Capítulo 53: De vuelta en Kappa

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—Hermosa, sabemos que está prohibido tener sexo en los hospitales, pero es inevitable —dijo Bradley, con una sonrisa

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—Hermosa, sabemos que está prohibido tener sexo en los hospitales, pero es inevitable —dijo Bradley, con una sonrisa.

—Sí, es una locura —susurró Charlotte, entre risitas—. Solo esperemos que nadie venga.

Bradley se deshizo de la ligera bata que llevaba puesta, quedando desnudo, mientras Charlotte se desabrochaba el sostén. Sus senos quedaron al descubierto y fueron acariciados por las manos de él. Ni siquiera se preocuparon por usar preservativo.

—Acaríciame —murmuró Charlotte, sintiendo como si estuviera ascendiendo desde la tierra hacia el paraíso o algún lugar tan lejano que sobrepasara una variedad de universos.

Sus almas parecían conectarse, fusionándose en una sola que se transportaba por lugares desconocidos a los que solo los verdaderamente enamorados pueden llegar. Euforia e irreales sensaciones se experimentaban en sus cuerpos, deseando que aquello no fuera efímero.

En un momento de éxtasis, mientras "volaban por mundos surrealistas", la mano de Charlotte rozó accidentalmente la espalda de Bradley. Ella olvidó por un instante el motivo de su presencia en el hospital.

Bradley mostró un gesto de dolor en su rostro.

—Lo siento, no debí tocarte la espalda —dijo Charlotte, notando algo inusual: la cicatriz que siempre había tenido, con tres rasguños verticales y alargados, estaba de un púrpura oscuro distintivo. La profundidad era evidente y se veía algo gruesa.

—No te preocupes, solo fue el roce —dijo Bradley, sin saber cómo lucía su espalda.

Charlotte frunció el ceño al ver la cicatriz y se preocupó de inmediato.

—No, Bradley... espera un momento. ¿Por qué la cicatriz se ve tan mal? —le preguntó, terminando su "viaje de almas" y sintiendo un nudo en la garganta.

Bradley hizo una pausa y miró hacia abajo.

—Charlotte, lamento decirte esto, pero no te conté toda la verdad —admitió, sin desviar la mirada.

—¿De qué estás hablando? —preguntó ella, con el rostro lleno de miedo mientras se acomodaba el sostén.

—No vine aquí porque me fracturé la espalda montando bicicleta —confesó, sintiendo ganas de llorar, aunque se contuvo—. Vine aquí porque hace dos días comenzó a dolerme la cicatriz, y parece que ha empeorado. Me han estado administrando morfina todo el tiempo porque el dolor es insoportable.

Charlotte empezó a llorar rápidamente.

—Esto no puede ser posible —susurró, entre sollozos. El llanto era el más frustrante que había experimentado en su vida; había creído que la pesadilla gótica y aterradora a la que se enfrentó durante los meses anteriores había terminado—. No puede ser posible, no puede ser... —decía, aún sin poder creer lo que estaba ocurriendo.

Sicretum (algo oculta Salem)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora