ALMAS SIN PECADO

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Sentía su respiración tenue fluir, en cada exhalación un halo de vida se desprendía y no regresaba, era como si cortaran un hilo hebra por hebra y solo era cuestión de tiempo antes de finalmente se reventara. Entré en un espacio en donde solo importaba él, es curioso como la cercanía con la muerte nos hace deslumbrar lo que realmente nos importa, ya no tenían sentido nuestras peleas, mi enojo, el cúmulo de mentiras, todo eso carecía de valor y se reducía a la simple verdad, yo lo amaba todas mis fuerzas y lo peor de todo es que quizá, ya era muy tarde para reconocerlo.

—¿Cuál es la situación? —por un momento me había aislado, logré hacer de lado nuestro entorno lleno de violencia y muerte, pero eso no duró mucho, tenía que volver a la realidad y enfrentar que todos estábamos a punto de ser exterminados a manos de la gente de Camila—¿Cuál es la situación? —repitieron por el radio que llevábamos desde la camioneta, Dallas se encontraba hablando por el intercomunicador que León recuperó con la gente de Hudson, así que tuve que responder yo.

—León está herido—dije tomando el radio para hacerle saber a los que quedaron vivos lo que había sucedido.

—Dime que sigue vivo—la voz preocupada de Emilia se escuchó a través del aparato.

—Lo está apenas—respondí muy a mi pesar. La sangre salía del pecho de León incontrolable, ya casi no podía ver el origen de sus heridas, solo estaba tratando de poner presión para  detener la hemorragia.

—¿Qué le sucede al tío León? —el niño estaba más que horrorizado, sentía mucha impotencia, nada de esto debería estar pasando, Mateo jamás debería vivir algo como esto y León no tendría que estarse desangrando en mis brazos.

—Vendrán tan pronto como puedan llegar—dijo Dallas después de comunicarse con Hudson—hay que resistir—él tomó el radio y repitió el mensaje para que todos lo supieran, era un mensaje de esperanza, para que todo aquel que aun siguiera vivo tuviera claro que vendrían, que había salida de esta situación, aunque se viera tan desastrosa para nosotros.

—Bien, no nos queda más que esperar, nos superan en número y en armamento, que nadie tome riesgos innecesario, la orden es ocultarse y resistir—concluyó mi hermano.

—Lux, ¿qué sucede? —balbuceó León tendido en el suelo.

—Todo está bien, vendrán por nosotros—le respondí acariciando su mejilla, pude ver que empezaba a perder el conocimiento, entonces giré a ver a Dallas quien sostenía al niño tratando de evitar que presenciara tal escena.

—No dejes que se duerma—me dijo con un rostro de preocupación que supe interpretar muy bien, ambos creíamos lo peor. El desastre a nuestro alrededor era bastante difícil de ignorar, estallidos, ráfagas de tiros, gritos, dolor, veíamos gente tratando de huir, escondiéndose y no podíamos hacer nada para ayudarlos, nosotros por nuestra parte no podíamos desplazarnos a ningún lado, no con el estado de León, solo nos quedaba orar para que la gente del Clan no hallara nuestro escondite.

—Lux, tengo mucha sed—León volvía a balbucear, maldije mentalmente, no tenía una sola maldita gota de agua que pudiera darle para tratar de calmar su sequía, Dallas tomó un trapo que llevaba consigo y lo humedeció pasándolo por las hojas de unos arbustos rociadas por la llovizna, lo puso en su frente mientras yo trataba de tomar algunas gotas uniendo mis manos con la esperanza de al menos refrescar sus labios.

—Toma—traté de que se sentara para que pudiera darle de beber, entonces noté que sus ojos estaban cerrados y no se movía, entré en pánico por completo, mis ojos se llenaron de lágrimas mientras se me rompía en mil pedazos el corazón, la última vez que sentí esto fue cuando desperté del hospital y me dijeron que mis padres habían muerto, no sé como describir la sensación de vació que eso dejó en mi interior, no era solo en el pecho, era en lo profundo de mis entrañas, un dolor tan intenso y persistente que no cesaba ni siquiera al estar dormida, un agujero que no sellan con nada, una mente que repite lucidamente cada recuerdo, un corazón herido que ya no quiere sentir, me sentí así por meses, hasta que llegó León, entonces me di cuenta, "estoy un poco perdida sin ti", le susurré al oído con la esperanza de que escuchara, una débil sonrisa se formó en sus perfectos labios, aun estaba consiente y al escuchar lo que le dije hizo un esfuerzo por volver a abrir los ojos pero pronto volvieron a cerrarse.

Bala PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora