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Lisa pov. 

Pasado...

Mi corazón latía como un tambor mientras entraba en la casa tan rápido como mis piernas podían llevarme. 

La emoción recorrió mis extremidades cuando cerré la puerta detrás de mí y tiré mi mochila al suelo del vestíbulo.

Rápidamente corrí hacia la cocina. —Mamá.

No solo era hoy mi decimosegundo cumpleaños sino que mi madre había prometido darme una sorpresa especial antes de que mi padre regresara del trabajo.

Tenía muchas reglas que debíamos seguir, pero la que más odiaba era que no podíamos hornear ni consumir dulces.

Según mi padre, el azúcar no solo pudriría mis dientes, sino también mi cerebro, tampoco quería que mi madre o yo engordásemos.

Sin embargo, mi madre accedió a ir a la panadería local mientras yo estaba en la escuela para que pudiera probar un cupcake de chocolate por primera vez.

Mi estómago retumbaba cada vez que veía a mis compañeros de clase comiendo productos horneados, y costaba cada gramo de mi fuerza de voluntad no arrebatárselos de las manos. 

Pero el miedo a que él descubriera que rompí una de sus reglas esenciales siempre me impedía complacerme.

Pero no hoy.

Hoy era mi cumpleaños.

Lo que significaba que tenía un poco de suerte de mi lado y nada podía salir mal.

—Mamá, —grité de nuevo, dirigiéndome hacia la sala de estar.

Ella siempre estaba aquí cuando yo volvía a casa de la escuela, por lo general dando vueltas por la cocina para comenzar a preparar la cena.

Sin embargo, ella no estaba por ningún lado en este momento.

A menos que estuviera abajo lavando la ropa.

Al darme cuenta de que ese debía ser el caso, abrí la puerta que conducía al sótano.

Me lleve las manos a la boca, sin poder contener mi entusiasmo mientras bajaba las escaleras. —Mamá, estoy en ca…

Las palabras se atascaron en mi garganta cuando el rastro carmesí apareció a la vista y un hedor rancio y cobrizo invadió mis fosas nasales.

Ella estaba herida.

La bilis subió por mi garganta cuando doblé la esquina, la encontré tendida en el suelo, un charco de sangre rodeando su cuerpo inerte.

Rápidamente corrí a su lado. —Mamá, estás...

Su cuerpo se sentía frío... rígido.

Ni siquiera tuve la oportunidad de intentar rescatarla.

Ya se había ido.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y mi respiración se congeló en mis pulmones mientras observaba los moretones que teñían su pálida piel, el profundo corte en su cuello...

El cupcake que todavía tenía en la palma de su mano.

Siempre decía que nos mataría, pero yo esperaba que encontráramos una manera de irnos antes de que ocurriera.

Lo cual fue una estupidez de mi parte, porque el bien no venció al mal como afirmaban todos los libros y películas.

Al menos... no para nosotras.

Su tipo de maldad era demasiado fuerte, demasiado resistente, muy poderoso.

Los diminutos vellos de mi nuca se erizaron cuando escuché pasos pesados bajando por la escalera.

Te Odio. [Jenlisa g!p]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora