Capítulo 60: Llegando a Nueva Orleans

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Cuando se subieron al auto en dirección al aeropuerto, Valerie y Sophie mantenían sus miradas fijas en el espejo retrovisor

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Cuando se subieron al auto en dirección al aeropuerto, Valerie y Sophie mantenían sus miradas fijas en el espejo retrovisor. En el reflejo, podían ver a Charlotte en la parte trasera; aún llevaba los lentes de sol y tenía la cabeza inclinada hacia la ventanilla, como si estuviera hecha de trapo. Las lágrimas caían sin cesar por sus mejillas, deslizándose en los asientos como una lenta llovizna.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Sophie, preocupada.

—Creo que no dejaré de llorar —respondió Charlotte en un tono bajo.

Valerie bajó el volumen de la radio, que emitía lentas melodías de Billie Eilish.

—¿Qué dices? —quiso saber Valerie, frunciendo el entrecejo.

—Nada —replicó Charlotte, mientras seguía mirando por la ventanilla.

—Oye, por favor, no pienses siempre lo peor —comentó Sophie, intentando alentarla—. Tengo un buen presentimiento, de verdad.

—Sí, es una hechicera. Tal vez pueda romper el maleficio... porque, es un maleficio, ¿no? —supuso Valerie.

—Sí —confirmó Sophie—. Hace solo una semana a Bradley comenzó a dolerle la cicatriz. Lo raro es que antes ni siquiera se notaba, y en cuestión de días empeoró hasta llegar al punto en el que está ahora.

—Vaya... —suspiró Valerie, cruzándose de brazos—. Entonces, tal vez tenga cura. No es lo mismo que alguien que realmente esté enfermo.

—¿Oyes eso, Charlotte? —se apresuró a decir Sophie—. Lo más probable es que tenga cura. Al menos no le diagnosticaron cáncer. Esto es magia, es totalmente diferente.

—No lo sé —susurró Charlotte, dejando caer más lágrimas.

—Lo sabes —afirmó Sophie—. El año pasado, algunos de ellos murieron solo porque no pudieron realizar el ritual en el día exacto. Son un poco débiles, ¿no crees?

—Claro que lo son —corroboró Valerie, alzando el ceño.

—Eso me hace pensar que si están haciendo algo contra Bradley, puede que haya algo que contrarreste esa magia —argumentó Sophie, sin dejar de observar a la triste Charlotte a través del espejo retrovisor.

—Disculpen, pero en este momento no tengo esperanzas —admitió Charlotte, temblando por el llanto.

—Bueno, tal vez las tengas cuando la hechicera te dé una solución —dijo Sophie con nerviosismo, mientras pasaban cerca del hotel Hilton.

—Sí, solo hay que esperar —concluyó Valerie, suspirando y subiendo un poco el volumen de la radio.

El cielo se veía gris y opaco. Las calles de Boston pasaban veloces y la niebla se distinguía a través de las ventanillas. Pasaron varias calles y largas cuadras hasta llegar al aeropuerto Logan, en Drive Harborside. Los autos entraban y las personas pasaban deprisa, arrastrando maletas con ruedas.

Sicretum (algo oculta Salem)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora