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Rosé POV.

Cuando por fin me senté en mi escritorio después de compartir saludos con el resto, noté que las luces de la oficina de la manager estaban encendidas. Había llegado muy temprano y eso me sorprendió. 

—¡Oh! Al parecer la manager madrugó—comentó Jungkook que había notado lo mismo que yo—Iré a entregarle esto—informó enseñándonos una carpeta. Lo seguí con la mirada esperando en vano que la manager saliera a saludarnos pero eso no ocurrió. Jungkook entró y salió a los minutos después sin ninguna novedad. Hice un mohín. Me parecía increíblemente extraño su comportamiento pero a ninguno de los chicos parecía extrañarles.

A las diez por fin se abrió la puerta de su oficina y pude contemplar a la diosa griega que me robaba el sueño. Aquel día como de costumbre se veía guapísima, aunque noté unas leves ojeras bajo sus ojos. Sólo nos saludó y se fue a una reunión. No volví a verla el resto del día. Cuando volví de almorzar con Sana, Jimin nos comentó que la manager se había ido temprano. El haberla visto tan poco esos últimos dos días me tenía muy deprimida. Adicional a eso, no tenía mucho trabajo que hacer ya que había terminado los bosquejos y debía esperar su aprobación y sin esta no podía avanzar. Traté de entretenerme ayudando a Jungkook, Sana y Jimin en todo lo que podía. Finalmente a las cinco estaba lista para irme a casa por lo que tras despedirme de todos, me dispuse a marcharme. Entré al elevador y esperé pacientemente a que este llegara al primer piso, pero cuando iba en el piso 8 se detuvo y entró alguien a quien no esperaba ver.

—Manager—saludé.

—Oh... Rosé—saludó cortésmente. Entró y presionó el botón del estacionamiento.

—Pensé que ya se había marchado a casa—comenté.

—Lo había hecho pero olvidé entregar unos documentos—explicó regalándome una leve sonrisa. La miré detenidamente y se veía muy cansada.

—¿Está bien manager? Luce... cansada.

—Hm...estoy bien, no he dormido lo suficiente, eso es todo—me tranquilizó. El elevador llegó al primer piso. Deseé con todas mis fuerzas que hubiese un apagón para que nos quedáramos encerradas, pero eso no sucedió. Las puertas se abrieron y no me quedó de otra más que resignarme e irme a casa.

—Ya veo... bien, nos vemos manager—me despedí. Comencé a salir del elevador pero de pronto la manager me agarró del brazo, haciendo que me detuviese. La miré confundida. 

—¿Quieres... que vayamos a tomar un café o algo?—preguntó. Me pareció notar cierto rubor en sus mejillas, pero no estaba segura. Me sentía confundida y emocionada en partes iguales.

—¿Cómo...?

—Conozco una buena cafetería. Claro... sólo si quieres, si estás cansada puedes irte no hay...

—Claro que quiero ir, gracias manager—la interrumpí sin poder controlar mi sonrisa. 

Entré nuevamente al elevador y bajamos hasta el estacionamiento. Me condujo hasta su vehículo y nuevamente abrió la puerta para mí. Estaba encantada con sus atenciones. Una vez que ella entró al auto puso un poco de música y nos dirigimos a nuestro destino. 

Condujo hasta una parte de la ciudad que no frecuentaba demasiado ya que era demasiado ostentoso para mí o mi bolsillo. Estacionó el auto, se bajó y abrió mi puerta para que yo la siguiera, lo cual hice encantada. Pese al entusiasmo que me recorría de pies a cabeza por esa extraña invitación, no pude evitar notar que la manager parecía distraída y eso me preocupó. Quizá realmente estaba cansada y esto había sido una mala idea. 

—¿Está segura que no quiere ir a casa a descansar?—pregunté caminando a su lado. Ella me miró sorprendida y negó con la cabeza con una leve sonrisa.

—Claro que no. Si estuviese demasiado cansada no te habría invitado-repuso.

Caminamos un par de cuadras hasta que llegamos a una cafetería que estaba bastante escondida. Al entrar quedé inmediatamente fascinada; el olor a café recién preparado y bizcochos recién salidos del horno me hicieron agua la boca. La decoración era bastante sencilla y sólo contaba con un par de mesas y sillones, ya que no era demasiado grande. 

—Me encanta este lugar, hace que te olvides de tu alrededor por un momento ¿no?—comentó pensativa mirando a su alrededor. Asentí totalmente de acuerdo.

—Es como la casa de una abuela... en el buen sentido, claro.

—También lo pensé la primera vez que vine aquí—sonrió abiertamente y nos acercamos al mostrador. Pidió dos cafés y dos bizcochos de chocolate y trufa. No pude evitar sonreír cuando escuché su pedido. Una vez pagó por las cosas, nos dirigimos a una de las mesas vacías al lado de un gran ventanal que nos daba una bella vista de las calles de la ciudad. 

—¿Cómo conoció este lugar?—quise saber.

—Hm... cuando comencé a trabajar en la compañía tuve una reunión con un cliente cerca de aquí. Fue una de mis primeras reuniones y no salió muy bien. Terminé caminando por estas calles y de alguna manera llegué aquí. Luego de un café y un bizcocho olvidé por completo la reunión—explicó con algo de nostalgia. Me maravillaba conocer más de mi diosa griega. 

—Al menos algo bueno salió de esa reunión—la animé y ella asintió. En ese momento nos trajeron nuestros cafés y los bizcochos que había pedido.

—Me sorprendió cuando llevaste un bizcocho de chocolate y trufa hace unos días. Son mis favoritos—comentó tomando un sorbo de su café.

—También son de mis favoritos. Aunque este es aún más delicioso que el de Starbucks—analicé luego de darle un mordisco. Ella sólo sonrió.

—Oh, a propósito... no tuve tiempo de decirlo antes, pero los bosquejos que dejaste son excelentes.

—¿Oh? Me alegra escucharlo—suspiré con alivio—Temía que no los aprobara.

—En absoluto. Realmente tienes mucho talento, Rosé. No deberías dudar de ti.

-Asentí muy contenta. Había estado deprimida la mayor parte del día pero ahora que estaba tomando un café con ella y que además le hubiesen gustado mis bosquejos hacía que todo mi tormento fuese olvidado.

—¿Puedo ver tu teléfono un segundo?—preguntó. 

Aquello me tomó totalmente desprevenida. Lo saqué de mi bolsillo, lo desbloqueé y se lo entregué. Noté que lo miró con recelo, probablemente debido a que se trataba de un celular plegable que estaba pasado de moda. Ingresó a mis contactos y registró algo. Luego me lo devolvió.

—Ahí está mi número de teléfono. Si necesitas preguntarme algo y no estoy en la oficina, puedes llamar.

—Oh—me sonrojé al pensar en el gran tesoro que tenía ahora en mi teléfono. Asentí y le regalé una amplia sonrisa—Gracias manager.

Luego de eso estuvimos hablando por un largo rato. Ella quiso saber más sobre mí, mi familia, estudios y otros cosas. Le comenté lo mínimo ya que no me parecía que todavía estuviésemos en un terreno donde simplemente pudiese contarle que mis padres me abandonaron y no querían saber nada de mí. A su vez, ella me comentó de sus estudios y trabajos anteriores. Cuando le pregunté por su familia ella sólo dijo que estaba sola. No quise preguntar más ya que ella no parecía querer hablar más al respecto.

Dos horas después ya se había hecho un poco tarde y se ofreció a llevarme a casa. Nuevamente puso música y condujo en silencio. Esta vez no pidió indicaciones y se detuvo frente a mi estudio. 

—Gracias por acompañarme hoy—dijo con una sonrisa. 

—No. Yo soy quien debería agradecerle manager. Me divertí—sonreí para confirmar mis palabras.

—Sé que fue repentino, pero... No lo sé, es como que de alguna manera tu compañía me tranquiliza—comentó pensativa mirando a través de la ventana. No supe que responder ante eso. Sus palabras aceleraron mi corazón. Entonces me miró y sonrió—Gracias de nuevo. Buenas noches.

—Buenas noches, manager. Que llegue bien a casa—me despedí antes de salir del auto. Una vez fuera ella arrancó el vehículo y se fue rápidamente. Inhale profundo y desde ese minuto sabía que esa noche sería imposible dormir pensando en sus palabras. 

What does Chaelisa say?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora