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Lisa pov. 

—Llegaremos tarde a la escuela, —respira Jennie mientras desabrocho su camisa.

Actualmente la tengo tendida en el sofá de la sala de estar.

Beso y muerdo mi camino por su abdomen, deteniéndome cuando llego a la parte superior de su falda a cuadros. —Ya estamos llegando tarde.

Bien podría hacer que valga la pena.

Sus ojos se cierran mientras abro su blusa, revelando el sujetador blanco debajo.

Mi polla se hincha, palpita y queda atrapada dentro de mis pantalones.

Desabrocho el broche de la parte delantera de su sujetador, gimiendo cuando sus tetas se derraman. —No vamos a ir a la escuela hoy.

Mi apetito por ella es insaciable.

—Tenemos que hacerlo, —dice, pero capturo un pezón rosa pálido en mi boca y muerdo.

Ella sisea, respirando fuerte entre dientes. —Jesús.

Solo estoy comenzando.

Quiero pasar el día mordiendo y chupando cada centímetro de ella mientras está atrapada debajo de mí, rogando por más.

Y justo cuando piense que no puede soportarlo y está a punto de morir por el tormento que le estoy infligiendo...alimentaré su desordenado coño con mi polla.

Pulgada por pulgada insoportable, hasta que esté llena.

Jennie gime antes de encontrar su voz.

—Tengo que finalizar todo con el comité de graduación.

Mis manos se introducen bajo su falda, silenciándola efectivamente.

Chupando su otro pezón en mi boca y acaricio su coño a través de su ropa interior húmeda con mi nudillo.

Frunce el ceño y abre la boca mientras continúo mi tortura. —Me estás volviendo lo...

El sonido de la puerta principal abriéndose la interrumpe.

—¿No deberías estar en la escuela? —dice mi padre desde el vestíbulo.

Mierda. 

Se suponía que no volverían hasta mañana.

Me alejo y Jennie se levanta del sofá, abotonándose la camisa en el proceso.

—Eres una idiota, —grita Jennie.

Cuando le doy una mirada, me insta en silencio a seguirle el juego.

Unos pasos pesados se dirigen hacia el salón. —¿Qué pasó?

Jennie me fulmina con la mirada. —Tu hija sacó mi ropa de la lavadora durante el fin de semana y la dejó en una pila mojada en el suelo.

Cuando mi padre frunce el ceño, ella agrega, —Ahora están arrugadas y huelen mal. —Hace un gesto hacia su camisa—. No puedo ir a la escuela así.

No es la mejor mentira, pero a juzgar por la expresión molesta de mi padre, funciona.

—Puedes ir a la escuela así, jovencita. —Me mira—. ¿Alguien necesita enseñarte algunos malditos modales ya que obviamente los olvidaste?

Se me erizan los vellos de la nuca. —No.

Sus ojos oscuros se estrechan en pequeñas rendijas. —¿No qué?

La palabra sabe a mierda en mi lengua.

—Señor.

Levanta un pulgar detrás de él. —Bueno. Ahora será mejor que las dos lleven sus culos a la escuela o que Dios me ayude, la ropa arrugada será la menor de sus preocupaciones.

Jennie abre la boca en señal de desafío, pero la miro.

Una que ignora porque coloca sus manos en sus caderas y gruñe, —¿Disculpa?

Él dirige su furiosa mirada hacia ella. —¿Tartamudee?

Como de costumbre, ella no retrocede.

Sin embargo, no es la persona adecuada para pelear.

—No, pero seguro que sonó como una amenaza.

Su cara se pone rojo de ira. —Te mostraré lo que es una amenaza, pequeña perra, ya es hora de que me respetes.

Él se lanza hacia ella, pero yo soy más rápida y me encajo entre ellos en el último momento.

—Sube al auto, —le gruño, lista para arrancarle la maldita garganta con los dientes.

Para mi sorpresa, Jennie realmente me escucha por una vez y sale corriendo de la sala de estar.

Ahora solo somos él y yo.

—Parece que estás olvidando dónde están tus lealtades, hija.

—Y parece que estás olvidando que ella no... —Me detengo antes de terminar esa frase.

—¿Ella no es qué? —me incita, desafiándome a decirlo.

No le daré la puta satisfacción.

—Nada.

Él sonríe, recordándome que no somos tan diferentes. —Eso es lo que pensaba. —Se rasca la barbilla—. Por cierto, la próxima vez que juegues con tu hermana puta bajo mi techo, asegúrate de que piense en una excusa mejor que darme, un mentiroso es bastante malo, pero uno terrible es peor.

Está en la punta de mi lengua preguntarle si él solo está molesto porque ella no se la entrega, pero sé que eso solo lo irritará y hará que tenga algo que demostrar.

En cambio, lo miro a los ojos. —No estábamos jugando. Te lo dije, la odio.

Su tono es bajo y entrecortado, pero también hay un toque de diversión. 

—Eso dices siempre.

—¿Hemos terminado aquí?

Me doy cuenta de que no quiere soltarme el anzuelo tan fácilmente, pero el sonido de su teléfono sonando hace que me despida.

Saco las llaves de mi bolsillo y salgo, reprimiendo el impulso visceral de volver allí y darle una paliza hasta que ya no tenga pulso.

Un día.

─── ❖ ── ✦ ── ❖ ───


Toda la escuela está más bulliciosa de lo habitual mientras me dirijo a mi locker después del almuerzo, estoy a punto de atribuirlo al típico drama de mierda que ocurre por aquí, pero luego veo a Jennie hablando con su amiga Rosé al final del pasillo.

No estoy segura de lo que está pasando, pero sea lo que sea, la tiene más pálida que de costumbre y visiblemente conmocionada.

El hecho de que antes pudiera hablarle a mi padre sin siquiera pestañear y ahora parezca un gato al que sostienen sobre una bañera llena de agua no presagia nada bueno.

Los músculos de mi cuerpo se tensan mientras me dirijo hacia ella.

—No es ella —escucho a Jennie susurrar cuando me acerco—. Créeme.

—Cómo...

—Porque he estado con ella todo el fin de semana.

Los ojos de su amiga se agrandan antes de que le dé un apretón a la mano de Jennie y se escabulla.

—¿Qué pasa?

Cuando ella no responde, la necesidad depredadora de protegerla toma el control y entro en su espacio, apiñándola intencionalmente. —¿Qué pasó, Stray?

Sus ojos caen al suelo mientras su pecho se agita. —Traci y Staci están muertas. —Ella suelta un suspiro tembloroso—. Sus cuerpos fueron encontrados en Devil's Bluff, como Candi y Shadow.

Una sensación de pesadez se hunde en mis músculos y la inquietud recorre mi cuello.

Mierda.

Te Odio. [Jenlisa g!p]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora