Capítulo 44: Es una maldición

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Después de cubrir los cadáveres con una manta blanca, Connor desapareció, dejando un curioso polvo en el suelo

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Después de cubrir los cadáveres con una manta blanca, Connor desapareció, dejando un curioso polvo en el suelo. Charlotte salió de la cabaña, apreciando el ligero cambio en el cielo. A pesar del invierno, la oscuridad todavía formaba parte del paisaje habitual, lleno de montones de nieve.

Finalmente, condujo hasta la calle Main, sintiendo sus párpados pesados como rocas. El reloj del auto marcaba las 6:50 de la mañana. Las calles blancas lucían como si hubieran sido escenario de una posguerra. Tal vez la cabalgata nocturna en Positano, el comportamiento frenético de Abigail Wolff, los gritos de los aterrados, la chica que perdió sus senos, la sangre del niño, los hombres muertos, y el malicioso rostro de Connor Brown habían dejado una huella que contrastaba con la tranquila carretera vacía.

Charlotte observó la casa de Sophie y aparcó el auto. No soportaría estar despierta ni un segundo más. Probablemente, al recostarse en la cama, caería en un sueño profundo.

Se negó a tocar el timbre. Decidió enviarle un mensaje a Sophie, quien de inmediato le abrió la puerta.

—¡Charlotte! —exclamó sorprendida—. ¿Estás bien? ¿Qué pasó? No pude dormir pensando en que te estabas tardando mucho.

—Tranquila... creo que estoy bien —respondió Charlotte, no muy segura. De repente, recordó las terroríficas palabras de Connor: «Tienes que complacer al señor Edland».

—Qué alivio, pero... ¿por qué te demoraste tanto? —volvió a preguntar Sophie, curiosa.

Charlotte entró en la casa.

—Tengo que contarte todo, pero antes necesito dormir, ya no puedo más —dijo, frotándose los ojos.

—Está bien. Pero al menos dime de qué se trata —insistió Sophie.

—Connor Brown, Abigail Wolff y un poderoso caballo, de eso se trata —aclaró Charlotte, suspirando.

—¿Qué? —preguntó Sophie, frunciendo el ceño—. ¿Estuviste con Connor Brown? ¿Quién es Abigail Wolff? ¿Y qué es eso de un caballo?

—Te lo contaré después, pero en cuanto a Abigail, es una bruja rubia y delgada. No sé si la recuerdas. Estuvo el día cuando fuimos a la casa de Bradley a recoger los cuerpos. Está completamente loca —dijo Charlotte, recordando que probablemente los brujos la estarían escuchando—, bueno, mejor me callo.

—Tienes razón, recuerda que ellos te ven todo el tiempo —añadió Sophie, bajando la voz y observando el estado de somnolencia de su amiga—. Creo que necesitas dormir, luces como un zombi.

—Sí, y me siento como uno —Charlotte se dirigió a la habitación de Sophie.

Después de dormir un par de horas, esa misma tarde, Charlotte consiguió los aceites de lavanda en el baño de Jaqueline; por suerte había una gran cantidad. También obtuvo las velas rojas conseguidas en Olives and Grace, mientras pensaba: «Bradley, te necesito, por favor, llámame, llámame, tu ausencia me hace daño».

Sicretum (algo oculta Salem)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora