Capítulo 29: Adoptando gatos

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Esa mañana amaneció tan oscura que parecía como si una inmensa gota de tinta negra se hubiese derramado en el cielo

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Esa mañana amaneció tan oscura que parecía como si una inmensa gota de tinta negra se hubiese derramado en el cielo. Charlotte, con los ojos pesados como piedras, observó a Bradley dormir boca abajo. Sigilosamente, se levantó de la cama, impulsada por una sed apremiante, y se dirigió al baño. Estaba a punto de abrir el grifo del lavabo cuando notó un pequeño papel que parecía una nota. Al tomarlo, leyó un mensaje escrito con tinta roja:

"Charlotte, te recomendamos que uses el cuerpo que ya tienes como la representación de Eleanor Woods, y hoy mismo consigas otro cuerpo, que representará a Adhelaida Woods. No olvides escribir sus nombres en la frente y pensar en ellas cada vez que los veas. Nosotros, desde nuestro sagrado hogar, veremos en vivo y en directo su transición de la muerte a la vida.

Att: Edland Polanski."

—Qué extraño —murmuró Charlotte, intrigada por cómo había llegado ese papel allí. Sin embargo, ya empezaba a acostumbrarse a ese tipo de "asuntos mágicos".

«Conseguir otro cuerpo hoy mismo... qué horror», pensó mientras se miraba en el espejo, notando un leve agotamiento en su piel y unos ojos apagados. Desde el día que fue secuestrada y llevada a juicio, todo había sido extenuante.

Mientras bebía agua, una tormenta de pensamientos incontrolables ocupaba su mente: debía mandar a arreglar su auto, aunque tendría que pedirle dinero a Bradley, ya que no tenía ni un centavo. Además, tenía que ocultar el cadáver de aspecto femenino en algún lugar. Y ahora, debía conseguir otro cuerpo, probablemente de un cementerio.

Justo al terminar de beber agua, Charlotte salió del baño y notó que Bradley seguía durmiendo. Se quedó unos minutos observando su encantador rostro medio cubierto, lo que le arrancó una sonrisa llena de un sutil pero profundo enamoramiento. De pronto, vio su teléfono en la mesita de noche; el reloj marcaba las siete de la mañana. Aún era temprano, y probablemente los demás seguirían durmiendo un par de horas más. Entonces, una loca idea cruzó por su mente. Su corazón se aceleró, y se retractó de lo que había pensado el día anterior:

«No tengo más opciones, creo que tengo que enterrar el cuerpo en el jardín, cubrirlo con nieve y asegurarme de que nadie lo vea. Sería imposible esconderlo en otro lugar; no sabría dónde. En el bosque alguien podría encontrarlo o perdería la pista».

Respiró hondo, se puso rápidamente una bata azul oscura y bajó las escaleras con cuidado, tratando de no hacer ni el más mínimo ruido. Se dirigió al garaje, sintiendo un frío que calaba hasta los huesos, y notó cómo sus pantuflas de peluche se hundían en la espesa nieve. Contempló su auto con temor, sabiendo que se encontraría una vez más con el cadáver que le había causado pesadillas el día anterior.

«Abre el baúl, abre el baúl, abre el baúl», repetía en su mente, sintiendo más miedo que frío. Finalmente, se atrevió a abrir el baúl y vio la temible figura, pálida y con un aspecto grisáceo.

«Qué horror... qué horror», pensó mientras sacaba el cuerpo, luchando contra su propia fuerza y colocándolo nuevamente como si fuera su "amiga ebria favorita".

Sicretum (algo oculta Salem)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora