Capítulo 47

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Un par de días después, el salón de Jungkook podía declararse zona catastrófica por la cantidad de cajas que se apilaban en todos los rincones.

Yeontan estaba encantado entre el desorden y no paraba de saltar en torno a ellas. Le encantaba mordisquear el cartón hasta que dejaba señalados sus pequeños colmillos.

Llevaban colocando la ropa de Taehyung en el vestidor desde que habían terminado con los ensayos de la tarde en el local. Consiguieron finalizar esa tarea poco antes de la medianoche, pero aún quedaban por colocar todos sus libros, sus DVD, sus álbumes de fotografías y demás enseres personales.

El salón ya estaba cómodamente vestido con el buen gusto de Taehyung. Había encargado otro sofá para formar una rinconera acogedora frente a la chimenea, y también había comprado una mesa y sillas ya que, ¡él no tenía!

Siempre comía en la barra de la cocina, en su despacho o fuera de casa. Sus plantas de interior le daban un aspecto luminoso y natural que conquistó a Jungkook.

—Ahora sí que parece un verdadero hogar —comentó él, dejándose caer sobre los confortables asientos del sofá tras la dura jornada.

—Me enamoré de esta casa en cuanto la vi por primera vez —le confesó Taehyung, acomodándose a su lado—. Fue como si entablara con ella una especie de conexión espiritual o algo así, ¿no es curioso?

—No lo es tanto. Esa fue la sensación que tuve cuando te conocí, aunque no solo fue espiritual —puntualizó.

Taehyung sonrió.

El teléfono celular de Jungkook vibró sobre la mesa, anunciando que tenía un correo nuevo.

Suponiendo que podía tratarse de algo importante relacionado con el trabajo, entró en la aplicación y consultó su bandeja de entrada.

La dirección de correo electrónico era la de Lee Byun Hun y en el asunto ponía:

«Información confidencial». Había dos archivos adjuntos.

Abrió el correo electrónico y leyó las líneas escritas por Byun:

Sé que dijiste que zanjara la búsqueda de Yugyeom y es lo que me proponía hacer tan pronto como terminé de hablar contigo. Me puse en contacto con mi compañero para pedirle que volviera a casa, pero él… resulta que se había topado con una pista valiosísima en las últimas horas que probaba la verdadera identidad del hombre al que estábamos investigando. Lo hemos encontrado, la documentación que te adjunto es pormenorizada e irrefutable. Es Yugyeom.

Se trata de un caso similar al que te mostré en mi despacho. También te adjunto material fotográfico. Me he demorado unos días en enviarte este correo porque estoy al tanto de lo que te ha sucedido y no quería importunarte, la noticia ha salido en todos los medios. Pero pienso que no pierdes nada por echarle un vistazo a los archivos adjuntos. Sabrás qué hacer con la información. Si lo consideras, puedes ponerte en contacto conmigo para cualquier aclaración.

Saludos cordiales. Lee.

—Mierda…

Taehyung estaba distraído en la contemplación de las llamas saltarinas de la chimenea, pero volvió la cabeza al escucharle blasfemar.

—¿Problemas?

—Le ordené que paralizara la investigación pero no me ha hecho el menor caso.

Le entregó el celular y Taehyung leyó el mensaje. Lo sintió ponerse rígido a su lado, los labios se le tensaron. Al terminar, se quedó mirando la pantalla fíjamente, sin parpadear.

Un vestigio de pánico había prendido en sus ojos.

—¿Un caso similar al que te mostró en su despacho? —inquirió, con un hilo de voz.

—Hace algo más de un mes me reuní con él. Tenía una pista sobre un hombre que se hacía llamar… no lo recuerdo, pero me dijo que vivía en Quebec. Nadie conocía su pasado. Por lo visto había roto con su vida anterior y se había hecho con una nueva identidad. Me enseñó una fotografía, se estaba besando con un hombre en medio de la calle. El parecido era asombroso pero no era Yugyeom.

Taehyung tenía todo el aspecto de sufrir una indigestión.

—¿Por qué razón él… querría hacer algo así? Es espantoso.

—No lo sé. Pero ya dejó de importarme.

Lo miró con detenimiento, buscando algún resquicio que contradijera sus palabras.

Pensaba que decía aquello para no preocuparlo, pero su actitud no podía resultar más concluyente.

—¿No vas a… abrir los archivos?

—No.

—¿No?

Su cautela, su miedo y su inseguridad le fundieron el corazón. Le pasó un brazo por los hombros y lo atrajo contra su cuerpo.

—Se ha esfumado, Tae, ya no hay rastro de Yugyeom dentro de mí. Es como observar un correo electrónico en blanco.

—¿Y no crees que deberías llegar al final de todo esto ahora que te han brindado la oportunidad de hacerlo? Aunque sea por curiosidad…

Jungkook cabeceó. Sus rasgos se habían distendido, sus ojos eran dos remansos de paz.

—Tú has arrasado con todo lo concerniente a él, hasta con la curiosidad —le sonrió.

—¿Y si alguna vez él decidiera… buscarte? Si se plantara en Seúl con la intención de…. —Se puso nervioso solo de pensarlo.

—Lo miraría a los ojos, le daría las gracias por haber salido de mi vida y luego le señalaría la puerta. —Su naturalidad, la carencia de emociones y su despreocupación, aliviaron el agitado corazón de Taehyung. Entonces se puso más serio—. Si Yugyeom no se hubiera marchado ese fin de semana, quizás nosotros nunca nos habríamos conocido. Cuando pienso en ello, en lo que podría haber sido mi vida si tú no te hubieras cruzado en mi camino yo… siento como si me robaran el alma. Eres lo mejor que me ha pasado nunca, Tae.

—Y tú eres lo mejor que me ha pasado a mí, Jungkook.

Sellaron sus palabras con un beso largo, emotivo y apasionado, que fue interrumpido por Yeontan al subirse al sofá y comenzar a ladrarles con toda la energía que cabía en su pequeño cuerpo.

Jungkook se echó a reír y Taehyung le secundó. Si el perrito pudiera hablar, seguramente les diría que eran un par de empalagosos.

Jungkook eliminó el correo electrónico.

Incluso lo borró de la papelera.

Incluso lo borró de la papelera

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Runaway ✿KookTae✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora