Capítulo 43: Un corazón viscoso

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Lo único que faltaba era que Charlotte se estrellara por culpa de Abigail Wolff y sus rígidas órdenes

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Lo único que faltaba era que Charlotte se estrellara por culpa de Abigail Wolff y sus rígidas órdenes. Tras pasar toda la noche despierta, en ese momento solo deseaba dormir, en vez de ir a la cabaña a ocultar los cadáveres.

Luego de pasar la calle Main, siguió por un par de calles más: Baldwin, Rutherford, Mishawum y Charlesgate. Finalmente, terminó en Shattuck, donde se encontraba la enorme universidad de Lothingham, rodeada de bosques de Boston. Sin bajarse del auto, Charlotte observaba la profunda oscuridad que se filtraba de manera ininterrumpida a través del parabrisas. Pensaba en cómo transportar los cuerpos desde allí hasta la cabaña, ya que estaba prohibido que los autos pasaran por el bosque.

«¿Cómo haré para que nadie me vea? Ni siquiera tengo algún tipo de bolsa para ocultarlos. Alguien me verá si los arrastro por el suelo. Llamarán a la policía, creerán que soy una asesina. ¿Qué haré? ¿Qué haré?» pensaba, mientras observaba el lóbrego y oscuro paraje, la aterradora entrada al bosque, y los copos de nieve que se adherían suavemente al parabrisas. Las grandes casas marcadas con siglas como Alpha Delta (AD), Kappa Sigma Tau (KST), Sigma Theta Pi (STP) y Zeta Lambda Zeta (ZLZ) se alcanzaban a notar a lo lejos.

Unos escalofríos se deslizaron desapaciblemente por su espalda, tal vez porque la noche se veía especialmente tenebrosa.

Los sonidos de algunas aves se escuchaban a través del silencio. De repente, en el parabrisas, cayó una horripilante sustancia negra y pegajosa. Charlotte comenzó a preguntarse qué era eso. La sustancia formó una delgada línea que ilustró una frase muy clara:

«Mira a tu izquierda, encontrarás lo que necesitas» decía, embadurnando toda la superficie del parabrisas hasta que este se volvió opaco y sucio.

—Mira a tu izquierda, encontrarás lo que necesitas —leyó en voz alta. A su izquierda, en la entrada del bosque, vio un misterioso objeto que antes no estaba allí. Con aspecto de intruso, parecía una carretilla metálica con un manto blanco desparramado por encima, probablemente para cubrir los cadáveres.

Observando el misterioso objeto, Charlotte se bajó del auto, sintiendo el frío trágico que se adhería a sus manos y mejillas, adormeciéndolas.

Caminó hasta la carretilla, la arrastró hasta el auto, destapó el manto y lo tiró al suelo. Después, observó los nauseabundos cuerpos que se encontraban en el baúl del Dodge Journey.

Luchando contra su limitada fuerza, Charlotte logró poner los cuerpos dentro de la carretilla, una tarea horrible y grotesca. Sin embargo, la oscuridad de la noche era una gran aliada, cubriendo los detalles monstruosos, como la pierna destrozada del cuerpo de Sara Murphy.

Con la sábana blanca cubriendo los cadáveres, Charlotte, con una mezcla de miedo, frío y repugnancia, arrastraba la carretilla mientras esta se movía torpemente por la nieve y el suelo desigual.

Al entrar al bosque, los árboles se veían altos y sombríos, formando sombras espeluznantes. Se hacían cada vez más gigantescos, sus puntas parecían adheridas al cielo. La nieve se tornaba negra debido al lúgubre color de la madrugada, y Charlotte respiraba con fuerza, siendo la única presencia en ese entorno, excepto por algunas aves y pequeñas especies.

Sicretum (algo oculta Salem)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora