HASTA QUE MI CUERPO NO CUENTE

34 3 6
                                    


León

No puedo negar que estaba aterrorizado cuando sentí esas dos balas atravesar mi cuerpo para después desplomarme en el sucio y frío barro, no tuve mucho tiempo para asimilar lo sucedido, mi cabeza chocó con el suelo y gotas de agua lluvia comenzaron a escurrirse por mi rostro, no había dolor, no había arrepentimiento, no hubo angustia ni desesperación, solo la resignación de quien piensa que es un buen día para morir. Ya no debía nada, por lo menos no en este mundo, estaba listo para ajustar cuentas con quien fuera el encargado de lo que muchos llaman la justicia divina, incluso confieso que sentí una especie de alivio, mi pecho hace años se había convertido en una especie de bomba a presión que buscaba liberarse y solo entonces, muriendo en el suelo sentí que podía soltarme.

El miedo no se apoderó de mi ante la inminente presencia de la muerte, hace tiempo que dejé de temerle, más bien somos amigos, me mira de lejos recordándome que un día de estos, ya no podré huir de ella. El miedo apareció al ver el rostro de Lux sobre mí, con los ojos cristalizados y la desesperación emanando por sus poros, tenía que ser ella, de nuevo ella me impedía morir, de nuevo ella venía a recordarme que aun alguien me necesitaba en esta tierra, mi cuerpo no podía reaccionar, me levantó del suelo y comenzó a moverme con ella mientras se protegía de los disparos como podía, me pareció un poco irónico, era yo su guardaespaldas y es ella quien se arriesga para salvarme, entonces supe que no era el momento, la bala perdida que se llevaría mi vida, aún no había sido disparada.

Ahora todo es diferente, quisiera solo poder congelar el momento y quedarnos así para siempre. Lux pasa sus dedos por mi cabello, jugando con las hebras como solía hacerlo antes, me sonríe, está mirándome a los ojos, sabe quién soy, lo que he hecho y de dónde vengo y aun así me ama, es la sensación más perfecta del mundo. Ella pasa sus manos entrelazadas por detrás de mi cuello y me besa, sus labios están suaves y tersos, quisiera poder concentrarme solo en nosotros, pero mi mente vuela a diez mil lugares a la vez, como si estuviera esperando a que en cualquier momento esto se desmorone, imaginando todos los escenarios en los que podría salir mal, quisiera solo poder disfrutar el momento, pero simplemente no puedo evitar pensar en todo lo que se nos viene encima.

Llevo trece días bajo revisión médica en la base de Hudson, nunca me ha agradado del todo ese hombre, sin embargo, una cosa puedo asegurar de él, es de los pocos cuya palabra vale algo en este negocio, si dijo que iba a ayudarnos va a hacerlo, Withman confía en él, lo que hace que el resto de nosotros hagamos lo mismo. Lux ha venido cada día desde que estamos aquí, llega temprano en la mañana para ayudarme a comer el desayuno y se va en la noche una vez he cenado, pasamos tiempo como solíamos hacerlo, reímos de cualquier historia, nos sentamos a leer juntos o me muestra los nuevos movimientos que aprendió en su entrenamiento con Mason, quisiera poder levantarme pronto de esta cama, pero aún estoy muy débil, he perdido mucha sangre que combinado con los antibióticos y anticoagulantes dejaron mis defensas por el piso.

—¿Piensas que algún día podré golpear a Mason? —me pregunta Lux, una vez me ha enseñado lo que aprendió después de su entrenamiento.

—Claro que lo harás, solo llevas muy poco practicando—le respondo mientras acaricio sus nudillos morados por el entrenamiento.

—Mason no está muy feliz de que tú y yo nos hubiéramos arreglado, no dice nada, pero ya sabes, pone esa mirada de reprobación, solo quisiera poder agradarle, pero te juro que es imposible—siempre supe que si se conocían su relación iba a ser muy difícil, Mason no tiene habilidad para aceptar a las personas nuevas con facilidad y se le ha metido en la cabeza que ella es una amenaza para mí.

—Yo creo que le agradas, a su modo, pero le agradas, de lo contrario no te estaría entrenando.

—Lo hace porque tú se lo pediste y porque es orden de mi hermano.

Bala PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora