Te Odio. [Jenlisa g!p]

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Jennie pov. 

—De todos modos, —declara Lisa, con voz ronca—. Después de que Shadow murió, supe que algo no estaba bien, pensé que tal vez era una advertencia de... alguien. —Se pasa una mano por el cabello y suspira—. Pero cuando encontré los dedos enterrados en el patio trasero... supe que era mi padre y que se estaba preparando para tenderme una trampa.

Oh Dios.

Quiero extender la mano, acercarla a mi pecho y consolarla, porque lo que ha pasado es mucho peor de lo que podría haber concebido, pero Lisa niega con la cabeza.

Respetando su petición de que no la toque en este momento, me hundo contra el asiento.

Todo en ella tiene mucho sentido ahora, su comportamiento distante, la forma en que nunca deja entrar a nadie, los rumores que circulan por la escuela... incluso la forma en que tiene sexo.

Necesita el dolor y sentirse en control cuando folla.

Lisa gira la cabeza y mira por la ventana, casi como si no pudiera soportar la idea de mirarme más porque me ha mostrado sus demonios.

Pero no la estoy juzgando... porque nada de esto fue culpa suya.

Ella era solo una niña.

—No eres un monstruo. —Agarrando su barbilla, la obligo a mirarme porque necesito que comprenda—. No merecías lo que te pasó. —Intenta darse la vuelta, pero no la dejo—. Lo que siento por ti no ha cambiado.

Nunca cambiará.

—Entonces eres estúpida, —murmura.

—Soy muchas cosas, pero estúpida no es una de ellas.

Miro el reloj en el tablero de su jeep, el autobús sale en veinte minutos, pero las preguntas que tengo se siguen acumulando con cada segundo que pasa.

Me pregunto por qué nunca le contó a nadie sobre el abuso. Aunque, ahora que lo pienso, es obvio. Su padre es un poderoso agente del FBI y le inculcó miedo desde el momento en que Lisa respiró por primera vez.

Pero, aun así, pensarías que alguien se habría dado cuenta. Una enfermera, una maestra, un familiar...

Mi mente vuelve a lo que dijo antes.

—Antes, dijiste que pensabas que era una advertencia de alguien. ¿Quien?

Se lleva un cigarrillo a la boca. —Deberías irte.

La forma en que me está despidiendo me revuelve las entrañas, está claro que sabe algo importante.

—Lisa. —Mi presión arterial se eleva porque necesito que me lo diga—. ¿Quién crees que mató a esas chicas?

Su expresión se vuelve dura y una corriente de humo flota en el aire. 

—Suk.

Se necesita todo en mí para no reírme. 

Suk no es un santo, pero definitivamente no es un asesino, el hombre no le haría daño a una mosca.

—¿Por qué demonios creerías que fue Suk?

Me lanza una mirada triste y eso solo hace que esta terrible sensación que se forma en la boca de mi estómago empeore.

—Porque él no es quien crees que es, Jennie —Su mandíbula se aprieta—. Y ya ha matado antes.

¿Qué? Vuelvo a agarrar la bolsa de lona, preparándome.

—¿Qué quieres decir con que ha matado antes? ¿A quién?