Prólogo

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Jennie pov.

Al diablo con esto.

Me froto las palmas sudorosas en la falda e inhalo una respiración temblorosa que no consigue calmar mis nervios.

Esta mañana no sólo me ha venido la regla por primera vez, sino que es mi primer día en la Academia Hardersfield.

Al salir del auto de mi padre, me subo la mochila al hombro, odio que me obligue a asistir a esta escuela privada de élite con un montón de niños ricos, en lugar de la escuela pública del otro lado de la ciudad a la que asistía. Por otra parte, no es que vaya a estar aquí por mucho tiempo, ya que la situación económica de mi familia es, en el mejor de los casos, inestable.

Un mes cenamos filet mignon y langosta, y al siguiente tenemos suerte si podemos permitirnos un bote de mantequilla de cacahuete y una rebanada de pan para los sándwiches.

Cada vez que le preguntaba a mi padre qué pasaba y por qué las cosas estaban tan raras, me aseguraba rápidamente que todo estaba bien antes de cambiar de tema.

Y ahora aquí estoy.

A punto de entrar en lo que estoy segura que será el décimo círculo del infierno.

Siento las piernas como si fueran de gelatina mientras miro alrededor del estacionamiento vacío, las clases empezaron hace quince minutos.

-Vamos, Jennie -dice mi padre-. Llegas tarde.

Con un nudo en el estómago, me doy la vuelta para mirarlo. -No puedo hacer esto.

Sus ojos marrones se suavizan. -Estarás bien, niña.

Sacudo la cabeza, el mal presentimiento en la boca de mi estómago crece.

-No lo creo.

Suspirando, se ríe. -Son sólo los nervios. -Buscando en su bolsillo, saca lo que parece ser un joyero-. Iba a darte esto después de que llegaras a casa, pero creo que ahora es un mejor momento.

Levantando una ceja, meto la mano por la ventana del lado del pasajero y le quito la caja. -¿Qué es?

-Ábrelo y averígualo.

Miro el collar con confusión. -¿Perlas?

No es que no agradezca el regalo, pero tengo catorce años... no ochenta.

-No son perlas cualquiera, son verdaderas-declara con orgullo.

Eso sólo me hace sentir peor.

A diferencia de mi madre, que sólo se preocupa de su vino y de que mi padre le compre cosas bonitas todo el tiempo para mantener las apariencias, yo no quiero ni necesito nada de eso de él.

-Papá, esto es demasiado...

-Está bien.

-Pero cómo puedes permitirte...

-No te preocupes por eso.

Le dirijo una mirada. -Papá...

-Tu tío Suk y yo conseguimos unos cuantos inversores más para esa residencia de ancianos de la que te hablé. -Agita una mano-. Ahora deja de interrogarme y póntelas.

El tío Suk era el mejor amigo de mi padre y el abogado de la empresa de mi padre, pero también era la única persona a la que yo podía acudir si tenía algún problema.

A diferencia de mi padre, Suk nunca me ocultaba nada ni me trataba como a una niña pequeña, me trataba como si fuera especial.

Conteniendo las ganas de pincharlo, me abrocho el collar de perlas al cuello, dado que estamos obligados a llevar un uniforme compuesto por una camisa blanca abotonada y una falda a cuadros, estoy segura de que ahora parezco una nerd aún más pretenciosa, pero no me importa.

Te Odio. [Jenlisa g!p]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora