Capítulo 47: Una velada tormentosa

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Advertencia: este capítulo puede contener escenas explícitas

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Advertencia: este capítulo puede contener escenas explícitas.

El baño de la recepción era, sin duda, uno de los lugares más brillantes, luminosos y majestuosos de la gran manzana. Los enormes espejos en las elegantes paredes serían una tortura para quien no quisiera ver su reflejo. Las lámparas de cristal flotaban en lo alto, aportando un toque de palacio, mientras que el suelo, hecho con costosa baldosa, era tan reluciente que la figura de Charlotte se reflejaba con claridad.

Aunque apreció su imagen en uno de los espejos, cuya magnitud la hacía parecer una millonaria infeliz, como si tuviera tantos sufrimientos como riquezas, y como si el dinero le hubiera arrebatado la felicidad, dejándola vacía y miserable.

Más pálida que la iluminación, y con las náuseas reflejadas en su expresión, Charlotte no tuvo otra opción que entrar en uno de los relucientes cubículos y cerrar la puerta. Tras hacer sus necesidades, abrió el curioso paquete dorado, dejándolo sobre el retrete.

Sus manos tocaron una prenda misteriosa que no parecía hecha de tela. Era un estrafalario traje tan pesado que no parecía exactamente ropa. Era una extravagante lencería cubierta de diamantes plateados, que solo cubría sus pequeños senos y partes íntimas, dejando gran parte de su piel expuesta.

Luchando contra las repentinas ganas de llorar, comenzó a desvestirse, observando el temblor de sus piernas. Las prendas negras que llevaba se convirtieron en parte del suelo, y su ropa interior cotidiana fue retirada torpemente por sus brazos. En segundos, los brillos plateados rozaron su piel, haciéndola sentir tan fría como el aire exterior.

Observó su cuerpo ahora cubierto de diamantes, que proyectaban destellos que casi confundían su vista. Sus piernas, estilizadas y delgadas, eran de un tono blanco que parecía porcelana. Una hilera de diamantes recorría su torso desde la parte inferior hasta sus senos. Como último toque majestuoso, brotaban más adornos plateados desde la parte superior, llegando hasta su cuello y transformándose en un collar amplio, aunque la hacía sentir aún más ahogada. Ahora lucía como una modelo de Victoria's Secret en pleno desfile, excepto por su estatura algo menor y la falta de las enormes alas, además de la crisis emocional que parecía tener.

«Tranquila, piensa en Bradley, piensa en Bradley, y no vomites, ni siquiera si Edland te mete la lengua por la garganta. Por favor, relájate» pensaba.

Entonces se dio cuenta de que no tenía ningún par de zapatos que combinara con la lencería de más de un millón de dólares. ¿Tendría que usar los zapatos Converse visibles a simple vista? ¿O entraría descalza al misterioso apartamento de Edland Polanski? Decidió usar los zapatos Converse. No sería una buena idea salir descalza y atravesar corredores y ascensores de ese modo.

Con los zapatos puestos, el cuerpo completamente centelleante y la mochila negra al hombro, salió del cubículo, reencontrándose con su reflejo. Esta vez parecía haber tomado un baño de diamantes, aunque algo asfixiante debido al gesto de malestar en su rostro.

Sicretum (algo oculta Salem)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora