Se hallaba en los tenebrosos e intrincados pasillos de un teatro desconocido, en el que las débiles luces de los halógenos del techo arrancaban destellos espeluznantes a las tenazas que Bogum aferraba en la mano. Lo perseguía. Él corría como a cámara lenta, chocando con las estructuras difusas y extrañas que se iba encontrando en el camino.
Le dolían los pulmones, el apresurado bombeo de su corazón le retumbaba en los oídos y, por debajo del estentóreo sonido de sus jadeos, escuchaba el escalofriante tono de su voz.
—Este no es tu lugar. Te lo advertí y te empeñaste en contradecirme. Ahora ya es tarde. —Taehyung escuchó el sonido de las tenazas cerca de su espalda. Clic, clic, clic—. No me has dado otra opción.
Justo entonces encontraba un refugio tras el tupido tejido de un viejo telón.
Aterrorizado, apretaba la espalda todo lo que podía contra la pared y aplastaba las palmas de las manos contra la boca. Pero sus pasos andaban cerca.
Más y más cerca, hasta que el terrible ruido que él hacía al chocar entre sí la cabeza de las tenazas sonó a dos palmos de su cara. Y, de repente, él apartaba el telón dando un brusco tirón. Pero ya no era Bogum quien lo perseguía.
O, al menos, ya no tenía su aspecto. A quién vio frente a él con la intención de hacerle mucho daño fue a Mingyu.
Y los rasgos de Mingyu se transformaron en los de Jongsuk, y los de Jongsuk en los de Changwook. Los de Changwook en los de Hoseok y los de Hoseok en los de Jungkook.
Despertó desorientado, confuso, con un sabor agridulce en el fondo de la garganta. Se llevó una mano al pecho desnudo y tragó saliva.
Tenía la garganta reseca, como si hubiera gritado, aunque sabía que no lo había hecho, ya que volvió la cabeza y se encontró con el rostro relajado de Jungkook. Tenía los ojos cerrados y su respiración era pesada. Dormía profundamente, con un brazo rodeándole la cintura.
Yacían desnudos sobre los almohadones que hacía un rato —no sabría precisar cuánto—, él había arrojado sobre la alfombra que decoraba el suelo. Sobre ellos habían vuelto a hacer el amor de ese modo tan especial que se habían prometido, adorados por las llamas doradas que bañaban sus cuerpos en color oro. Si la primera vez había sido excepcional, la segunda lo había doblado en intensidad y dedicación. ¡Y en duración! Había tenido dos orgasmos maravillosos, al igual que él.
Cómo le hubiera gustado tener un despertar espléndido, acurrucarse contra ese hombre formidable y pasar el resto de la noche durmiendo entre sus brazos.
En vez de eso, una maraña de nervios comenzó a encogerle el estómago, y las palmas de las manos se le cubrieron de un sudor pegajoso.
Sabía perfectamente cómo interpretar el final de aquel espantoso sueño. Las barreras con las que detenía los remordimientos se habían derrumbado mientras dormía, recordándole que había vuelto a cometer el mismo error imperdonable que una vez le arruinó la vida.
Jungkook era estupendo. Representaba todo lo que él admiraba de una persona.
¡Pero seguía siendo su jefe! Ese tipo de relaciones siempre acarreaban graves conflictos e indeseables consecuencias.
Estaban destinadas al fracaso, con el agravante de que una de las partes todavía no había superado el fallecimiento de su anterior pareja.
¿No le habría hablado ya de Yugyeom en el caso contrario?
Emitió un suspiro tembloroso. Tenía la esperanza de que todavía no fuera demasiado tarde para sobreponerse a la carga de emociones que le inundaba el corazón. De ahora en adelante, tendría que evitar encontrarse a solas con él. Era el único método que se le ocurría para que aquello no volviera a suceder.
Con lentitud y delicadeza, asió la muñeca de Jungkook y desplazó a un lado el brazo con el que lo sujetaba. No se inmutó, y él pudo incorporarse y ponerse en pie sin alterar su sueño. Buscó su ropa por los alrededores y se fue vistiendo cuidadosamente. Los ventanales seguían mostrando la oscuridad de la noche pero ya no llovía. Todo estaba silencioso y tranquilo. Excepto su mente.
Con las botas colgando de la mano le dedicó una última y pesarosa mirada.
¿Por qué su vida siempre tenía que ser tan complicada? Las cosas importantes que a mucha gente no le costaba conseguir, como una pareja que lo quisiera y lo respetara, a él le suponían un grandísimo esfuerzo. Siempre había un impedimento, un obstáculo insalvable, o una mala elección.
Cabizbajo, caminó hasta la puerta de puntillas y recuperó su abrigo. Se calzó junto al umbral y después se marchó sin hacer ruido.
Él no estaba a su lado cuando despertó.
Sus ropas tampoco estaban esparcidas en el lugar donde habían caído cuando él se las quitó con tanta pasión. A menos que estuviera en el baño, se había marchado en algún momento de la madrugada.
No estaba allí. El silencio le respondió cuando tocó con los nudillos en la puerta.
Solo eran las cinco de la madrugada pero dudaba mucho de que pudiera volver a conciliar el sueño, así que se dispuso a darse una ducha.
No sabía cómo sentirse respecto a la huida de Taehyung. Era como si le hubieran dado a probar de su propia medicina. Él tampoco se había quedado a pasar la noche con ninguna de las personas con las que había estado en los últimos tiempos. Pero aquello era diferente.
Había sentimientos implicados por parte de los dos.
Tampoco sabía cómo encajar eso.
Mientras se enjabonaba y dejaba que el agua caliente le templara los músculos indagó en ello. ¿Qué demonios le estaba sucediendo?
Taehyung le atraía mucho físicamente, le gustaba charlar con él y había tenido el mejor sexo que recordara. Debería haberse despertado con la mente satisfecha en lugar de sentirse tan vacío.
«Porque no ha sido suficiente, chico. Necesitas más de él», le dijo la fastidiosa vocecita de la conciencia.
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Runaway ✿KookTae✿
FanfictionKim Taehyung siente que ha tocado fondo. Sus días de gloria como cantante en los mejores clubes de Seúl terminaron cuando decidió poner punto y final a una relación amorosa con su jefe, un magnate de los negocios que no acepta la ruptura y reduce la...