2. Tan cercanos como extraños.

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                                   2. Tan cercanos como extraños.

—¿Quién es ahora la vaga? —Escuché la voz de mi hermano a la vez que aporreaba la puerta de mi habitación como si le fuese la vida en ello.

—Cállate, he dormido horriblemente mal —mascullé contra la almohada mientras me mantenía con los ojos cerrados.

—¿Has vuelto a tener pesadillas? —Sentí el colchón hundiéndose y supe que Ashton se había sentado en la cama.

—Sí —afirmé y le oí suspirar.

—Podrías haberme avisado. —Me incorporé un poco sentándome en la cama y sonreí somnolienta.

—¿De qué habría servido?

—Para tranquilizarte un poco, supongo. —Se encogió de hombros y mantuve la sonrisa en mi cara.

—Me tranquilizo cuando me despierto, lo horrible pasa cuando estoy dormida. —Ashton frunció el ceño pareciendo angustiado por no poder evitar aquello.

—¿Siguen siendo sobre Mark? —Asentí.

—Es como si volviese a vivir lo que pasó cuando me tenía retenida, parece tan real. —Llevé mi mano inconscientemente a la parte superior de mi muslo derecho y rocé la cicatriz que prevalecía en mi piel.

—Por estas cosas me alegro de que Luke no te hablase ayer. —Miré mis manos con pesar, aquello había sido duro... Habíamos pasado de serlo todo a nada.—No... No quiero que vuelvas a estar con él, Mickie.

—¿Qué estás diciendo? —Se rascó la nuca con la mano que no tenía vendada mientras yo esperaba una respuesta coherente.

—No voy a arriesgarme a casi perderte otra vez.

—Pensé que por eso nos habíamos ido a Australia estas vacaciones —contesté casi molesta.

—Eso era por simple tranquilidad.

—No puedo creer que me estés pidiendo algo así.

—Entiéndeme, Luke te metió en toda esa mierda, estoy seguro que las pesadillas son síntomas de un trastorno causado por estrés post-traumático.

—Estás exagerando.

—No lo hago y, joder, Mickie, solo mantente lejos de él.

—¡Sabes lo que Luke significa para mi! —Aumenté un poco mi tono de voz, porque lo único que podía hacer era decírselo más alto pero no más claro.

—¡Han pasado tres meses, maldita sea, supéralo! Él parece haberlo hecho. —Y sus palabras cayeron sobre mí como un balde de agua fría, siendo o no verdad, Ashton no tenía por qué soltarme aquello y menos de esa manera. Me levanté de la cama malhumorada y caminé hasta el baño a la vez que Ashton me llamaba, simplemente le ignoré y cerré la puerta en sus narices.

                         (...)

Vamos, M. —insistió mi hermano mientras me sentaba el el asiento del copiloto de la camioneta de Travis.

—¿Qué pasa? —habló Travis al observar como hacía oídos sordos a la llamada de atención de Ashton.

—Está jodidamente enfadada. —Bufó mientras yo apoyaba la frente en el cristal.

—¿Debido a...?

—Solo he sido sincero. —Reí sin gracia alguna, desde luego Ashton era de los que hacían la herida y volvían para meter el dedo.

Rebeldía II. (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora