Capítulo 24: Entrando en la corte

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—¿Qué hora es? —preguntó Dan, todavía acostado en el sofá de la sala, somnoliento y dándose cuenta de que finalmente había amanecido tras una de las peores noches de su vida

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—¿Qué hora es? —preguntó Dan, todavía acostado en el sofá de la sala, somnoliento y dándose cuenta de que finalmente había amanecido tras una de las peores noches de su vida.

—Son las nueve de la mañana —respondió R.J, mirando su teléfono y frotándose el rostro.

—Me estoy muriendo de hambre, voy a ver qué hay en la cocina —dijo Dan, quitándose las mantas.

—Dan, esta no es tu casa; no puedes ir a la cocina como si fuera la tuya —le advirtió R.J, pero Dan no le hizo caso.

En ese momento, Dan se dirigió a la cocina, abrió el refrigerador y solo encontró un pudín de chocolate y tres pepinos echados a perder. No pudo resistirse; tomó el pudín y empezó a comerlo con avidez.

—R.J, es solo un pudín, no creo que Bradley o Nick se enojen solo por... —comenzó a decir Dan, pero se detuvo al oír voces tras la puerta.

Las voces eran de adultos, serias. Al parecer, tenían llaves y, frente a los ojos de Dan, que comía pudín sin pantalones, aparecieron dos personas de unos sesenta años, con un aspecto muy conservador y cristiano. ¿Los padres de Bradley? Sí, sin duda alguna eran ellos.

—Hola... —dijo Dan, con el pudín en la mano y una expresión de sorpresa y vergüenza.

Theresa hizo un gesto de furia y asombro.

—¿Quiénes son ustedes? ¿Y por qué están en la casa de mi hijo? —preguntó, cruzando los brazos mientras observaba a los tres desconocidos, que mostraban claros signos de haber pasado una mala noche.

—Yo... soy Dan, Daniel Collins, él es mi amigo Oliver, y el que duerme es Michael —aclaró Dan, sintiéndose como si estuviera frente a la policía.

—Conocemos a todos los amigos de Bradley y a ustedes nunca los habíamos visto. ¡Quiero que se vayan ahora mismo! —ordenó el señor Walker, en un tono autoritario.

—Sí señor, ya nos vamos, pero déjeme despertar a mi amigo. Ha pasado una mala noche —dijo Dan, dirigiéndose hacia Michael.

Mientras tanto, los padres de Bradley los observaban con disgusto, pensando que eran una mala influencia para su hijo. Para ellos, parecían vagos o, tal vez, "amigos liberales de Charlotte".

—¿Qué pasó aquí anoche? —se preguntaba Theresa, mientras recorría la sala con un gesto de preocupación y desagrado. Solo pudo imaginar una fiesta descontrolada.

—No pasó nada. Solo llegamos de la fiesta de Año Nuevo y nos quedamos aquí porque ya era muy tarde para regresar a nuestras casas. Eso es todo —explicó R.J, levantándose y acomodándose el cabello desordenado.

—¿Estuvieron en la fiesta de Año Nuevo de la universidad de Lothingham? —preguntó Theresa, todavía con expresión de disgusto—. Claro, tenían que ser amigos de Charlotte.

Sicretum (algo oculta Salem)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora