Capítulo 1: En la estación

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Ya había anochecido

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Ya había anochecido. Luego de un trayecto confuso y horripilante en el auto de Bradley, desde el lago de Jamaica Pond, Charlotte llegó a su vivienda: la fraternidad universitaria Kappa Sigma Tau, ubicada en el campus de Lothingham, donde vivía junto a sus hermanas de fraternidad: Rebecca, Sophie, Valerie, Chloe, Carley, Kassandra, Vanessa y Jane.

Sophie le abrió la puerta. Era su mejor amiga, una chica pelirroja con pecas en la nariz. Tenía el cabello lacio, ojos verdes, y siempre llevaba una sonrisa amable. Sus mejillas redondas la hacían destacar.

Al ver a Charlotte con los ojos enrojecidos, lágrimas deslizándose por sus mejillas y sollozando, Sophie se alarmó y se apresuró a preguntar:

—No me asustes. ¿Qué te pasó?

Charlotte no pudo articular palabra; solo continuó llorando, visiblemente confundida y ensimismada.

Sophie supuso que probablemente había tenido problemas con Bradley, ya que venía de estar con él.

—¿Tuviste una pelea con Bradley? —preguntó.

Charlotte negó con la cabeza.

—No, lo que pasó es que... ¡Bradley desapareció en medio del lago!

—¿De qué estás hablando? —inquirió Sophie, con una nota de terror en la voz.

—Como lo oyes. ¡Desapareció! Estábamos nadando en el lago y, de repente, ya no estaba. Lo busqué por todas partes, pero no lo encontré en ningún lado.

—Solo trata de calmarte. Tenemos que encontrar una solución. Nadie desaparece sin más —dijo Sophie, tratando de reconfortarla.

Charlotte asintió y entró en la casa.

Esa noche, todas las chicas supieron que Bradley había desaparecido en el lago de manera inexplicable. Parecía que ni siquiera se había ahogado. Desapareció sin dejar rastro, sin ninguna explicación racional. ¿Qué había sucedido?

Lágrimas colgaban de los ojos de Charlotte mientras las chicas intentaban animarla, aunque aún les costaba creerlo.

—Tranquila, tiene que haber una explicación —comentó Sophie, acariciándole el brazo—. Él tiene que aparecer.

—O, tal vez, no lo tomes a mal, pero lo más probable es que se haya ahogado y tú no lo hayas visto —sugirió Valerie, una chica robusta con cabello verde.

Charlotte tenía el rostro oculto entre sus manos.

—No. Lo busqué por todos lados y ya les dije que no estaba. Además, no quiero pensar que está... que está... muerto. Ni siquiera quiero imaginarlo —murmuró con voz temblorosa.

—Quizás no esté muerto. Tal vez la tierra se lo tragó o se fue por un agujero negro —dijo Rebecca, al entrar en la sala con una actitud burlona que resultaba inquietante.

Sicretum (algo oculta Salem)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora