magnífica Lisa...—respondí recuperando de a poco el aliento—¿Puedo corresponderte?

—¿Qué dices?—preguntó confundida. En lugar de responder, la tomé de sus manos y la giré,  apoyándola contra la pared. Abrí un poco sus piernas y entonces me puse de rodillas frente a ella; sólo entonces ella pareció comprender a qué me refería. 

—Rosé ¿Qué haces?—preguntó intentando alejarme pero me resistí y comencé a besar sus muslos, acercándome cada vez más a su zona íntima. Su respiración se volvió irregular y cuando la miré, noté que ella observaba mis acciones completamente excitada. Si su mirada no lo reflejaba, sus pezones eran indicio suficiente. Sonreí para mis adentros; no era experta en el sexo pero excitarla me hacía sentir poderosa. Sin previo aviso, pasé mi lengua por su clítoris y un siseo escapó de sus labios. 

—Rosé... no te detengas—suplicó echando su cabeza hacia atrás y dejándose llevar por mis caricias. Obedientemente hice lo que me dijo; comencé a pasar mi lengua por su clítoris de arriba a abajo y luego en círculos. Intenté hacer lo mismo que Lisa me había hecho la noche anterior. Con algo de duda acerqué uno de mis dedos hasta su entrada y con mucha delicadeza introduje uno de ellos en su interior.

—Dios...—jadeó y con una de sus manos acarició mi cabeza. Sentí que aprobaba lo que estaba haciendo así que continué lamiendo su clítoris mientras mi dedo entraba y salía de ella. Al cabo de un rato introduje otro y aumenté mis embestidas a medida que jadeaba con más intensidad—Rosé... me voy a venir—informó ella aunque no era necesario que lo dijera, sentía su interior contrayéndose alrededor de mis dedos. 

—Córrete para mí, Lisa—dije chupando su montículo de carne mientras mis dedos continuaban entrando y saliendo de ella. Las caderas de Lisa se movían por sí solas y ella puso su mano en mi nuca para evitar que me detuviese. 

Un rugido se escuchó en el baño cuando por fin llegó al clímax. Ella dejó de sostener mi nuca y mantenía los ojos cerrados intentando recuperar el aliento. Despacio me puse de pie y esperé a que abriera sus ojos-

—Rosé... eso fue fantástico.

—Sabes bien—comenté con tranquilidad pero ella abrió sus ojos con sorpresa.

—¿Qué cosas estás diciendo...? Dios...—exclamó avergonzada y sólo pude sonreír. Me parecía increíblemente tierno que se avergonzara por algo luego de lo que habíamos hecho. 

—Es momento de salir de la ducha—informó cerrando la llave del agua y saliendo primero. Volvió a los segundos por mí con una toalla en sus manos y me envolvió con esta.

—Nunca me había gustado tanto un baño—comenté mientras dejaba que me secara con la toalla. 

—Aún no hemos probado la bañera—dijo ella con una sonrisa coqueta. La idea de probar la bañera con ella me entusiasmaba—Pero no será hoy. Debemos secarnos o podríamos coger un resfrío.

—Pero...

—Nada de peros. Vamos a secarnos, comer algo y luego... ya veremos—comentó. Cada vez que decía "ya veremos" sonaba a una promesa. Una promesa sexy que me moría porque cumpliera. Acaté sus órdenes y comencé a secarme mientras ella hacía lo propio. Nos pusimos un albornoz y salimos del baño. Una vez en la habitación, Lisa ofreció secar mi cabello y la dejé ya que después yo secaría el suyo. 

Cuando estuvimos listas Lisa insistió en que debíamos cenar, en especial yo ya que casi no había probado bocado en todo el día. Pidió comida a la habitación y nos sentamos en la sala.

—Ese sillón me trae buenos recuerdos—comenté con inocencia. Ella me miró , miró el sillón y luego bajó la vista a su comida evidentemente avergonzada—Me sorprende que te avergüence lo que pasó. Es decir... es evidente que tienes experiencia en el área.

—¿A qué te refieres?—preguntó. 

—Hm... bueno... Sé que te gustaba salir con mujeres de manera casual. Es algo que todos en la oficina saben y también lo comentaste en algún momento. Es por eso que sé que tienes experiencia en este tipo de cosas—expliqué. 

—Supongo que es cierto—repuso evidentemente incómoda.

—No te preocupes. Lo entiendo... es decir... Claro que me da celos el pensar que estuviste con otras mujeres antes, pero es tu pasado y no me corresponde juzgarte o reprocharte por ello.

—¿Estás segura que estás bien con eso?—preguntó sorprendida 

—Claro que sí. Mientras sea parte de tu pasado, no tengo problema con ello—respondí sonriente—Además puedo decir que he sido beneficiada, ya que soy quien disfruta de los resultados de tu aprendizaje—bromeé y ella negó con la cabeza riendo. 

—Eres increíble, Rosé—comentó. No sé si fue su sonrisa, su mirada o la mezcla de ambas pero fue imposible no sonrojarme. ¿Cómo reaccionaría si le confesara que me he enamorado de ella?

What does Chaelisa say?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora