066

850 71 4
                                    

Lisa POV.

Paz. Si tuviese que elegir una palabra para describir cómo me sentía en ese momento, la palabra sería paz. Y la única persona que había sido capaz de calmar todas mis angustias y callar todos mis demonios había sido ella. Rosé. Tras aquella conversación, ella nos preparó el desayuno y luego sugirió que nos recostáramos para aprovechar lo que quedaba de mañana. Y así nos encontrábamos; recostadas en su cama, ella abrazándome por la cintura y apoyando su cabeza en mi pecho. Yo acariciaba su espalda con una de mis manos y con la otra sostenía una de sus manos. Su respiración se había hecho regular por que lo supuse se había quedado dormida. Yo seguía demasiado alucinada para poder pegar un ojo; la conversación que habíamos tenido había sido surreal. Me había preparado toda la noche anterior para que ella me mandara al diablo y terminara conmigo en cuanto le confesara todo lo que estaba pasando. Pero una vez más ella me sorprendía con su infinita bondad. Sabía que no la merecía, pero era demasiado cobarde y egoísta para apartarla de mi lado. Solo pensar en perderla y no poder disfrutar de su compañía y sus caricias hacía que me dolieran las entrañas. De lo único que estaba segura es que la necesitaba en mi vida; necesitaba su amabilidad, su generosidad, su valentía, su compasión y su amor. Sonreí para mis adentros al pensar en que esa chica tan maravillosa me amaba... realmente me amaba. 

En algún momento me debí quedar dormida porque cuando abrí los ojos Rosé ya no se encontraba a mi lado, pero sí tenía dos bolas de pelos acurrucadas a mi costado. Los nuevos miembros de ese hogar dormían plácidamente sin ninguna preocupación.  Miré a mi alrededor y no divisé a Rosé por ningún lado, así que con cuidado me levanté y fui en su búsqueda. Sólo había dado unos pasos cuando la vi en la cocina; estaba preparando algo muy concentrada ya que no se había percatado de mi presencia. Sin meter ruido me acerqué hasta quedar tras ella y sólo cuando estuve lo suficientemente cerca la abracé apoyando mi mentón en uno de sus hombros.

—¿Por qué te levantaste?—me quejé besando su cuello y la escuché reír. Cómo me gustaba y tranquilizaba su risa.

—Tenía que preparar el almuerzo. Ya es tarde ¿sabes?

—No era necesario que cocinaras, podríamos haber pedido algo y de esa manera te hubieses quedado en la cama conmigo.

—Eres una derrochadora ¿Por qué pediríamos algo de comer si tenemos comida aquí mismo?—comentó con humor.

—De acuerdo, de acuerdo—suspiré rindiéndome—¿Qué estás preparando?

—Gimbap.

—Mm... se ve delicioso—comenté—¿Puedo probar?

—Claro—dijo ella terminando de cortar un trozo y me lo dio en la boca. Uno de los puntos más fuertes de Rosé era la comida; en serio, cada vez que cocinaba era un deleite y esta vez no había sido la excepción—¿Cómo está?

—Está muy bueno—dije con la boca llena y ella sonrió aliviada y me dio a probar más. No me molestó en absoluto, me encantaba ser mimada por ella. 

Luego de comer, vimos una película romántica muy cliché -o más bien hicimos el intento ya que luego de 15 minutos decidimos que era mucho más interesante ocupar el tiempo en otro tipo de actividades. Cuando Rosé se levantó a alimentar a Leo y Luca ya eran casi las diez y debía volver a casa. Comencé a vestirme pero ella me miró con el entrecejo fruncido. 

—¿Qué haces?

—Ya debería volver a casa... se hace tarde.

—Eso sí que no—repuso tomando mi camiseta y lanzándola lejos—Debes compensar el tiempo perdido así que debes quedarte aquí esta noche.

—¿Qué?

—Sí. Estuve dos días enteros sin oír palabra tuya. Debes compensarme—explicó mientras gateaba en la cama para llegar frente a mí. Fue imposible no sonreír.

—¿Qué puedo hacer para compensar mi terrible falta?—pregunté. 

—Debes quedarte conmigo, por supuesto—dijo ella con una amplia sonrisa en su rostro antes de besarme con dulzura. No sé si se refería a esa noche o a quedarme con ella para siempre, pero en ese momento lo único que sabía con certeza es que no quería irme de su lado. 

Al día siguiente fue difícil salir de la cama. Rosé se encontraba entre mis brazos y a nuestros pies se encontraban Luca y Leo durmiendo profundamente y lo correcto que se sentía era algo que no dejaba de sorprenderme. 

—¿Crees que deberíamos pedir el día?—sugerí pero ella rió de inmediato. 

—No puedo creer que estés sugiriendo algo tan irresponsable.

—Es que estoy muy cómoda aquí—repuse y comencé a darle pequeños besos por todo su cuello. Ella comenzó a reír y retorcerse entre mis brazos hasta que logró escapar de ellos. Saltó de la cama y rápidamente se metió en el baño murmurando cosas sobre perder el tiempo y llegar tarde. Mientras esperaba que ella saliera, me entretuve jugando con Luca y Leo que habían despertado después del ataque de Rosé. En ese momento, el celular de Rosé comenzó a recibir un montón de mensajes y no paraban de sonar las notificaciones; lo tomé con la intención de silenciarlo pero accidentalmente abrí los mensajes que no paraban de llegar. Sentí pánico; no quería que pensara que estaba invadiendo su privacidad así que me puse de pie y me dirigí al baño. La ducha ya estaba abierta cuando abrí la puerta. 

—¿Rosé?

—No nos bañaremos juntas—dijo de inmediato sacándome una leve carcajada.

—No es eso...

—¿Oh? ¿Qué sucede?

—Tu teléfono no dejaba de sonar... y quise silenciarlo pero accidentalmente abrí tus mensajes—dije con cierto nerviosismo. Ella no dijo nada, abrió un poco la cortina y asomó su cabeza. 

—¿Puedes chequear que no sea nada importante? Tal vez se trate de Jennie—pidió con absoluta calma. No pude evitar mirarla confundida. 

—¿No estás enfadada?

—¿Por qué lo estaría? Además no es como si tuviese algo que ocultar—repuso con tanta naturalidad que me hizo pensar que ese nivel de confianza era algo normal. Volvió a esconderse tras la cortina y continuó con su baño. Por mi parte volví a la cama y con cierta curiosidad revisé sus mensajes sólo para darme cuenta que las notificaciones provenían de un grupo al que habían agregado a Rosé. Lo abrí y habían cerca de 50 mensajes sin leer; no entendía muy bien de qué estaban hablando, sólo sabía que mencionaban algo sobre el miércoles a eso de las ocho. No reconocía a ninguna de las personas que eran parte al grupo, sólo a Jennie. Y entonces me di cuenta que sabía muy poco sobre las amistades de Rosé. Los mensajes seguían llegando e iba a silenciarlo cuando noté que alguien mencionaba a Rosé. 

Hyeri: ¿Rosé asistirá? 

Nayeon: Jennie dijo que sí 

Bang Chan: ¿Es así? ¡Genial! Hace mucho que no sé de ella 

Chaeyoung: ¡Hurra! 

Hyeri: <3

Tzuyu: ¡Será un reencuentro muy intenso! ¿No es así, Hyeri? hehe

Nayeon: ¡Apuesto a que lo será! 

Felix: ¿De qué me perdí?

Tzuyu: Tarde... siempre tarde...

Chaeyoung: ¡No puedo esperar! Ya quiero que sea el día

Nayeon: ¿Entonces nos reuniremos en...?

 No tenía idea por qué, pero algo no me cuadraba del todo en la conversación. Luego comenzaron a hablar del lugar donde se reunirían por lo que silencié su teléfono y lo dejé sobre la mesita de noche. Me quedé pensando en la conversación. Ningún nombre se me hacía familiar, Rosé nunca mencionó a alguna de las personas en ese chat y un nombre en particular llamó mi atención ¿Quién sería Hyeri? ¿Por qué insinuaban que sería un reencuentro intenso? ¿Por qué ella estaba interesada en saber si Rosé iría a esa reunión y por qué envió un corazón cuando confirmaron su asistencia? Me moría de ganas por preguntarle a Rosé, pero sentía que llenarla de ese tipo de preguntas podrían agobiarla y no quería molestarla. No después de todo lo que había sucedido esos últimos días. 


What does Chaelisa say?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora