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Lisa POV.

Felicidad y plenitud era la única manera en que podía definir las últimas semanas. Con Rosie las cosas no podían ir mejor. Habíamos hecho casi una rutina salir los viernes con los muchachos de la oficina y normalmente era ella quien me ayudaba a llegar a casa cuando bebía un poco más de la cuenta. Contra todo pronóstico, también nos habíamos unido a algunas de las citas de Jennie y Jisoo. Con Rosie seguíamos sin entender por qué no oficializaban lo que tenían si hacían y actuaban como dos enamoradas.

Todo parecía marchar sobre ruedas si no considerábamos que durante la última semana habíamos tenido la mala suerte de encontrarnos muchísimo con Irene. Llegué incluso a pensar que nos estaba acosando; fuimos a cenar a un restaurant japonés y ahí estaba ella, fuimos al cine y ahí estaba ella, fuimos de compras y ahí estaba ella. Incluso cuando llevamos a Luca y Leo al veterinario para ponerle sus vacunas, nos encontramos con ella. Por supuesto que en cada encuentro sus comentarios mal intencionados que buscaban hacer sentir mal a Rosé no faltaban. Aunque si lo pensaba detenidamente, era yo quien siempre lograba hacerla sentir mal cuando me enfadaba y despotricaba contra Irene y su acompañante; que siempre era alguien distinto. Me enfermaba del estómago. Rosé por lo general escuchaba en silencio mis descargos y cuando por fin me daba cuenta de que lo estaba arruinando, ella ya se había recluido en sí misma. Me costaba infinidades sacarla de ese estado, aunque nunca me recriminó nada. Ni una sola vez... hasta ahora. 

—En serio ¿A quién cree que engaña con ese cuento de que estaba en una reunión de negocios? ¿Es una coincidencia que esa reunión haya sido con el hijo de un socio que casualmente tiene su edad? No lo creo. Estoy segura que sólo busca llevárselo a la cama ¡y no me sorprende! Lo hacía antes ¿por qué no habría de hacerlo ahora?—comentaba sin parar mientras me quitaba la chaqueta y la tiraba sobre el sillón. Habíamos tenido la mala suerte de cruzarnos con Irene y su cita en un restaurant cuando íbamos de salida del mismo lugar. Antes de poder darme cuenta de lo que estaba haciendo, me dirigí a su encuentro para confrontarla. Ella se veía muy satisfecha con mis reacciones y odiaba eso más que nada. Rosé nuevamente había estado silenciosa mientras yo me encargaba de decirle unas cuantas verdades a la morena. Durante todo el trayecto a casa seguía despotricando. Rosé había entrado y se dirigió directo a Leo y Luca para acariciarlos. Se agachó, poniéndose de cuclillas y acarició la cabecita de los felinos que ronroneaban con sus caricias. 

—¿Por qué te importa?—preguntó interrumpiendo mi monólogo. La miré confundida—¿Por qué te importa con quién salga o deje de salir Irene? ¿Por qué te molesta que ella haya decidido continuar con su vida?

—No... no me molesta—mentí. 

—Sí, te molesta—afirmó ella con tranquilidad—¿Por qué?

—...

—¿Es porque aún tienes sentimientos por ella? ¿Aún sientes que te pertenece y sientes celos cuando alguien se acerca a ella?—preguntó poniéndose de pie para mirarme directamente a los ojos. Yo negué inmediatamente con la cabeza.

—No, Rosie.. Yo te amo a ti—dije tomándola por la cintura. Ella sonrió pero su sonrisa no llegaba a sus ojos. Era una sonrisa triste y odiaba ser yo quien la puso en su rostro.  

—Una cosa no quita la otra. Puedes amar a dos personas a la vez, Lili—repuso. 

—No amo a Irene. Supongo que sólo es la costumbre—me encogí de hombros intentando quitarle importancia—Estuvo tanto tiempo prometiendo que esperaría por mí y que nunca estaría con nadie que tal vez lo creí. Y al darme cuenta que no es así, me hace sentir...

—Traicionada—completó ella. No pude hacer otra cosa que asentir con la cabeza. Ella no dijo nada, se limitó a contemplar los botones de mi blusa y eso no me agradaba nada. Con una de mis manos tomé su barbilla e hice que levantara su cabeza. 

—Te prometo que se me pasará. Lo que siento con Irene no tiene nada que ver con lo que siento por ti. Te amo Rosie... te amo tanto que no puedo pasar un día sin ti.

—Yo también te amo Lili. Te amo demasiado—dijo ella. Me sentía extrañamente ansiosa por su tranquilidad. Su tranquilidad no me daba ni una pista de lo que estaba pasando por su cabeza. Esa cabecita que pensaba demasiado y se llevaba consigo todos sus grandes secretos. Me acerqué a ella lentamente sin dejar de mirarla en ningún momento. Ella no se alejó y eso me tranquilizó. Cerró sus ojos cuando nuestros labios se rozaron... y la besé. La besé esperando transmitirle todo lo que sentía; quería que se sintiera segura. Quería que supiera que ella era la única para mí. 

xxx

Los días siguientes transcurrieron con calma. Rosé no había vuelto a tocar el tema de Irene y por fortuna no nos volvimos a cruzar con ella fuera del trabajo. Jisoo había vuelto a Nueva York por trabajo, al parecer estaría un mes fuera y esa noticia no le sentó muy bien a su novia no oficial. Por esto mismo, Jennie se había ofrecido a participar de una capacitación en Incheon, probablemente para mantenerse ocupada y no pensar en Jisoo. Rosé no paraba de enviarle mensajes diciéndole cuánto la extrañaba. La amistad que tenían era bastante linda, más que amigas parecían hermanas y me alegraba que se tuvieran la una a la otra. 

Por fin había llegado el viernes y había sido todo un acontecimiento que los muchachos de la oficina no quisieran salir porque tenían planes. No le había dicho a nadie pero la idea me encantaba, nada podía ser mejor que irme directo a casa para volver con mi novia. Había salido un poco más tarde porque me negaba a marcharme sin terminar de redactar el último informe que me quedaba. Rosé se había adelantado porque dijo que quería comprar un par de cosas para la cena. Sólo el pensar que ella me prepararía la cena, el saber que me estaría esperando en casa y el saber que esta noche me dedicaría a amar cada centímetro de su cuerpo me hacía inmensamente feliz. Había agarrado todas mis pertenencias para marcharme cuando sonó mi celular. Vi de quien se trataba y estuve a punto de mandarla al buzón de voz, pero decidí terminar con eso rápido.

—¿Qué quieres?—pregunté apenas contesté. Sólo sollozos se escuchaban del otro lado de la línea.

—Li...Li...Lisa...

—¿Irene? ¿Qué sucede?—pregunté preocupada ante el histérico llanto. 

—Li...sa... te... necesito...—dijo sin poder dejar de llorar.

—¿Dónde estás?—pregunté.

—Li...sa...

—¿Dónde?—repetí saliendo a paso firme de la oficina en dirección a Irene. 


What does Chaelisa say?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora