León
El amor y la venganza son dos sentimientos igual de intensos que pueden llevarte a la locura, la desmesura del uno o del otro lleva al mismo punto sin retorno y pueden permanecer por años sin desvanecerse. Se ha hablado ya mucho de las locuras que se cometen por amor pero yo puedo jurar que por venganza se han emprendido igual número de viajes.
Withman estaba como un loco, la ira recorría su sangre y se la hervía a tal punto que parecía un volcán a punto de estallar, la muerte de ese sujeto en el apartamento de Lux dio la total confirmación de lo que él ya sospechaba. Caminaba de un lado para otro, arrojaba cosas al suelo y maldecía, Garza trataba de calmarlo y aunque usualmente él lo escucharía esta vez era la excepción, esta vez se habían metido con su hermanita, la única familia que le quedaba y estaba dispuesto a todo con tal de que no corriera más riesgo.
Por su lado Lux aunque había salido bien librada del ataque quedo en estado de inconsciencia y fue a parar de nuevo al hospital, ya no pude ir a cuidarla, por un lado el personal sospecharía mi obsesión por esa paciente y por el otro Withman solicitaba mi presencia todos los días después del trabajo para explicarnos el plan a seguir. Aún no habíamos decidido nada, esperábamos a Mason que por órdenes de Garza estaba haciendo averiguaciones que según lo que oí eran de vital importancia para el desarrollo de nuestro movimiento, esto era simple, era básicamente un juego de ajedrez y la persona responsable de esto había hecho ya sus jugadas, primero con el ataque al auto donde Withman había perdido dos fichas importantes y la segunda el ataque a su reina, ahora era nuestro turno.
Seguía sentado en una butaca pequeña que parecían desencajar con el ambiente abandonado de la bodega donde nos habíamos reunido, estábamos Garza, Leah una de nuestras mejores asesinas, Withman y yo y por lo que sabía esperábamos a Mason.
Leah era una jovencita de rostro muy inocente de tan solo un metro con cincuenta de estatura que se veía aún más baja porque era bastante fornida, tenía tan solo 18 años pero desde los 15 ya hacía trabajos para El Círculo, se había ganado fama por ser despiadada especialmente con los hombres, utilizaba su aspecto de niña para conseguir más fácil sus objetivos, poco se sabía de sus orígenes pero teníamos claro que algo muy horrible le había tenido que pasar en su niñez para convertirse en la asesina que era ahora, todos le teníamos respeto, incluso yo que la había conocido hace poco. Withman la había traído después de una de sus reuniones en la selva y se había convertido en empleada de confianza, teníamos algo en común, también El Círculo nos había sacado de ese agujero de mierda.
Recuerdo el día en que Marqués el predecesor de Withman me llevó con él, me había ganado en un juego de póker con El Kaiser quién se mordía los codos de la rabia que le daba tener que dejarme ir. Me había convertido en su perro faldero desde el momento en que mi padre me vendió, yo era solo un niño pero para cuando salí ya tenía cerca de 18 años, seis putos años estuve al servicio de ese hijo de puta, seis putos años queriendo ponerle una bala entre las cejas pero teniendo que obedecerlo para sobrevivir. El solo hecho de recordar mis días en las milicias me dan ganas de vomitar, todo lo que vi, todo lo que tuve que hacer. El infierno no puede ser peor que la guerra.
Caminé cerca de medio día para llegar al fin al campamento donde iniciaría mi nueva vida, con mis 12 años no tenía ni la más mínima idea de lo que me esperaba. El lugar era un terreno extenso delimitado por un enorme alambrado de púas en el cual había alrededor de unas 100 Personas excluyendo a los comandantes y entrenadores porque era justamente a lo que se iba a ese lugar, después de estar unos minutos descubrí que aquello era un campo de entrenamiento. Una pista con obstáculos, trincheras, pasamanos y túneles era el corazón del terreno mientras que las carpas estaban asignadas por escuadrones organizados según el nivel de entrenamiento, más al fondo estaba el área donde se cocinaba que no era propiamente una cocina, era más como una choza en donde se usaba una especie de estufa a gasolina. Cerca de la entrada estaba la plaza de armas que era el lugar donde resguardaban todo el equipamiento y en la parte más alta el campamento del comandante. La disciplina era la norma más básica del lugar, tan pronto como llegué se me instruyó sobre los horarios para entrenar, comer, ir al baño, rutinas y descanso, se me asignaron un uniforme y unas botas que eran bastante incómodas y que no podíamos quitarnos por ningún motivo. Sobrevivir dependería de que tanto me pudiera acomodar a esas nuevas condiciones, pero eso no le descubriría hasta días después.
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Bala Perdida
Action¿Creen que el orígen de una persona define lo que será? Jean de la Fontaine dijo "a menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo" Lux Withman ha estado toda su vida omitiendo detalles para conservar su falsa esta...