12. Compasión.

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12.

Mordí mis uñas pintadas de negro mientras esperaba a que el director me llamase, la secretaria me miraba desde su mesa y me sentí juzgada por su mirada, ni que hubiese sido una delincuente, solo me había saltado un solo día un absurdo castigo.

—Mickie Irwin y Luke Hemm... —El director abrió la puerta de su despacho mirando a los sillones donde yo me encontraba sentada.—¿Dónde está el señor Hemmings? —Reí suave ante ese hecho, lo esperaba.

—No lo sé —francamente respondí y los ojos del director Edward me examinaron con dureza.

—Pase —me indicó el interior de su despacho y me levanté del sitio para obedecer, una vez dentro, el director Edward cerró la puerta y tomé asiento en una de las dos sillas frente a su mesa—. Supongo que sabe por qué esta aquí, ¿cierto? —Apoyó los codos en el escritorio.

—¿Empezando sin mí? —La puerta se abrió, dando paso a Luke. Vestía con una camiseta de algún equipo de fútbol americano que desconocía y sus típicos pantalones negros ajustados.

—Señor Hemmings, no le conviene alterarme más de lo que ya estoy por su culpa y la de Mickie Irwin.

—Sea lo que haya sido... —Caminó hasta el sitio que le correspondía y se sentó con una sonrisa arrogante.—Fue ella.

—Maldito inmaduro... —murmuré conteniendo mis impulsos de golpearle.

—Ese vocabulario, señorita Irwin —advirtió el director—. Y estoy seguro, señor Hemmings, de que usted es el principal causante de esto. —Me acomodé en mi sitio, haciendo todo lo posible para evitar mostrar la sonrisa orgullosa que amenazada con salir.

—Yo he cumplido todos mis castigos en el gimnasio, Luke no lo hizo ni una vez, señor Edward —confesé obteniendo la atención del hombre de mediana edad—. El último día cuando llegaba un poco antes, le descubrí jugando en el gimnasio pero se marchó antes de comenzar a cumplir su castigo, como verá, no podía permitirme cumplir el castigo por los dos, por lo que me marché.

—¿Por qué será que me lo esperaba? —El director se rozó con los dedos la barba mientras nos miraba a ambos.

—Escucha, verdaderamente, no puedo asistir a esa hora al castigo pues cuestiones mayores —Luke intentó defender su ausencia, y me crucé de brazos, esperando la mentira que iba a soltar por sus labios.

—Sorpréndame. —Le dio paso el director, al parecer, estábamos en la misma situación.

—No creo que...

—He dicho sorpréndame.

—Entro a trabajar a las siete, justo a la hora que comienza mi castigo —confesó y le miré frunciendo el ceño.

—Su madre me informó de sus turnos, pero me habló de horas por la mañana, para que le permitiésemos saltarse algunas clases, no mencionó nada de por la tarde. —Un clic se produjo en mi cabeza, al parecer, esa mañana que le había visto saliéndose del instituto no se trataba de escaparse para ir a ver a Peyton, si no de saltarse clase con total permiso para ir a trabajar.

—También estoy haciendo turnos por la tarde para conseguir más dinero, básicamente, hago todas las horas que pueda. —Luke se removió incómodo en su asiento y me miró de soslayo, era la primera vez desde que volví que veía que había perdido toda su seguridad.

—Tus notas están bajando, también, y me temo que es por el tiempo que dedicas a tu trabajo —el director continuó indagando, y una parte de mí no pudo evitar sentirse preocupada por él, era cierto que Luke era un desastre y estudiaba lo mínimo, pero con eso le bastaba para aprobar, no entendía por qué no podía ahora, ¿tan poco tiempo tenía para ello?

Rebeldía II. (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora