FUEGO PARTE II

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Quiero dedicar este capítulo a todos los que tuvieron miedo de escribir porque pensaron que no serían lo suficientemente buenos y aún así lo hicieron.

Darren (hace 10 años)

Cuando era niño y me explicaron por primera vez que el hombre está compuesto de cuerpo y alma me imaginé esta última como una llama de fuego que brilla internamente, creía inocentemente que cuando estaba triste era porque mi llama estaba a punto de apagarse y necesitaba rápidamente avivarla antes de que terminara por extinguirse definitivamente y que cuando estaba feliz era que mi llama se había encendido tanto que estaba prendiendo todo mi cuerpo y eso algunas veces era tan peligroso que necesitaba apaciguarla. Mi padre me dijo que dejar morir tu fuego interno era igual a morir aunque estés vivo, hay muchas personas que dejaron extinguir su llama y ni siquiera se dan cuenta, hay otras que notan las cosas que la encienden y hacen lo que sea para mantenerla, así sea por unos segundos, ese era el caso de Camila.

Camila era fuego por naturaleza, el rojo color de su cabello era solo una extensión de su aura, ella era tan apasionada, vivaz, independiente, ambiciosa y definitivamente competitiva.

La carrera ya había comenzado y Camila había conseguido rebasar a casi todos los conductores, excepto a uno, un hombre en un auto rojo iba por delante de ella y podía notar como eso la enfurecía, fuego destilaba de cada uno de sus poros, eso y ambición. Yo estaba sentado en el asiento de copiloto pero a la vez no lo estaba, me sentía realmente confundido con Camila ahora mismo, me había dado cuenta de que era una persona que necesita su propio espacio, de alguna forma era muy importante para ella que se respetara su intimidad y podía entenderlo pero a la vez esa característica de su personalidad hacía que se cerrara, era como si cada vez que lograba burlar sus barreras de seguridad y estaba cerca de entrar ella retrocediera y cerrara con triple llave hasta refugiarse en su zona segura y cada vez que eso pasaba yo me empeñaba más en averiguar que había tras esas fortalezas que había construido para protegerse.

Íbamos a más de 120 km/h y pasábamos bajo un puente, entonces ella vio su oportunidad y la usó, se acercó tanto como pudo al auto rojo y este se cerró para evitar que lo rebasáramos, Camila aceleró más pero la curva que se acercaba la obligó a reducir la velocidad entonces en un movimiento perfecto balanceó el peso con el volante y usó el freno de mano para derrapar y así liderar la carrera, el auto rojo empezó a zigzaguear tratando de recuperar el liderato pero ella fue rápida y esquivó cada uno de sus intentos, en realidad sabía muy bien lo que hacía, podía ver ya a menos de 100 metros a la multitud esperándonos y en menos de lo que imaginé ya habíamos cruzado la línea de meta. La gente que estaba alrededor enloqueció y Camila y yo bajamos del auto a celebrar, no podía creer lo bueno que era corriendo, era una locura, la abracé levantándola del suelo y ella río.

— Parece que Barbie sabe lo que hace— dijo el sujeto del auto rojo que había llegado segundos después que nosotros, la puse en el suelo de nuevo y ella se dedicó a mirarlo de arriba para abajo con una sonrisa socarrona en el rostro hasta que finalmente se acercó.

— Mejor suerte para la próxima— le dijo y se dio vuelta para subirse al auto, nos fuimos de aquel lugar tan rápido que apenas pude ver hacia donde nos dirigíamos, ella no pronunció una sola palabra, empezó a conducir como una desquiciada por una carretera desolada al borde de un bosque hasta que de la nada frenó haciendo que mi cuerpo se balanceara bruscamente hacia adelante.

—Wow chica, eres bastante intensa. —solté acomodándome de nuevo en el asiento y agradeciendo haberme puesto el cinturón de seguridad.

—No has visto nada—dijo y se abalanzó hacia a mi besándome intensamente. Ella ni siquiera me dio tiempo de reaccionar, me besaba con ganas, con el mismo fuego con el que la había visto correr, podía notar nuestras respiraciones aceleradas y entonces me di cuenta, ella no quería que yo la besara, ella quería besarme a mí y como en todo estaba llevando el control. Se separó de mí y clavó su vista hacia el frente acomodándose de nuevo en su asiento, yo quedé totalmente absorto, hace unos minutos cuando intenté besarla ella se retiró y ahora esto, no entendía nada a esta mujer. Nadie dijo nada en unos minutos hasta que la atmósfera se puso tan pesada que tuve que bajarme del auto, necesitaba fumarme un cigarro y procesar todo, me recosté en la puerta, puse el cigarro en mi boca y saqué el encendedor, pronto escuché el sonido de una puerta cerrándose y noté que tenía compañía.

Bala PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora