LA MUERTE ES SOLO EL COMIENZO

114 28 53
                                    

León (meses atrás-después del accidente)

Dejamos a Lux en el hospital a cargo de dos hombres de confianza de Withman, íbamos en su auto a donde fuera que quedara la base del Círculo ahora a reunirnos de una vez por todas con Peterson y obtener información de qué carajos estaba pasando. Había estado habalndo con el jefe, pero no entendía nada de lo que me estaba diciendo, mencionó de algo sobre dejar mi vida atrás, pero antes había que averiguar quién estaba detrás del accidente.

-Tengo una idea de quién puede ser-mencionó de camino.

-Entonces ¿por qué no vamos tras ellos de una vez?

-Porque de ser cierta mi sospecha vamos a tener que entrar en una guerra y la idea no me gusta para nada-dijo mientras no despegaba su vista de la carretera.

Parecía grave pero no me atreví a preguntar nada más, de todas formas no creo que me hubiera dado más información. El auto siguió la autopista por cerca de 25 minutos hasta que pasamos por una desviación y giramos en esa dirección, esta nueva trocha improvisada se notaba que no había sido creada hace mucho, anduvimos por ella por lo menos otros 20 minutos más, por seguridad me había acostumbrado siempre a contabilizar los trayectos incluso a recordar cuantas curvas había o puntos estratégicos de la ruta. Finalmente llegamos a una alambrada donde cuatro hombres armados nos recibieron y verificaron nuestra identidad para darnos paso, no conocía a ninguno de ellos, hace tanto que ya no estaba en la base, sabía que habría mucha gente nueva y lo prefería así.

Llegamos a una especia de bodega cercada, era un lugar enorme, nunca en todos mis años en El Círculo había visto una base de operaciones tan grande, se notaba que Withman había estado haciendo progresar el negocio. Al lado derecho se encontraba la zona de carga y descarga, había cerca de 50 camiones entrando y saliendo, conocía muy bien la dinámica que se llevaba a cabo, en el centro estaba una bodega inmensa que según lo que se acostumbraba eran los dormitorios, el centro de entrenamiento y las oficinas, siempre habíamos sido muy organizados, digamos que ese era el secreto de nuestro éxito.

Withman bajó del auto y supe que esa era la señal para bajar también yo, una gran puerta deslizable se abrió dándonos paso a la bodega.

- ¡Mason!, ¿dónde carajos está Mason? -Gritaba Withman mientras arrojó todas las armas de una mesa en el centro de entrenamiento.

-Señor, aquí estoy-apareció Mason después de unos dos llamados más. Ahí estaba mi mejor amigo, claro que había envejecido en estos diez años, ya no se veía como un muchacho, en realidad ninguno de nosotros lo hacía, estaba más fornido y musculoso como era de esperarse, él se encargaba del entrenamiento físico en El Círculo, combate, tipos de armamento, técnicas de defensa, todo eso era su especialidad. Al verme sonrió ligeramente pero ninguno de los dos dijo nada pues Withman se encontraba furioso y no queríamos ser los paganos de su ira, hay algunas cosas que nunca cambian.

- ¿Tiene mi encargo? -dijo Withman frunciendo el ceño.

Mason quién siempre ha mantenido una expresión seria en su rostro se vio preocupado. Él podía ser la persona más dura que he conocido en este negocio, debía entrenar a los nuevos y ser firme con los antiguos, así que era estricto y sus métodos poco ortodoxos. Casi nunca reía con nadie, excepto conmigo o Emilia, no podía mantener esa faceta de tirano cerca de mí porque lo conozco desde antes de que tuviera que adoptar esa forma de ser y somos casi hermanos, pasamos por cosas horribles juntos y no tengo que repetir que ha arriesgado su vida por mi varias veces.

-Creo que es mejor que usted mismo lo vea-respondió Mason con cara de preocupación, algo estaba pasando, no me gustó para nada la mirada de mi amigo.

Mason empezó a caminar rumbo a los dormitorios seguido por nosotros dos. Al ir adentrándonos comencé a notar miradas curiosas encima de mí, por supuesto que había mucha gente nueva pero también quedaban algunos de la vieja escuela y aunque yo había cambiado con los años físicamente al parecer no era lo suficiente para que no me reconocieran.

Bala PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora