PESADILLAS

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A Bryan en honor a nuestros sueños raros

León

"La vida es un sueño, despertar es lo que nos mata" se leía como epitafio en la tumba de los padres de Lux.

—Es una frase de Virginia Woolf, la escritora favorita de Estela— dijo Withman.

"La vida es un sueño" volví a repartir en mi cabeza tratando de darle un sentido, la mía nunca lo había parecido, al menos que se tratase de una pesadilla, si las pesadillas son un tipo de sueño entonces sí que podía ser cierta esa afirmación, "despertar es lo que nos mata" la primera vez que desperté tenía 12 años y desde entonces me he muerto un poco todos los días.

La veía sentada en la acera frente a la tumba de sus padres vestida de pies a cabeza de negro, pero más que su atuendo era su aura, toda ella era un halo de luz oscura desde que logró despertar del accidente. Tres meses después de la muerte de León Jerez y el nacimiento de Lucas Acosta ella logró sobreponerse y abrir los ojos para descubrir que todo lo que ella amaba se había ido, fue como si mataran su espíritu, una parte de ella no despertó, se fue para siempre, se fue en ese auto, se lo llevó el fuego que consumió a sus padres y eso me dolía, puede que haya logrado sacarla del auto físicamente pero no completamente.

— ¿Sabe que ella lo esta esperando? —le dije a Withman quien estaba a mi lado viendo desde lejos el funeral, una ceremonia modesta con muy pocos presentes como debía ser. De Estela y Federico la explosión solo había dejado restos, la policía pudo identificarlos gracias a la matrícula del auto que estaba a nombre del padre de Lux y cómo no había cuerpos que sepultar guardaron las pocas cenizas de sus restos hasta que ella pudiera despertar y darles el último adiós.

—Aquí estoy—me respondió sin mirarme tomando una especie de collar de su cuello—aquí estoy Lux— dijo en un susurro casi inaudible mientras miraba fijamente a su hermana sentada en la acera mirando hacia todos lados con la esperanza de verlo llegar aferrada al collar en forma de sol que jamás se quitaba.

—Por favor, solo un segundo, solo hágale saber que estuvo aquí, ni siquiera tienen que hablar solo permítale que lo vea de lejos.

Withman calló un momento, pude vislumbrar que la decisión le estaba costando mucho, estaba en una disyuntiva entre lo que quería hacer y lo que él consideraba lo correcto.

—Ella no puede saber que estoy aquí, debe pensar que desaparecí, debe hacerse a la idea que no existo, no puedo—finalmente soltó mientras se dio la vuelta y juntó sus manos a la altura de su frente con una expresión de dolor en su rostro y pude casi jurar que vi una lágrima deslizarse por su mejilla.

Llorar, llorar era lo que se supone que sería lo común en esta situación, pero Lux no había logrado derramar una sola gota desde que despertó, a veces la veía y pensaba que era un zombi, tenía los ojos más vacíos que jamás haya visto, ni rastros de su alegría y la espontaneidad con la que asumía la vida, la ternura y el amor que en ellos se veían reflejados fueron reemplazados con dolor y soledad, sabía lo que quería y lo único que le daría paz a su corazón, ver a Darren Withman aparecer en el funeral de sus padres, entonces ella podría correr hacia él y romperse en sus brazos pero eso no sucedería, sabía que por más que le suplicara a Withman él ya había tomado su decisión.

Esta vez tendría que ser fuerte, esta vez no podía salvarla, tenía que levantarse sola y sabía que esa era la razón por la cual no se permitía a si misma llorar y darle rienda suelta a su dolor, tenía un corazón tan valiente que era capaz de cargarse, su forma de amar era evitar que la gente a su alrededor sufra por su causa y estaba dispuesta a soportar el peso que fuera para lograrlo.

Bala PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora