Capítulo 36

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Lo esperó despierto. Se había desahogado largo y tendido durante la cena con Yerim, pero no había sido suficiente. Su compañera estaba tan indignada como él pero asumía la situación con una patética resignación que a punto estuvo de cortarle la digestión. ¡Esa palabra no formaba parte de su vocabulario!

Nada más llegar al hotel intentó hablar con Bogum, pero su buzón de voz saltó una y otra vez, de modo que arrojó el celular contra la cama con todas sus fuerzas. Nunca estaba cuando se le necesitaba, ¡maldito fuera! Dio vueltas y más vueltas por la habitación hasta que poco antes de la una de la madrugada Jongsuk entró con aspecto cansado, tirando de su maleta con ruedas.

Su querido esposo enseguida supo que sucedía algo terrible porque se quedó plantado junto a la puerta y no se acercó a darle el acostumbrado beso en los labios.

—¿Qué sucede, amor mío? ¿Estás bien?

Jiho tenía el cabello despeinado, como si se hubiera peleado con un animal salvaje, y sus ojos lanzaban esquirlas de hielo.

—No, ¡no estoy bien! ¿Dónde está Changwook?

—Al final del pasillo, acabo de dejarle…

—¡Pues dile que venga!

—¿Es tan grave?

—Es peor que grave, ¡vamos!

Al momento, los tres estaban reunidos en la habitación. Jiho continuó dando vueltas entre los antiguos muebles victorianos, con la bata de seda arremolinándose en torno a las piernas cada vez que realizaba un giro brusco.

Jongsuk lo observaba sentado a los pies de la cama, con las manos apoyadas en las rodillas, y Changwook se quedó de pie junto al armario empotrado. La cara del maquillador se fue convirtiendo en una máscara a punto de resquebrajarse conforme escuchaba el airado e inacabable discurso de Jiho, incluso el tono rubio de su pelo pareció decolorarse. Jongsuk tenía sus dudas de que también se acostaba con su esposo por esa especie de obsesión que sentía por él. Esa clase de obsesión que convertía los defectos de la otra persona en virtudes. Él mismo asumía que su amor por Jiho era insano.

—No me lo puedo creer. ¡Qué hijo de la gran puta es Jeon Jungkook! — blasfemó Changwook, colérico—. No te mereces esto, precioso, no puedes consentir tantos desplantes cuando eres tú la absoluta e indiscutible estrella del espectáculo. Estoy tan indignado… Ese mojigato, con esa carita de no haber roto un plato en su vida, es de los que se follan a cualquiera para que los ayuden en sus carreras. Y además ha tenido suerte porque, ¿quién no quiere follarse a Jungkook? ¡Maldito puto!

Sssshhhtttt, bajen el tono de voz —masculló Jongsuk—. Aunque estamos en otra planta, el hotel es pequeño y podrían escucharnos.

—No estamos diciendo nada que no sea cierto —le espetó Jiho.

—Y yo que pensaba que el trato que se le dio a Minho era injusto. —Changwook meneó la cabeza y la coleta se le balanceó sobre los hombros—. No podemos quedarnos de brazos cruzados.

—Creo que Hoseok llega mañana, en cuanto tenga oportunidad hablaré con él y le dejaré las cosas bien claras.

—¿Y crees que va a hacerte caso? Él siempre se pondrá de parte de Jungkook. Son socios, cuñados y amigos —objetó Jongsuk.

—Pero Hoseok me valora mucho más que nuestro querido director y todo el mundo tiene un punto débil, hasta el más fuerte.

—¿A qué te refieres? ¿Qué punto débil? —preguntó Changwook.

—Son cosas mías.

—¿Cosas tuyas? —Jongsuk elevó las cejas—. Escuchen, ¿por qué no continuamos la conversación en otro momento? Estoy cansado y necesito dormir. Mañana me espera un duro día de trabajo. Hay que montar todo el escenario.

—Hablas como si tus asuntos fueran más importantes que los míos. ¿Cómo puedes dormir tan plácidamente después de lo que te he contado?—lo acusó con las mejillas encarnadas.

—No es eso, ¿pero qué pretendes que hagamos en este momento?

—¡Dios! —Malhumorado, se pasó las manos por la revuelta melena—. A veces me sacas de quicio.

Jongsuk agachó la cabeza y se ocupó de desabrocharse los cordones de los zapatos mientras su esposo acompañaba a Changwook a la puerta.

—Intenta tranquilizarte, cariño. Encontraremos el modo de volver a darte tu lugar, esto no puede quedar así. Taehyung no va a salirse con la suya.

—Cuánto te agradezco tu apoyo.

Jiho cayó en brazos de Changwook y los dos se fundieron en un fuerte abrazo. A Jongsuk la estampa le revolvió el estómago. Hiciera lo que hiciera o dijera lo que dijera, nunca era suficiente para él. Ya estaba metido en la cama cuando Jiho cerró la puerta y se reunió con él.

Se quitó la bata con ademanes bruscos y se coló bajo las sábanas. Le dio la espalda y alargó el brazo para apagar la luz de la lámpara que había al lado de la cama.

Estaba muy enojado, conocía a su esposo y si intentaba tocarlo en ese momento sacaría las garras. Aun así, Jongsuk se aventuró y le dio un beso en el hombro a la vez que se acurrucaba contra su cuerpo y le rodeaba la cintura.

—No estoy de humor. Será mejor que te apartes y te pongas a dormir si tan cansado estás como dices.

—Quiero que hagamos las paces, cariño. Ya sabes que no soporto que estemos peleados.

—Haberlo pensado antes de minimizar mis problemas.

—No los he minimizado. —Volvió a besar la piel suave de su hombro—. Es solo que esta noche no podemos hacer gran cosa, los ánimos están demasiado caldeados. Mañana tendremos la cabeza más fría para pensar cómo atajar el problema. Estoy seguro de que si lo hablamos con Jungkook en privado y nos comportamos como personas civilizadas, lograremos que entienda que lo que está haciendo es darte una puñalada por la espalda en toda regla.

—¿Hablarlo como personas civilizadas? —Se revolvió como una serpiente y clavó sus coléricos ojos en él—. ¿Acaso no te has dado cuenta de que ese… puto despreciable ha convertido a Jungkook en su marioneta?

—Intentaremos abrirle los ojos —argumentó.

—¡Oh ya está bien! Deja de decir estupideces y quita esa mano de ahí. No pienso tener sexo contigo, ¿no ves que tu esposo se siente pisoteado, maldito egoísta?

Jongsuk le acarició una vena que se le había hinchado en la sien mientras disfrutaba en silencio de otro de esos momentos de rebeldía. Cómo le hubiera gustado tener el valor de espetarle a la cara que Kim Taehyung era mejor que él y que se merecía ser la estrella principal de la función. ¿Pero qué clase de esposo sería si arremetiera tan cruelmente contra él? Lo quería, lo amaba más de lo que podía expresar con palabras, y su deber era cuidarlo, contentarlo y decirle todo lo que él deseaba escuchar.

Él sí que era una marioneta en sus manos.

Pero no le importaba.

Pero no le importaba

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Runaway ✿KookTae✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora