Capítulo 22

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En el puerto interior de Busán, los preparativos para la celebración de la noche de fin de año ya estaban listos.

Espectáculos de música en directo, una impresionante exhibición pirotécnica…

Todavía faltaban más de veinticuatro horas para la cuenta atrás pero el ambiente a festejo ya se respiraba en el aire.

El puerto era el punto de encuentro de habitantes locales y turistas, y no solo los coreanos celebraban a lo grande esa noche tan especial. Desde luego, el enclave era perfecto.

En la primavera anterior, mientras su madre se recuperaba en el hospital de la delicada operación en la que se le había extirpado el tumor cerebral, Taehyung pasó mucho tiempo allí. A veces daba largas caminatas a lo largo de todo el perímetro, y otras se sentaba en algún banco del paseo y observaba el ir y venir de las embarcaciones a la espera de que las amargas horas pasaran más rápidas.

Aquel lugar se convirtió en una especie de santuario al que acudía todos los días para sentirse un poco mejor. Desde entonces, regresar allí lo embargaba de sensaciones muy gratificantes.

Saboreaban un plato repleto de tortas de cangrejo en uno de los restaurantes más concurridos de la zona, mientras el atardecer caía sobre la ciudad y se ponían al corriente de sus vidas, aunque como solían hablar todas las semanas por teléfono estaban al tanto de la mayoría de las novedades.

Jin era escritor de novela romántica y trabajaba en los últimos capítulos de un nuevo manuscrito que Taehyung estaba deseando poder leer.

Era un lector muy fiel y no porque fueran casi familia —ansiaba que Namjoon diera el paso y le pidiera a Jin que se casara con él, aunque seguro que no tanto como el interesado—, sino que ya leía sus novelas mucho antes de conocerlo.

Cada vez que Jin nombraba a su hermano, y al cabo de la tarde habían sido unas cuantas veces, sus ojos resplandecían como si estuviera en posesión del secreto de la felicidad eterna y Taehyung lo escuchaba ensimismado. ¡Estaban hechos el uno para el otro!

Jin le contó que a sus padres les había encantado Namjoon. Lo habían conocido en Nochebuena, pocos minutos antes de la cena.

Ellos residían en Yemen desde hacía muchos años porque su padre era cónsul de la embajada de Corea en aquel país y solo regresaban al suyo en vacaciones de verano y Navidad.

—A mis padres nunca les ha gustado ninguno de mis novios pero en cambio Namjoon… mi madre aprovechó que nos quedamos un momento a solas durante los postres para preguntarme si todavía no me había pedido que me casara con él. —Puso los ojos en blanco.

Taehyung se echó a reír. ¡Así que no era el único que lo deseaba!

Él siempre había sido desgraciado en amores, nunca había acertado en la elección de las personas que habían pasado por su vida. Se preguntaba si ahí afuera todavía habría alguien para él con quien pudiera compartir ese amor tan incondicional, pero era bastante pesimista al respecto. De repente, el misterioso mecanismo de su mente le hizo pensar en Jungkook y en que nunca había conocido a un hombre tan interesante y polifacético como él.

Suspiró y luego apartó ese fastidioso pensamiento con un manotazo invisible.

—¿Qué ocurre? —le preguntó Jin.

—¿Cómo? —No se había dado cuenta de que tenía el ceño fruncido—. Oh, nada. Pensaba en… —Movió la cabeza con desenfado y saboreó un nuevo bocado de aquella delicia—. Tengo muchas ganas de ver a Namjoon.

Jin se lo quedó mirando con fijeza.

—Tú también lo encontrarás.

—¿Encontrar? —Se hizo el despistado y su amigo sonrió.

Runaway ✿KookTae✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora