Capítulo 61: Akenke Flamcourt

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Un silencioso viento se percibía en el aire, casi imperceptible frente a las melodías estridentes de Bessie Smith

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Un silencioso viento se percibía en el aire, casi imperceptible frente a las melodías estridentes de Bessie Smith. El saxofón se movía suavemente de un lado a otro, y Charlotte lo observaba con mucha atención. Sin embargo, no era exactamente el saxofón lo que veía, sino sus propios pensamientos acerca de la consulta con Akenke Flamcourt. ¿Qué le diría esa misteriosa hechicera? ¿La mejor de las noticias, algo así como "He encontrado la cura para Bradley, es tan solo un bebedizo", o la peor de las noticias: "No puedo hacer nada, ni nadie puede hacer nada, él morirá en cuestión de días, o se quedará en coma"? Al pensar en esto, una lágrima se precipitó por su mentón.

Su estado de ánimo era tan notorio que el chico del saxofón la miró por unos segundos y, con un poco de timidez, se atrevió a decir:

—No nos conocemos, pero ¿estás bien? Te he visto ahí sentada hace una hora, y no has dejado de llorar. Puedes desahogarte con un desconocido como yo, si quieres.

Charlotte lo miró fijamente. Durante unos segundos no pronunció palabra alguna, hasta que el silencio comenzaba a volverse incómodo.

—Ehhh... La verdad es que estoy en el peor momento de mi vida, y eso es todo. No quiero hablar con nadie porque... —dijo, pero de nuevo el llanto ahogó sus palabras.

Antes de que su lengua intentase moverse, las lágrimas empaparon su rostro con brusquedad, y solo pudo pronunciar quejidos lentos.

El chico frunció el entrecejo.

—¿Qué te sucede? Dime, tal vez te pueda dar un consejo.

—Lo que pasa es que... —dijo Charlotte, haciendo una corta pausa, y continuó—: Mi novio está en coma, y no quiero que muera, o que se quede mucho tiempo así, porque... él es mi vida —explicó, tratando de contener el temblor en su voz.

—Bueno, ya sabiendo lo que te sucede, lo único que te digo es que nunca pierdas las esperanzas, ni en el momento más difícil. A veces, los milagros existen, ¿sabes?

—Ahora que lo recuerdo... Sí, tienes razón.

—¿Alguna vez te ha ocurrido un milagro? —preguntó el chico con curiosidad.

—Ehhh, creo que sí —respondió, recordando ese día de octubre en el bosque de Tolland State, cuando creyó que los brujos los llevarían a ella y a Bradley a morir, y minutos después se precipitó una maravillosa lluvia que hizo que todos los sujetos vestidos con capas negras cayeran al suelo, solo porque ya estaban débiles y no se habían alimentado con órganos humanos, siendo más de las doce.

—¿Ves? —replicó el desconocido, esbozando una leve sonrisa—. Si ya ocurrió una vez, puede que vuelva a suceder, ¿no crees?

—Bueno... —susurró Charlotte, mientras trataba de secarse el rostro—. Sí, gracias, no sé cómo lo hiciste, pero creo que tus palabras me sirvieron de algo.

Sicretum (algo oculta Salem)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora