LIBERTAD

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A mi padre por demostrarme que siempre se puede ser mejor.

Lux

La noche comenzó en ese pequeño bar de la esquina de la circunvalar con Connie, tres de sus amigas enfermeras y por supuesto Lucas. Era una de esas noches que huelen a libertad, por un momento había dejado de pensar en mi familia, era como si me hubiera dado un tiempo fuera de sus mentiras, de sus intrigas y sobretodo de sus malditos silencios. Si tan solo pudiera ser así siempre, si tan solo pudiera olvidarlos y continuar, hacer la vida que siempre he soñado y tratar de ser feliz, si tan solo pudiera encontrar a Darren.

Cerveza tras cerveza la imagen de mi hermano entregándome el collar de sol mientras decía "nunca te lo quites y siempre estaré contigo" iba desvaneciéndose de mi cabeza. Te largaste y me dejaste un maldito collar en reemplazo, un maldito collar que nunca me he quitado desde esa noche.

—Otra cerveza por favor—le dije al chico de la barra.

—Alguien no quiere amanecer mañana—dijo Connie.

—Ustedes me trajeron así que no digan nada.

Lucas sentado frente a mí me miraba de una manera extraña, en sus ojos había reprobación pero no dijo una sola palabra para intentar evitar que más alcohol ingresara a mi sistema. No sabía cómo sentirme cuando nuestro campo visual se cruzaba, sus ojos increíblemente negros se sentían tan familiares y parecían estar atravesándome, como si cayera en dos profundos pozos, como si supiera y entendiera todo lo que pasa, me asusta un poco pero me atrae también. Una parte de mi estaba esperando que dijera algo pero luego lo pensaba ¿por qué habría de hacer algo así? Es solo un sujeto que acabo de conocer, al menos sabe cuál es su lugar y no intenta tomarse atribuciones que no le corresponden. No solo no dijo nada si no que pagó la última cerveza que pedí.

—La casa invita—dijo dejándome la botella y sin esperar mi respuesta giró a ver a Connie con quién reía de algún chiste. ¿Me invita una cerveza y se va? De verdad que no entiendo a este sujeto. Me levante y fui hacia la barra de nuevo, minutos después noté que parecía distraído con su teléfono y aproveché para acercarme.

—La casa invita—le dije entregándole una cerveza con la que él me había dado en la otra mano. El levantó la vista de su teléfono y parecía no entender mucho, sin embargo tomó la botella que le estaba ofreciendo y se sentó cerca de mí. Connie estaba tratando de llamar a su esposo y sus amigas andaban por ahí conociendo gente en el bar, así que éramos solo él y yo.

—No era necesario—me habló Lucas bebiendo un trago segundos después de sentarnos.

—A la próxima si vas a invitarle a una chica una cerveza, quédate a beberla—respondí imitándolo.

—Parecía muy personal lo que estabas haciendo, no quise interrumpir.

— ¿A qué te refieres? —reí incrédula, él se tomó un segundo antes de responderme, se inclinó sobre la mesa hasta quedar cerca de mí y levantó una ceja inquisitoriamente.

—Lo que sea que estás tratando de exorcizar con alcohol, parece muy personal—Reí incrédula.

—Y la psicóloga soy yo.

No pudimos continuar con nuestra charla porque Connie se acercó a nosotros en compañía de su esposo quien había venido a recogerla.

—Hey, fue un placer pero ya tengo que irme, mi esposo nos llevará a las chicas y a mí, ¿quieren que pida un taxi?

Era aún muy temprano para ir a mi apartamento, me negaba a creer que mi tiempo fuera había acabado.

—Creo que Lux aún tiene algunos asuntos pendientes—respondió por mi Lucas—no te preocupes yo la llevaré a su casa—Connie ni siquiera esperó a que yo confirmara lo que Lucas dijo, solo se despidió de mí y se fue.

Bala PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora