Capítulo 41: Cabalgata nocturna

69 37 19
                                    

Charlotte y Abigail seguían avanzando en Positano

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Charlotte y Abigail seguían avanzando en Positano. Las luces de los autos se veían más cerca del suelo y pasaban velozmente, proyectando sombras de luz en la oscura autopista. El frío aumentaba con cada firme paso del vigoroso animal de pelaje azabache, haciendo que el viaje fuera extenuante.

—Es impresionante —comentó Charlotte sobre la extravagante historia de Positano—. ¿Y por qué le pusieron ese nombre? ¿Y no le dejaron su nombre humano?

—Primero, no queríamos que nuestra mascota tuviera un nombre patético de inquisidor. En ese entonces, nuestro señor era Dante Lombardi, un brujo italiano que provenía de Positano. Por eso decidió ponerle ese nombre. ¿No es hermoso? —dijo Abigail, con orgullo.

—Sí, me gusta el nombre —asintió Charlotte, mientras varios copos de nieve resbalaban por su cabello.

—En fin, querida humana, ahora tienes que bajarte y sacarle las muelas a un perro —dijo Abigail con firmeza, señalando una pequeña casa azul de dos pisos.

—¿Pero dónde encontraré un perro? —preguntó Charlotte, tratando de ver el rostro de Abigail.

—Justo ahí, en esa casa, vive un perro. Creo que es un pastor alemán —aseguró Abigail.

—¿Cómo lo sabes?

—Lo olí —respondió Abigail, presumiendo su agudo olfato.

Sorprendida de la habilidad de Abigail, Charlotte se bajó de Positano y se acercó a la pequeña casa. Se detuvo frente a la puerta.

—¡Vamos, Char! ¡Abre la ventana! —gritó Abigail desde el caballo.

Charlotte se acercó con cautela, observó la ventana y trató de abrirla, pero estaba sellada.

—¡Está sellada! —vociferó, mientras su largo cabello se enredaba con el viento.

—¡No te preocupes! —exclamó Abigail—. ¡Pronuncia Anbrinxus!

—¡Anbrinxus! —Charlotte tocó el vidrio de la ventana, que de repente se transformó en agua y chorreó al suelo, creando un gran hueco por el cual entró, tratando de no hacer ruido.

Dentro de la casa había completa oscuridad y un fuerte olor a «perro mojado». Charlotte vio al pastor alemán, que dormía en un tapete casi invisible en la penumbra. Sintió una terrible lástima y al tocar su cabeza con sigilo, el perro se despertó. Pero su carácter agresivo se hizo evidente; mostró sus dientes, arrugó el hocico y, tras ladrar, mordió la mano de Charlotte.

Charlotte abrió los ojos al sentir el dolor. La sangre oscura comenzó a chorrear. Asustada, salió rápidamente por el hueco de la ventana, pero el perro la persiguió mientras una mujer gorda en pijama de flores, que parecía de los años ochenta, bajaba al primer piso.

—¡Albert! ¡Creo que hay ladrones en la casa! —vociferó, llamando a su esposo.

Charlotte corrió hacia Abigail y Positano, con el perro detrás de ella.

Sicretum (algo oculta Salem)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora