39. Feliz.

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                                                39. Feliz.


Me mantuve fuera del hospital durante unos minutos más pensando en lo que acababa de pasar y si debía callármelo como si nunca hubiese pasado, algo que definitivamente decidí hacer, Brook no volvería a besarme y contar aquello solo traería más drama a mi vida del que ya estaba teniendo, pero el hecho de que me hubiese besado... Cuando me confesó que estaba enamorado, supe que alguna vez lo haría pero justo allí, después de haberme dicho que finalmente iba a dejarme ir... No entendía qué era lo que le había llevado a hacerlo. Brook, a pesar de su catastrófico error que me llevó al abismo de donde él mismo me salvó, era un chico increíble. Y, Dios, cuánto había querido poder haber sentido por él lo que él sentía por mí. Pero la vida no es como uno quiere. Y, para mi desgracia o para mi suerte, desde el primer momento que pisé Holmes Chapel, mi corazón había estado irrevocablemente destinado para el peligro y la adrenalina que era Luke Hemmings.

Sonreí recordando que, finalmente, intentaríamos darnos una nueva oportunidad, esa a la que tantos inconvenientes y quejas le habíamos puesto, siendo que todo el mundo menos nosotros, o incluyo yo en el fondo, sabía que las cosas volverían a ir bien, por la inexplicable magnitud que tenía hacia mí, porque cuando todo empezó con él, sabía que estaba jugando con fuego, y en ese momento podía verle entre humo porque yo ya estaba ardiendo. Y no me importaba en absoluto.

—¿Seguro que no os queréis quedar un poco más?—Escuché a Chris que aún continuaba con Summer en sus brazos mientras Jodie le miraba con una sonrisa divertida al lado de Brook cuando yo finalmente volví a la sala.

—¿Si quieres un bebé por qué no lo creas tú mismo?—Pronunció Jodie con gracia.

—Oye, he estado cuidando a Sum todo este tiempo, tengo derecho a ser su padre también, es más...—Chris miró a Brook que levantó una ceja atento a aquello que el moreno fuese a decir.-Soy su padre favorito.

—¿Eso crees?—Brook se acercó a él y los negros ojos de Summer le miraron a la vez que el bebé de cuatro meses mostró un índice de sonrisa.—Ven con papá, princesa.—Brook extendió un poco las manos y Summer no dudó en dejar los brazos de Chris para lanzarse a los de Brook que la levantó sobre su cabeza y la volvió a bajar para besarle en la frente. Chris observó la escena con su boca abierta mostrando una imagen indignada de su persona.

—Summer Hillary Lerman.—Dijo el nombre completo del bebé que recostó su cabeza en el hombro de Brook.—Te he cambiado el pañal cien veces y me has vomitado encima cien más, me siento muy ofendido en este momento.—Summer extendió un tanto sus manos hacia Chris, que dejó de hacerse el ofendido para caminar hasta ella pensando que realmente querría irse con él, pero cuando el moreno estuvo cerca, esta se giró agarrándose al cuello de su padre y reí ante aquello.—¿Qué clase de educación le estáis dando? Vuestra hija acaba de vacilarme.


                                  (...)


Corrí mientras sentía sus pasos cerca, el corazón me latía más rápido de lo que alguna vez había experimentado, grité pero mi voz no salía, quise pedir ayuda pero no había nadie en aquella calle desierta, y fue entonces cuando sentí una mano sobre mi hombro, frenándome finalmente.

—Mickie, nena, eh, estoy aquí, despierta.—Abrí los ojos sobresaltada y lo primero que vi fue la mano de Luke apretando fuertemente la mía, suspiré profundamente al darme cuenta de que simplemente había sido una pesadilla. Luke me miraba preocupado desde su camilla y miré el reloj de la pared para darme cuenta de que únicamente eran las cinco de la mañana, dejé caer mi cabeza sobre el colchón y la mano de Luke me acarició suavemente el pelo. Aquella noche, como la anterior, había decidido quedarme en la habitación junto a Luke, Rosalind no había dormido nada desde que el accidente pasó, ni siquiera había vuelto a su casa, y le convencí para tomarse un descanso mientras yo me quedaba cuidando a su hijo, y esa misma noche había arrastrado el sillón de la esquina de la habitación de hospital hasta su cama, quedándome lo más cerca posible de él por si algo comenzaba a ir mal, cuando resulta que lo que había ido mal era yo.

Rebeldía II. (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora