37. Por primera vez.

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                                                37. Por primera vez.

Oí como decían algo sobre la rotura de un hueso y contusiones cerebrales mientras bajaban la camilla de Luke de la ambulancia, los médicos la empujaban a gran velocidad por los pasillos del hospital mientras que yo iba detrás intentando mantenerme lo más cerca que pudiese.

—Señorita, no puede pasar a ese área.

—Pero...—Miré las puertas tras la que Luke había sido llevado y volví mis ojos a la enfermera que me miraba con compasión.

—Van a llevarle a la sala de operaciones, no puedes entrar allí, ¿por qué no te bebes un café y esperas en la sala? Estoy segura de que en poco tiempo te dirán que todo va bien.—Me sonrió con dulzura y no pude creer como podía afirmar de aquella manera algo de lo que ni siquiera conocía, pero supongo que es lo que hacía, dar esperanza, sabiendo que era lo que necesitaba. Me senté en uno de los sillones mientras llevaba las manos a mi boca, mientras había sostenido la mano de Luke en el camino desde las carreras al hospital, llamé a su madre para informarle de lo que había pasado y también a mi hermano, ambos se dirigían hasta allí en ese momento. Levanté los ojos de mis manos en el momento que escuché la destruida voz de Rosalind rogando por saber como estaba Luke, en qué condiciones había llegado, y la misma enfermera que había intentado tranquilizarme a mí, se encontraba en estos momentos con ella.

—Rosalind.—La llamé levantándome de mi sitio y se giró hacia a mí, con los ojos llenos de lágrimas y la angustia ocupándose de su rostro. Caminó rápidamente hacia mí y me abrazó tan fuerte como pudo y yo la abracé tan fuerte como sabía que lo necesitaba. Lloró en mi hombro de manera desconsolada, y tuve que morder mi labio para que mis sollozos no se uniesen a los suyos.—Ha entrado hace unos minutos, va a estar bien.

—¿Por qué estabáis allí, Mickie? ¿Por qué ha pasado todo esto?—Exigió saber mientras seguía sollozando y abrazada a mí, decidí evitar el tema, llevándola a sentarse en uno de los asientos de la sala de espera y le tendí el café que acababa de pedir.

—Bebe, te vendrá bien.—Dije y ella sostuvo el vaso de plástico en sus manos mientras continuaba llorando, pasé mi brazo alrededor de sus hombros y la mantuve cerca de mí.—¿Has llamado a John?—Quise saber nombrando a su hermano, sabía que, a pesar de encontrarme allí e intentar hacer todo lo posible para apoyarla, nada vendría mejor como su hermano mayor diciéndole que todo iría bien.

—Después de a Andrew, ¿adivina quién de los dos sí contestó?—Pronunció mirándome y, a pesar de que una parte de mí deseaba que hubiese sido Andrew y se encontrase viniendo hasta allí en ese momento arrepentido por todo lo que había hecho tras el divorcio, supe que no sería así. La puerta de la sala volvió a abrirse entrando en ella Chris, Travis y Ashton. Chris me miró y asentí, me estaba pidiendo disculpas por dirigirse a abrazar a Rosalind primero, pero aquello era lo que tenía y debía hacer. Ashton vino casi corriendo hasta a mí y me atrajo fuertemente contra su pecho, no quería llorar, pero los brazos de mi hermano rodeándome me lo estaban haciendo demasiado difícil.

—Ni se te ocurra llorar por nada.—Susurró sobre mi pelo.—No llores como si fuese a irse porque no va a hacerlo, y no quiero que manches mi camisa con todo el rímel.—Sonreí suavemente contra su pecho, Travis me miró cuando Ashton finalmente se separó de mí, y supe que aquel tipo de situaciones le incomodaban demasiado, pues él nunca sabía que era lo que debía decir y hacer. Se acercó a mí y me abrazó como Ashton lo había hecho segundos antes, besó mi cabeza durante unos instantes y se alejó de mí, pasando sus manos por mis brazos repetidas veces. Mi hermano se dirigió a Rosalind para presentarse e intentar apoyarla puesto que se encontraba desmoronada después del abrazo de Chris, que vino hacia a mí, mordiéndose el labio para intentar contener las lágrimas, el moreno siempre había sido tan fuerte y odiaba tanto las cosas cursis que verle de aquella manera, me descompuso más de lo que estaba.

Rebeldía II. (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora