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Lisa POV.

Cuando volví de mi comida con Jisoo, los muchachos de la oficina ya habían regresado y Rosé seguía trabajando muy concentrada. Se había puesto unos lentes que la hacían ver muy sexy. Estaba tan concentrada dibujando que se le hacía una arruga en el entrecejo. Fue imposible no sonreír ¿Cómo no me había dado cuenta antes que cada detalle suyo me gustaba? En ese instante me di cuenta que la estaba mirando embobada por lo que me dirigí con paso firme a mi oficina y me encerré hasta la hora de salida. Vi por la ventana como los muchachos comenzaban a alistarse para irse. Rosé hizo lo mismo. Por supuesto ella llamó absolutamente mi atención y una vez más no pude dejar de observarla. Noté que se tocaba el cuello y lo movía de un lado para otro. Probablemente le dolía después de haber estado trabajando sin descanso. Suspiré. Realmente ella no velaba por su bienestar. Jungkook se dirigió a mi oficina y me informó que se retirarían, les deseé un feliz regreso a casa y se marcharon. Desearía poder haberme ido con ellos pero aún tenía una infinidad de cosas por hacer. 

Habían pasado diez minutos desde que todos se habían ido, por lo que cuando escuché a alguien tocando la puerta me sorprendí. 

—Adelante.

—Con permiso manager—la joven de cabellera rubia entró a mi oficina con una leve sonrisa.

—¿Rosé? ¿Qué haces aquí? Creí que ya te habías ido a casa con el resto. 

—Así es, pero vi que la manager seguiría trabajando hasta tarde y pensé que tal vez se saltaría la cena—se acercó a mi escritorio y me dejó un sándwich y un jugo. Nuevamente fue imposible no sonreír a tan encantadora muchacha. Era una experta en preocuparse por otros pero cuando se trataba de sí misma era un desastre.

—No debiste molestarte, Rosé. Gracias.

—Es importante que se alimente bien, manager.

—¿Oh? ¿Y qué hay de ti? Nuevamente te saltaste la comida hoy—la acusé arqueando una ceja. Ella se sorprendió con mi pregunta y comenzó a jugar con sus dedos.

—No me la salté. Me comí el cupcake que me regaló—se excusó. Aquello hizo que yo me sonrojara, algo que rara vez sucedía. 

—Oh, ya veo... pero ese no es un alimento apropiado para el almuerzo—repuse—Asegúrate de comer bien y tomar los descansos correspondientes. No me gustaría que te enfermaras.

—Lo haré manager—sonrió levemente ruborizada—Ya me marcho. Que tenga buena noche—se despidió inclinándose. Asentí y le sonreí. 

—Que llegues bien a casa, Rosé—la mencionada salió de la oficina cerrando con cuidado la puerta. Escuché como sus tacones se alejaban hasta que finalmente no los escuché más. Me recosté en el asiento y di un largo suspiro. Sus atenciones hacia mí debían significar algo ¿no? 

Una hora más tarde me di por vencida. Desde la visita de la rubia apenas y había podido concentrarme en la presentación. Tomé mis cosas, apagué todo y me dirigí a casa. Como de costumbre a esa hora no había tráfico por lo que disfruté el camino a casa e incluso me permití fumar un cigarrillo. Cuando llegué a casa, grande fue mi sorpresa al encontrar las luces encendidas. Entré con cautela hasta que vi a la responsable de pie frente al bar.

—¿Cómo entraste, Irene?—pregunté. Ella se dio media vuelta con una sonrisa de oreja a oreja. Pasé por alto el hecho de que estaba usando mi albornoz. 

—¿Cómo? Tengo la copia de tu llave, listilla—repuso acercándose y entregándome una copa de vino. Tenía que cambiar la cerradura cuanto antes. Recibí la copa que me estaba ofreciendo y le di un sorbo mientras dejaba mis cosas sobre el taburete. 

What does Chaelisa say?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora