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Rosé POV.

Mientras la manager me llevaba por unas escaleras que nunca había visto estaba intentando procesar lo que acababa de suceder. Sería una excusa absurda culpar al alcohol, pero este sí me había dado valor suficiente para sacar a bailar a la manager. Y mentiría si dijera que el baile que tuvimos no causó estragos en mi interior ¡Y ni hablar de nuestro casi segundo beso! Mi cabeza era un lío. Cuando cruzamos por una puerta y sentí el aire frío en mi rostro, me di cuenta que habíamos llegado a una especie de azotea. Era bastante amplia y estaba vacía. Sin soltar mi mano, la manager me llevó hasta un rincón y me apoyó contra una pared, mirándome fijamente.

—Rosé... Necesito que seas honesta conmigo—dijo con su respiración algo agitada y estaba segura que nada tenía que ver con las escaleras que acabábamos de subir.

—De... de acuerdo—dije nerviosa. Ella asintió y se acercó un paso más a mí.

—¿Yo te gusto?—preguntó directo y sin titubear. Su pregunta aceleró mi corazón y de inmediato sentí mis mejillas ruborizadas.

—Yo... yo...

—Por favor, Rosé... Quiero que seas honesta—pidió sin dejar de mirarme. Inhalé profundamente intentando tranquilizarme. Era momento de poner mis cartas sobre la mesa.

—Sí—respondí luego de unos segundos que se sintieron eternos. Ella no apartó la mirada de mis ojos e inhaló profundamente ante mi declaración.

—Rosé, yo... —inhaló profundo antes de continuar—...no soy un buen partido para ti. Mi última relación hizo que perdiera mi cordura y si debo ser honesta, ni siquiera recuerdo cómo era tener una relación—escuché sus palabras con atención y en lo profundo de sus ojos vi que algo la atormentaba.

—Manager... Es la primera vez que siento esto por alguien. No quiero que desaparezca sin antes haberlo intentado—tomé sus manos entre las mías en un intento de transmitir mis sentimientos.

—Rosé...—aún no estaba del todo convencida—Tú lo haz dicho, e la primera vez que te sientes así. No creo que yo sería un buen recuerdo de tu primer amor.

—Tampoco puede estar segura de eso, manager—insistí. Ella me miró un par de segundos fijamente a los ojos y antes de que pudiera decir algo, se acercó para besarme dulcemente. Sus labios eran suaves y estaban fríos por la brisa nocturna. Su lengua danzaba al mismo ritmo que la mía. Saboreó mis labios y yo los suyos. No podía creer que por fin estuviese ocurriendo. Había soñado tantas veces con este momento y la realidad superaba con creces la realidad. Se separó unos centímetros cuando comenzamos a quedarnos sin aire y apoyó su frente contra la mía. La miré y aún tenía los ojos cerrados e intentaba regularizar su respiración.

—Fue mucho mejor de lo que pensé—dijo después de unos segundos y abrió los ojos para mirarme. Puso una de sus manos en mi mejilla y con su pulgar me acarició gentilmente. La tomé de la cintura con ambas manos negándome a dejarla ir y sonreí—Rosé... nadie puede enterarse de esto. Lo sabes ¿verdad?

—Lo sé, manager. Prometo no decirle a nadie—prometí esperanzada al oír sus palabras. 

—Sé que no será lo ideal pero... me esforzaré por hacerte feliz—sonreí ampliamente y asentí con la cabeza. Era todo lo que podía pedirle. Sabía que no estaba enamorada de mí y que probablemente mis sentimientos eran mil veces más profundos que los suyos pero debía ser paciente porque estaba convencida de que lograría hacerla sentir lo mismo. 

—¿Lo sabrá Jisoo?

—Sí. Ya sabe que has estado en mi cabeza por un tiempo asique me pedirá detalles—comentó con una sonrisa y no pude evitar reír. Era lo mismo con Jennie. Sin decir otra palabra volvió a acercarse para besarme. Esta vez su beso fue mucho más demandante y me esforcé por seguirle el ritmo. Cuando estuve por quedarme sin aliento, ella comenzó a descender sus besos por mi mandíbula y mi cuello—Deseé hacer esto toda la tarde. Eres adictiva, Rosé.

—Ah... manager—dije entre suspiros. La manager bajó de a poco su intensidad hasta que terminó dándome pequeños besos por toda la línea de mi mandíbula haciéndome reír. 

—Lisa—dijo de pronto. Puse cara de confusión—Cuando estemos a solas puedes llamarme Lisa. Es extraño que me digas manager considerando la situación—explicó.

—Pero me sentiría extraña llamándole Lisa—repuse.

—¿Qué? ¿Acaso te gusta el rollo "jefe-subordinada"?—bromeó y negué con la cabeza. Ella me dio un último beso casto en los labios antes de alejarse—Deberíamos volver. Las chicas de seguro se preguntan dónde estamos.

Hice un mohín involuntario. No quería volver aún. Ella lo notó y agarró mi mano.

—Vamos—dijo sonriendo. No pude evitar devolverle la sonrisa y bajé un poco más feliz al tener su mano sosteniendo la mía.

Cuando volvimos a la mesa notamos que esta se encontraba vacía. Lisa sacó su móvil y revisó sus mensajes y al cabo de un rato, suspiró a mi lado. 

—Se han ido juntas. Jisoo dejará a tu amiga en casa así que no debes preocuparte—informó. Ese pedazo de información me sorprendió ya que Jennie nunca me había dejado a la deriva antes—¿Quieres volver a casa?—preguntó y la miré ansiosa. Si debía ser honesta, no quería volver. 

—No, quiero seguir contigo—repuse. Lo dije bajito pero aún así ella escuchó y esbozó una leve sonrisa.

—¿Te gustaría entonces ir a mi casa?—preguntó y su propuesta me llenó de emoción. Asentí enérgicamente y ella me miró curiosa. Nos acercamos a la barra y ella pagó mi cuenta antes de que pudiese protestar. El dueño, V, se acercó a ella y hablaron amigablemente antes de despedirse. Cuando salimos noté que un taxi ya nos estaba esperando por lo que subimos de inmediato y nos encaminamos a su casa. 

What does Chaelisa say?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora