Capítulo 32

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La última noche en el Arko Arts fue la preferida de Taehyung porque Namjoon y Jin habían venido desde Busán para verlo actuar. Tenerlos entre el público lo colmó de felicidad, fue el revulsivo que necesitaba para levantar su estado de ánimo, que no andaba muy alto desde que Jungkook y él apenas se trataban fuera del escenario. Era lo mejor para los dos, pero se le hacía cuesta arriba tenerlo tan cerca y tener que guardar las apariencias. No podía sacarse de la mente el sabor de sus besos, o lo bien que se sentía cuando estaba a solas con él y hablaban sobre cualquier cosa que se les pasara por la cabeza. O de su tendencia natural a protegerlo y a querer conservarlo a su lado por encima de todo y de todos. Incluso por encima de Bogum.

No había vuelto a tener noticias de Park, así que suponía que Jungkook había tenido esa conversación. ¿Habría logrado persuadirle?

¿Sería la cancelación de las representaciones en el LG Arts obra suya? Jungkook les había contado que las fechas para las funciones en ese teatro se habían caído del calendario, pero no les explicó el motivo. Y Taehyung no buscó la ocasión de preguntárselo en privado porque aunque Bogum fuera el responsable, Jungkook lo habría negado.

La representación finalizó y se reunieron en el proscenio para recibir el calor del público.

Jungkook despidió las dos exitosas semanas en el Arko Arts con un discurso de agradecimiento. La admiración que sentía por él le henchía el pecho y se le salía a borbotones por todos los poros de la piel. Se lo quedó mirando mientras sus palabras atrapaban al público y lo atrapaban a él, sumiéndolo en ese estado en el que no habría notado un pinchazo con un alfiler.

Cuando se ponía pesimista y le daba por pensar que no lo superaría mientras estuviera tan cerca de él, se repetía que no se impacientara, que todavía era pronto. Lo conocía desde hacía un par de meses; no había transcurrido el tiempo suficiente para que nacieran sentimientos más profundos.

Taehyung buscó la mirada de su gente y les sonrió desde arriba.

Namjoon estaba sentado una fila por detrás de Yejin. Los asientos estaban numerados aunque Taehyung sabía que de no estarlo tampoco se hubiera sentado al lado de su madre. Para una reconciliación en toda regla también era pronto, quizás no se produjera jamás. Él entendía a su hermano, de estar en su piel habría actuado igual, solo esperaba que su capacidad de perdonar fuera tan inmensa como el amor que su madre sentía por él.

Taehyung jamás justificaría que lo hubiera abandonado siendo un niño, pero había sufrido lo indecible desde entonces y cargaría con esa penitencia hasta que la vida se le apagara.

A Taehyung le parecía suficiente castigo.

Ahora Yejin estaba tan feliz que los ojos le resplandecían en medio de la oscuridad de la platea. Era una noche especial, la última en el Arko Arts, pero su madre tenía los pensamientos en otra parte. Estaba deseosa de que la obra terminara para saludar a su hijo, pues no había tenido ocasión de hacerlo ya que había llegado directo desde Busán.

No esperó a cambiarse de ropa. El equipo desfiló hacia el backstage pero él se saltó el protocolo y bajó a la platea. El público ya abandonaba el aforo y recibió muestras de cariño mientras se dirigía hacia Namjoon y Jin.

Los había visto hacía un par de semanas pero la cercanía de su último encuentro no le quitó emotividad al abrazo que se dieron.

—Has estado fabuloso, ¿pero qué demonios tienes en las cuerdas vocales? —Namjoon le rozó la garganta con los dedos y Taehyung se echó a reír—. El espectáculo es bueno pero lo tuyo ha sido… Ayúdame a definirlo, Jin. Tú eres el escritor.

—Maravilloso, espléndido, sublime… Nos has puesto la piel de gallina.

—Oh, paren ya o me inflaran tanto el ego que no cabré por aquella puerta —bromeó—. Gracias por haber venido desde tan lejos solo para verme, me hacía tan feliz tenerlos aquí.

Runaway ✿KookTae✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora