CARA A CARA

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Me pregunto si existe aquello que llaman destino, aquello que controla nuestras vidas, que determina lo que pasa, quién eres y lo que logras, a veces me gustaría creer que es así, de ese modo tendría alguien a quien culpar y no tendría que agobiarme pensando que son mis malas decisiones las que me han traído hasta aquí, porque eso es en lo único en lo que parezco ser buena...tomando pésimas decisiones, por ejemplo, acceder a ir con Dallas a encontrarme con mis hermanos.

Dallas condujo en total mutismo por las carreteras desoladas que llevaban a las afueras de la ciudad por el sur, no sabía como describir lo que sentía, estaba nerviosa y emocionada, no podía evitar sentirme feliz porque iba a verlo de nuevo, después de buscarlo tanto tiempo y pensar que había muerto él estaba ahí y no solo eso, Darren al fin había hecho lo que tanto deseé, él vino a buscarme, vino por mí, ¿sería demasiado tarde?, ¿podría perdonarlo después de todo?, yo sentía que no lo sabría hasta que pudiera verlo a los ojos, sentir que era real.

Dallas detuvo el auto en una especie de planicie a las afueras de la ciudad, parecía ser una construcción abandonada pero en realidad no podía distinguir muy bien nada puesto que estaba muy oscuro.

—¿Qué va a pasar ahora Dallas? —pregunto sin bajarme del auto, podía ver cerca de la entrada a hombres custodiando el lugar.

—Reina, no lo sé—giró a verme sin bajarse del auto—va a ser una noche difícil y no todos vamos a poder ver el amanecer, espero de todo corazón que tu si puedas.

—Dallas, deja de fingir, sé que te da igual si vivo o muero, ¿acaso no te ibas a "encargar de mí?, ¿no era esa tu maldita tarea? —Dallas sonrió triste y no me respondió, solo bajó del auto e hizo que yo lo siguiera. No podía descifrar aun la naturaleza de Dallas, unas veces era un idiota y otras sentía que estaba de mi lado, me esforzaba para no olvidar que fuese como fuese, él trabajaba para Camila y haría lo que ella le ordenase.

La noche era fría y el cielo estaba completamente despejado, el ambiente se sentía pesado, como si todas las acciones se hicieran en cámara lenta mientras lograba sentir mi pulso completamente acelerado. Dallas abrió la puerta de una bodega abandonada y recorrimos un par de metros hasta llegar al epicentro de la reunión, todo era muy confuso, un foco colgando se pendulaba del techo tan tenue que parecía a punto de fundirse pero lo suficientemente vivo como para iluminar el recinto. Había camionetas estacionadas en cada esquina del lugar pero no se evidenciaba ni el más mínimo movimiento, no hasta que Dallas me condujo hasta ponerme en medio de todos para que pudiesen verme, entonces gente comenzó a bajar y pude distinguir rápidamente los bandos que se habían reunido.

Camila bajaba de su camioneta con su escolta personal, pude reconocer a varios de sus hombres, lucía impetuosa totalmente vestida de negro lo que resaltaba su cabellera rojiza, ella arrastraba a una mujer joven atada que no podía caminar por si sola y lucía fatal, la arrojó al suelo empujándola y se paró firme junto a sus hombres fuertemente armados. Pronto al mirar hacia el otro extremo vi a gente descender, él fue quien bajó primero, el corazón se me paralizó al verlo, lucía más viejo y se había dejado la barba, pero era indiscutible, era él, era Darren, lo reconocería a kilómetros de distancia, quise correr hacia él, pero el cuerpo no me respondía, quería ir a abrazarlo pero no sabía si debía, mis ojos de inmediato se encharcaron, finalmente estábamos juntos pero yo no tenía claro si podía confiar en él. Junto a él estaba Paula y otro hombre que parecía ser cercano, más atrás vi a León y a otro sujeto y finalmente una mujer con un niño que no podía distinguir muy bien, en cuanto bajaron del auto mi hermano habló brevemente con el conductor y el niño con la mujer fueron evacuados del sitio ante la expectativa de todos.

—¡Lux! —gritó León al verme, trató de acercarse a mi pero Dallas de inmediato sacó su arma y lo amenazó.

—Que nadie se le acerque—dijo imponente, las miradas de todos se posaron sobre mí, traté de no ver a León, no podía, me dolía demasiado. De inmediato noté como el hombre que acompañaba a León arrastraba a una mujer también atada, parecía mayor pero estaba en mucho mejor estado que la joven que Camila arrojó al suelo.

Bala PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora