17. Comida mexicana.

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17. Comida mexicana.

Eres tan... ¿Cómo puedes decirme esto? ¿Se supone que te crea? ¿Se supone que deba correr a tus brazos? Ni siquiera sé lo que intentas hacer, ¡sigues con Peyton!—Pronuncié más enfurecida aún con él.

—Pero tú... Te lo dije, has vuelto y has mandado todo a la mierda.

—Pues no quiero, ¿está bien? Quizá al principio sí, pero ya no.

—¿Entonces por qué mierda sigues llevando mi puto collar, eh?—Llevó su mano a mi cuello, tirando hacia arriba de la cadena de plata y exponiendo ante sus ojos el dije de alas de ángel con la escritura "Eres mi érase una vez" que se había mantenido escondido bajo mis camisetas.

—Déjame.—Me alejé abruptamente de él, sintiéndome avergonzada por aún llevar aquel collar y que él lo descubriese.—¿Por qué no puedes quererme lejos como antes decías quererme?

—Si es lo que tú quieres por qué sigues llevando el maldito collar, explícamelo.—Luke exigió saber dando un paso hacia mí, mirándome fijamente.—Si quieres que vuelva a alejarme de ti, a que todo sea como antes... Solo quítatelo.—Llevé la mano al collar mientras le observaba atentamente, mis dedos se desplazaron al broche de aquel accesorio. Como ya le había dicho a Kai, seguía queriendo a Luke, y siempre lo haría, pero al parecer, no podíamos estar juntos, no podía hacerme aquello a mí misma, no podía volver a ser la chica que cayó ciegamente por Luke, la chica sin dignidad y orgullo cuando estaba con él, no podía volver a ser aquella versión de mí tan vulnerable.
Desabroché el collar y se lo tendí, mientras me miraba intentando disimular la sorpresa demostrándome una vez más que estaba acostumbrado a que cediese a él. Pasé a su lado con decisión.

—Tú por tu lado y yo por el mío.—Pronuncié cuando le di la espalda.

—Recuerda que aunque tú vayas por la derecha y yo por la izquierda, el mundo es redondo, nena.—Pronunció con rabia, y aún no conseguía entender como se encontraba tan molesto cuando él mismo había sido el que había comenzado una nueva vida sin mí, olvidándome por completo cuando yo no estaba.

          —o—

—Sabes que esto va a salir mal, ¿cierto?—Le advertí a Ashton cuando entré junto a él en el gimnasio, observando como delante de nosotros se encontraba Travis con la unos pantalones grises y una camiseta blanca sin mangas mientras a su lado estaba Chris, con una equitación de los Detroit y una cinta puesta sobre su frente.

—Ahora que estáis aquí, ¿puede alguien decirle a este tío que esa cinta le queda ridícula?—Fueron las primeras palabras que Travis pronunció refiriéndose a Chris el cual se giró a mirarle ofendido.

—Trav... No te pases.—Respondí mientras caminábamos hasta a ellos.

—¿Trav... No te pases?—Chris me repitió fingiendo una voz más aguda.—¿Por qué no le has negado que me queda mal? Oh, vamos, M, tienes que ser de los míos.

—¿Pero qué...?—Comencé a decir y Chris levantó los brazos al cielo.

—Oh, vamos, ellos son Trashton, nosotros tenemos que ser Chrismi.Abrí los ojos con exageración, ¿en serio estaba haciendo un juego con nuestros nombres?

—¿Trashton?Mi hermano miró ofendido a Chris.—¿Por qué el nombre de Travis va primero?

—Por esto.—Travis levantó su brazo y lo presionó para mostrar su enorme bícep. Mi hermano frunció el ceño y miró su brazo, dejando de lado la intentación de demostrarle a Travis que él tenía más músculo, pues aquello era totalmente erróneo.

Rebeldía II. (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora