Capítulo 13: Navidad con los Walker

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Era exactamente la mañana del veinticuatro de diciembre, después de una noche en la que temieron que los espíritus de Adhelaida y Eleanor volvieran a manifestarse

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Era exactamente la mañana del veinticuatro de diciembre, después de una noche en la que temieron que los espíritus de Adhelaida y Eleanor volvieran a manifestarse. Bradley, bajo las mantas y con la Biblia en las manos, no dejó de leer salmos de protección hasta que dieron las cinco de la mañana. Charlotte, traumatizada y temblorosa, tuvo la suerte de quedarse dormida una hora antes que él, escuchando esas palabras que, por suerte, la adormecieron.

No ocurrió nada fuera de lo normal. Bradley se despertó con horribles imágenes del día anterior, cuando casi muere ahogado en la bañera. Sin embargo, aquellas imágenes se desvanecieron un poco al mirar a su lado y darse cuenta de lo afortunado que era por tener a Charlotte durmiendo junto a él, con su cabello platino lleno de lindos rizos que caían desordenados sobre las almohadas. Ella, todavía con los ojos cerrados, se recostó sobre su fuerte pecho, mientras él sentía su respiración tan cerca y sus brazos rozando su piel.

La noche anterior habían llegado a un acuerdo: tendrían que, contra viento y marea, alejar a los espíritus de las brujas, aunque eso significara buscar a un chamán, hechicero, o exorcista al otro lado del mundo, o simplemente pedirle ayuda de nuevo al tío Doug.

De repente, sonó el teléfono de Bradley. Esta vez no era una llamada del inframundo ni nada similar. Era la señora Walker.

—Hola, mamá —saludó Bradley.

—Hola, cariño, ¿cómo amaneces? —preguntó.

—Bien —contestó Bradley, no muy seguro de lo que decía. Pensó que lo mejor sería contarle a su madre lo que había ocurrido, aunque omitiendo gran parte de la historia—. Aunque... tengo que contarte algo que pasó ayer.

—¿Qué pasó? —se apresuró a preguntar, exaltada.

—Anoche tuve un accidente y casi me ahogo en la bañera, pero no te preocupes, ya estoy bien, no pasó nada grave —respondió Bradley, al notar que Charlotte comenzaba a despertar.

—¿Qué? —exclamó ella, increíblemente exaltada—. En nombre de Jesucristo, ¿cómo así que casi te ahogas en la bañera? No entiendo, dime, ¿has orado en estos días? Porque si no lo has hecho, es normal que la mala suerte te persiga —planteó, casi llorando, y continuó—: ¿Cómo fue que sucedió?

—Pues, me caí y quedé inconsciente por un par de minutos, pero tienes razón, tal vez tengo mala suerte. Creo que no he orado mucho en estos días. Tal vez una purificación no me vendría mal —respondió Bradley, sentándose en la cama y sintiendo las suaves manos de Charlotte acariciando su espalda.

—La verdad es que estoy muy preocupada por ti. Desde ayer no pude dejar de pensar que algo malo te estaba sucediendo, y además, sé que has tenido pesadillas extrañas últimamente, y ahora me dices que casi te ahogas. ¿Sabes qué? Concuerdo contigo, lo mejor es que Doug te haga una purificación. Le diré que viaje hoy mismo para Boston, ¿está bien?

Sicretum (algo oculta Salem)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora