082

901 73 4
                                    

Rosé POV.

Sentía que me asfixiaba en estas cuatro paredes. Diez días habían pasado desde que mi madre se había ido. Diez días en que el dolor que sentía en el pecho no me dejaba ni por un minuto. No me sentía capaz de hablar con nadie. Sentía tanta culpa. Las palabras de mi padre se repetían como una mantra en mi cabeza: "Fue tu culpa". La culpa fue lo que no me permitió ir a su funeral, aunque también supuse que mi padre no me querría ahí. Lisa, Jennie y Jisoo habían intentado verme todos los días pero deseaba estar sola. A duras penas habían respetado mi decisión, sé que les fue difícil y constantemente me enviaban mensajes donde preguntaban por mí. Sé que estaban preocupadas... en especial Lisa. No era justo para ninguna tener que lidiar con esto, conmigo ¿Hasta cuándo iba a estar así? 

Sin aguantar un minuto más en el estudio, agarré las llaves y salí. Poco me importaba la lluvia, por el contrario, me brindaba cierta tranquilidad. Dejé que mis pies me condujeran. No pensaba en nada mientras recorría las distintas calles de Seúl. Después de un largo rato mis pies se detuvieron y cuando me percaté donde estaba vi el gran edificio donde vivía Lisa frente a mí. Esbocé una leve sonrisa; mi cuerpo supo antes que mi mente lo que necesitaba. Y a quien necesitaba era a Lisa. A mi estúpida diosa griega que no era capaz de ponerle un fin a la historia con su ex novia. Aquel asunto era como una espinita que no me dejaba tranquila. Y sabía que tarde o temprano tendríamos que hablar del asunto. 

Cuando llegué a su departamento, toqué el timbre esperando que se encontrara en casa. Cuando abrió la puerta, sólo vi la sorpresa reflejada en su rostro.

—¿Rosie?—preguntó como si no terminase de creer que estuviese ahí—¿Qué...? ¡Cielos, estás empapada! Ven rápido—dijo agarrando mi mano y haciéndome entrar. Me quité los zapatos y Lisa desapareció de mi vista corriendo. Volvió a los pocos segundos con unas toallas; me envolvió con una de ellas y con la otra comenzó a secar mi cabello.

—¿Por qué no me avisaste que vendrías? Podría haber ido por ti—me regañó. 

—Lo siento...—repuse. Ella dejó de secar mi cabello y me miró fijamente. 

—Rosie... No sabes qué alegría me da verte—dijo poniendo una de sus manos en mi mejilla. Con mi propia mano sostuve la suya y disfruté de la calidez de su toque. 

—Te extrañaba—confesé. 

—Y yo a ti. No tienes idea cuánto. Ha sido muy difícil estar lejos de ti pero sé que necesitabas tiempo... espacio... y quería dártelo—dijo con un suspiro. Sus palabras eran tan dulces que no me pude contener y la besé. Ella se vio sorprendida en un principio pero rápidamente correspondió a mi beso. Su lengua acariciaba mi labio, pidiendo permiso para entrar. Entreabrí mis labios dándole completo acceso y disfruté cada segundo en que su lengua acariciaba la mía. Me había hecho mucha falta. Cuando nos separamos por falta de aire, ella sonrió. 

—Te prepararé un baño caliente y prepararé ropa seca para ti ¿está bien? No quiero que cojas un resfrío—dijo y asentí. Me condujo hasta el baño donde preparó rápidamente todo y tras darme un casto beso en los labios, me dejó para que me bañara. No había notado el frío que sentía hasta que el alivio recorrió mi cuerpo cuando el agua caliente cayó sobre mi piel. Cuando terminé, noté que Lisa me había dejado toallas secas, unos pantalones deportivos y su sudadera a juego. 

Salí del baño completamente vestida y sólo entonces noté que Lisa me esperaba en la habitación. Me hizo tomar asiento en la cama y comenzó a secar mi cabello mientras lo cepillaba. De vez en cuando me daba uno que otro beso en el cuello o la nuca y simplemente me dediqué a disfrutar de sus pequeñas demostraciones de afecto. Cuando quedó satisfecha, apagó el secador y se sentó frente a mí. No dijo nada, sólo se dedicó a observarme.  

What does Chaelisa say?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora