Capítulo 44

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Había dedicado parte de su tiempo libre a escuchar las canciones de Yoongi y a estudiar la copia del nuevo guion que Jungkook le había pasado. Ensayaba en su habitación, moderando el tono para que los húespedes no se molestaran. ¿Y si acudía al Kolon y probaba cómo sonaba su voz en el espacio abierto del teatro? El taquillero ya debía de estar allí. Era un tipo simpático y seguro que no tendría ningún inconveniente en dejarlo entrar un poco antes de la hora oficial de ensayos.

Se aseguró de que el lápiz de memoria USB en el que Jungkook le había grabado las canciones estaba en el bolsillo frontal de su bolso y agarró la copia del guion del cajón superior de la mesita de noche.

Durante el trayecto tomó medidas y encerró el espray en la palma de la mano. Evitó las calles más solitarias, que las sombras del prematuro anochecer ya engullían, y estuvo pendiente de cada persona con la que se cruzó en el camino. Ya no se sentía como un paranoico. El peligro era real, se llamaba Park Bogum y estaba allí, en Daegu. El día anterior solo pretendió asustarlo pero la próxima vez intentaría quitarlo de en medio.

Subió la corta escalinata, atravesó las columnas del edificio y el taquillero acudió a su llamada. Lo recibió con la amabilidad que lo caracterizaba y, aunque no tenía por qué dejarlo entrar, lo invitó a que tomara posesión del escenario y de los atrezos que precisara para sus ensayos. Encendió las luces y le dijo que si necesitaba cualquier otra cosa lo encontraría en la taquilla.

Se quedó solo y se tomó un momento para contemplar el escenario desde la última fila del patio de butacas, junto a la puerta de acceso.

A lo largo de su carrera profesional nunca se imaginó haciendo teatro. Si Jungkook no lo hubiera alentado, jamás se le habría pasado por la cabeza planteárselo como una opción para ganarse la vida. Ahora, sin embargo, no se lo imaginaba de otra forma. Se sentía realizado artísticamente, mucho más que cuando cantaba en los mejores clubes de la ciudad.

Mientras recorría el pasillo lateral hacia el proscenio lo invadió una profunda sensación de dicha. Adoraba la profesión y el espacio donde lo desempeñaba, adoraba sus colores, sus luces y su aroma.

Adoraba el teatro.

Subió al escenario y utilizó un pequeño equipo de música que encontró donde se guardaba el equipo técnico. La música vibrante de las canciones de Yoongi penetró en la atmósfera silenciosa y Taehyung cantó por encima de la voz masculina al tiempo que seguía el ritmo de la batería con los pies. Al cabo de tres repeticiones ya le eran tan familiares que las interpretó de cara a la platea, imaginando que estaba repleta de caras emocionadas.

Fantaseó con la idea de poder interpretar algún día sus propias composiciones.

Más tarde, sentado en el proscenio, con el guion sobre los muslos y las piernas colgando en el aire, continuó memorizando los diálogos que compartía con Sooyoung. Jungkook no le había comentado cuándo comenzarían a trabajar en la ampliación de la obra, pero todo lo que adelantara por su cuenta era tiempo ganado.

Hizo una visita al baño, luego entró en los camerinos para buscar entre los utensilios de maquillaje el cacao labial que había olvidado allí el día anterior.

Cuando se disponía a salir para regresar al escenario, se detuvo junto a la puerta al escuchar el sonido lejano de unos zapatos. Lo reconoció por el ímpetu de sus pisadas. Cuando estaba enojado, sus pasos sonaban como si quisiera agrietar el suelo.

Taehyung agarró la correa del bolso y recorrió con tiento el backstage, sin hacer el menor ruido. Llegó hasta el costado y se asomó a través del escondrijo que le proporcionaba el tejido negro poco tupido de las cortinas. Jiho daba vueltas en el escenario con las manos apoyadas en las caderas. Parecía nervioso, impaciente, incluso desesperado. Lanzaba constantes miradas hacia la puerta principal, como si estuviera esperando a alguien.

Runaway ✿KookTae✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora