Capítulo 6: Embrollo de mentiras

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Bradley estaba visiblemente nervioso

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Bradley estaba visiblemente nervioso. Tras todos los misteriosos acontecimientos, sería visto como un resucitado. Decidió no informar a sus padres que estaba sano y salvo, al menos no hasta que amaneciera. Pasó el tiempo sentado en la sala de espera del hospital, mirando los autos pasar por la ventana, y afortunadamente, ya vestía algunas prendas que le había dado uno de los doctores.

Intentó dormir en algún momento, pero fue imposible, especialmente al recordar las terribles adversidades que vivió en cautiverio. Mientras tanto, trataba de preparar una historia razonable y realista. Después de repasar el plan durante varias horas, decidió que lo mejor sería decir que había sido secuestrado por un grupo de terroristas que se dedicaban al rapto de personas, y que antes de que pidieran dinero por él, la policía lo había encontrado y rescatado.

«Eso es, eso es», pensaba, mientras sostenía el teléfono de Charlotte y observaba los números en la pantalla. Su corazón daba un salto brusco cada vez que intentaba marcar el número de su madre, hasta que finalmente lo hizo.

— ¿Hola? ¿Quién habla?

—Mamá, soy yo, estoy bien —afirmó. No pudo evitar que las lágrimas emocionadas recorrieran su rostro y se acumularan en su mentón.

Un llanto de alivio y felicidad desbordante se escuchó al otro lado de la línea.

—No lo puedo creer, gracias a Dios, gracias señor, por oír mis súplicas. Yo lo sabía, lo sabía —dijo su madre entre sollozos—. Pero dime, ¿cómo estás? ¿Estás bien? ¿Dónde estás? ¿Podemos verte? Por favor, no sabes cuánto hemos sufrido. No sabes cuánto. Incluso llegamos a creer que... que no volveríamos a verte. ¡La gloria del señor es muy grande! ¡Aleluya! ¡Aleluya! —Más llanto se escuchó, seguido de susurros—: Señor, te alabaré con todo mi corazón; delante de los dioses te cantaré alabanzas, me postraré hacia tu santo templo y alabaré tu nombre por...

—¡Cálmate! Sí, estoy bien, estoy bien. Estoy en el hospital, me están haciendo un chequeo, pero no te preocupes, en una hora estaré en casa y les explicaré con calma lo que pasó —replicó, con algo de nerviosismo, mientras se secaba las lágrimas.

— ¿En qué hospital estás? ¿Estás herido? ¿Te hicieron algo? ¿Quieres que salga para allá en este momento?

—Estoy en el hospital general de Massachusetts, pero no, mamá, no es necesario. Tomaré un taxi y llegaré allá. Y no, gracias a Dios, no estoy herido —contestó Bradley, suspirando mientras se pasaba la mano por el cabello.

Después de hablar con su madre, Bradley quiso ir a ver a Charlotte, pero algo lo desconcentró: una mujer robusta, con papada en movimiento y cabello corto y rojizo, vestía un ostentoso abrigo de piel de leopardo y su rostro mostraba signos evidentes de cirugía plástica. Se dirigía hacia la habitación 382.

Al darse cuenta de que entraría allí, Bradley se puso de pie, y supuso que era la señora Agnes Sullivan, la tía de Charlotte.

La señora Sullivan, con una actitud odiosa, ni siquiera se molestó en saludar de manera cordial, lo hizo de una forma extraña.

Sicretum (algo oculta Salem)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora