Capítulo 33

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A Yeontan le gustaba viajar en coche. Al principio lo detestaba y se pasaba todo el camino acurrucado en su cesto con las orejas gachas, pero poco a poco se había habituado y ahora siempre solía ir sentado sobre las patas traseras y el pequeño hocico pegado al cristal del copiloto.

Solo iba a ausentarse de la ciudad una semana pero iba a echarlo mucho de menos. Si el hotel hubiera admitido mascotas, lo habría llevado consigo, aunque el pobre habría pasado muchas horas en soledad. Estaría mucho mejor con Yejin y tía Seulgi. A las dos les encantaba Yeontan aunque tenían una tendencia horrorosa a consentirlo y darle comida fuera de sus horas habituales.

Esperaba que cuando regresara a Seúl todavía conservara la silueta.

Le acarició el lomo al tiempo que hacía un giro para entrar en el jardín de la vivienda familiar.

Cargó a Yeontan además de todas sus cosas y sacó su propia llave para entrar en la casa.

Cerró la puerta con el pie y se dirigió al salón.

Lo que vio allí lo dejó petrificado.

Tía Seulgi se estaba dando besos con un hombre. Los dos sentados en el sofá, las bocas pegadas, las manos del tipo pegadas en la cintura de su tía…

—Santo Dios —musitó Taehyung, con los ojos desorbitados.

Quiso dar media vuelta y salir de puntillas sin ser visto, pero Yeontan soltó un agudo ladrido y las miradas de la apasionada pareja se posaron en él.

Taehyung se dio la vuelta rápidamente, muerto de vergüenza. Solo había sido un segundo pero mucho se temía que la escena se le iba a quedar grabada en la retina para siempre. A su espalda escuchó los murmullos ruborizados de Seulgi y las palabras incoherentes de Joongki . Sí, seguro que se trataba de él, el gasolinero que tanto le gustaba y que tanto se había empeñado en negarlo. ¿Y dónde estaba su madre si podía saberse?

—Estoy… te espero en la cocina.

Taehyung escapó hacia allí y se encerró en el interior para que Yeontan no saliera a husmear.

Abrió el frigorífico para servirse un zumo de melocotón que le humectara la garganta reseca y aguardó a que su tía hiciera acto de presencia. Escuchó sus voces en el pasillo, alejándose hacia la puerta de la calle y luego todo quedó en silencio. Seulgi abrió la puerta de la cocina y lo miró. El mohín que lucía era el mismo que tendría un niño travieso al que hubieran sorprendido metiendo la mano en la caja de las galletas.

—Todo tiene su explicación —aseguró.

—No es necesario que me expliques nada. Ya sé cómo funciona. Chica conoce a chico, se gustan y… suceden estas cosas. —Estaba más nervioso que su tía. Bebió un trago de zumo—. Se trataba de Joongki, ¿no?

—Sí, claro. No me voy fijando en los hombres a pares, cariño. Prométeme que no le dirás nada a tu madre. Le he estado negando que me gusta Joongki todo este tiempo y si se entera se reirá de mí.

—¿Pero vas en serio con él? Porque si es así, Yejin terminará enterándose.

—¿Ir en serio? ¿Pero qué estás diciendo, niño? —refunfuñó, al tiempo que también ella se servía un vaso de zumo. Se bebió la mitad de golpe—. No quiero nada formal con ningún hombre, no pienso lavarle los calzoncillos a nadie. Solo quiero algo de… diversión, ya me entiendes. Pero al terminar, él para su casa y yo para la mía. Prefiero convivir con esa vieja chocha que tienes por madre antes que con ningún hombre del mundo.

—Oh, claro. Claro que te entiendo. —Su cara debía de ser todo un poema. ¡Vaya con tía Seulgi!—. ¿Y qué tal… ha ido?

La mujer se encogió de hombros.

Runaway ✿KookTae✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora